Opinión

Optimismo y cruda realidad

MEJORA EN diez puntos la confianza de los españoles sobre la situación política. Pero los dirigentes políticos no deberán olvidar que el 66,9% de los encuestados por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) siguen considerándola mala o muy mala. En mayo, antes de la moción de censura, era el 76,8%. El paro conoce un descenso importante en junio, como para el optimismo. La OCDE manda el recado del crecimiento del empleo "mal pagado" en España. Es una cara de la realidad a tener persente. Está pendiente un acuerdo entre las fuerzas sociales para definir cuáles son las líneas que marquen y garanticen la competitividad de la economía española.

Exactamente igual de necesario ese diálogo que el acuerdo entre patronal y sindicatos para el marco de la negociación de los convenios. Hay razones para el optimismo en el actual momento y hay razones para una valoración prudente, sin entusiasmos. Un mes después de la llegada de Pedro Sánchez a la presidencia del Gobierno, la percepción del momento está en el contraste de ese crecimiento de la confianza en diez puntos y en ese, nada despreciable, 66,9% de encuestados que sigue con una valoración mala o muy mala de la situación. Falta por constatar si la acción de gobierno y la política se asentará más en la línea de gestos o en la de afrontar cuestiones pendientes, que figuran como primeras en la preocupación ciudadana, como las pensiones o trasladar a las economías domésticas y al empleo el final de la recesión, los datos positivos de la macroeconomía, como pide la OCDE.

De la cuestión catalana habría que esperar algún gesto, aquí sí, de cambio al menos verbal por Quim Torra tras la entrevista con Pedro Sánchez. Desde Galicia falta por conocer esa auditoría sobre la ejecución de los plazos para el Ave. Los mensajes al pasado no harán que llegue el tren a tiempo a Ourense ni que se genere confianza fundada en Lugo.


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