Opinión

Historia y demagogia

LLEVA RAZÓN Pilar Cernuda cuando en su crónica personal de este viernes escribe que la exageración o el exceso de triunfalismo lleva a personas relevantes al ridículo y a la demagogia (página 31).

El alcalde de Vigo —parece ser que cosecha votos con sus números "desternillantes"— es un buen ejemplo con ese vídeo sobre al alumbrado navideño que envidiarán desde Nueva York a Berlín. Todo un referente de balance de gestión para auditar por los ciudadanos ante unas elecciones. Como la prevalencia en el discurso de las polémicas y descalificaciones que no se traducen en obras, en gestión.

En otro orden, en este caso con solemnidades excesivas, Pedro Sánchez, presidente del Gobierno, ve en la votación para la exhumación de los restos de Franco un acontecimiento histórico y una España más democrática. Retirar los restos del dictador del Valle de los Caídos es un hecho de un valor simbólico, todo lo importante que se quiera pero no más. Histórico fue que muriese el dictador y que España, desparecido Franco por ley biológica, construyese, al fin, una democracia estable. España no es más democrática hoy que ayer.

Es una medida higiénica poner en observación a quienes ven días históricos en todo cuanto hacen o dicen. ¡No hay manual de historia para tanto! Prima la demagogia cuando el discurso político se fundamenta en los sentimientos o en descalificar al otro en lugar de presentar la propia gestión y el propio proyecto como fundamento para reclamar el apoyo ciudadano. ¿Cómo se califica este patio de vecindad con las tesis, los plagios y los másteres como instrumentos de destrucción política? No es lo que se espera ni lo que se exige de un político con bases sólidas. Este ingreso en tiempo preelectoral, la debilidad en apoyos de alcaldes y de Gobierno y un ambiente político excesivamente enrarecido en este inicio de curso pronostican más demagogia aunque la vistan de solemnidad.

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