Opinión

Miradas al sur

EL RESULTADO que se registre este domingo en las elecciones andaluzas producirá movimientos de reafirmación o debilitamiento para líderes y reparto de poder más allá de aquel ámbito autonómico. El voto de los andaluces presenta lecturas de anticipación para próximas citas electorales en el conjunto español. La realidad política andaluza es atípica. Puede afirmarse que se sale de la normalidad: un partido en el poder  —PSOE—, durante 36 años, desde las primeras elecciones que se celebraron allí. Una situación de poder así es caldo de cultivo para que se den todos los riesgos de corrupción y de política clientelar. Algunos casos y síntomas significativos se registraron y se juzgan.

El caso de los Ere, con independencia de la sentencia que se dicte, es un escándalo político y social. Pero es que además, y con independencia de irregularidades o presuntas irregularidades, después de casi cuatro décadas de dominio en la gestión de esa comunidad, no se puede presentar al resto de España, o de las comunidades, como modelo o liderazgo por las transformaciones producidas. No es el espejo que legitime al socialismo. No es ni sombra, para que la referencia sea interna, para la modernización que representó Felipe González para España.

El alto porcentaje de paro registrado en esa comunidad, como un mal endémico, o los malos indicadores que recibe en diferentes auditorías o valoraciones de la enseñanza, son ejemplos que apuntan a la ineficiencia de la gestión gubernamental en la comunidad andaluza. Cuando desde fuera de Andalucía o incluso desde otras formaciones políticas en la propia comunidad se coloca el foco sobre estos déficits, la respuesta es en cerrazón chovinista, para no llamarla nacionalista en la llamada más primaria a los sentimientos frente a las razones. El mapa de la fragmentación que supera el bipartidismo —cómo queda cada partido— , Pablo Casado en el liderazgo del PP, o el socialismo que representa Susana Díaz frente al ‘sanchismo’ son asuntos que pesan en los resultados de este domingo. Y la vía para gobernar en coalición en España.

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