Opinión

Otras posverdades

LA SITUACIÓN de Nicaragua es, todo lo deformada que se quiera, la expresión de la posverdad que como movimiento de avance en las libertades y el progreso representó el sandinismo, que derrocó al sanguinario dictador Somoza. Con ropajes de liberación se cubrió una semilla totalitaria. Cuando el programa y la ideología que se transmite son los tópicos del anticapitalismo y antimperialismo yanqui, conviene sospechar de la posverdad totalitaria que oculta esa política. Las libertades y el progreso socieoeconómico tienen el mejor espejo y referente en la Europa que se construyó después de 1945. No consta que existan otros atajos para el logro de iguales niveles de libertades y justicia social, como lo que pudo y puede representar el estado de bienestar europeo. Hay suficientes muestras actualmente en América Latina de esa posverdad que se reviste de sentimentalismo progresista para tapar su totalitarismo o su demagogia populista. El Daniel Ortega que se perpetúa en el poder presidencial y en el liderazgo del sandinismo es la expresión en la praxis de esa trampa sentimental. Como lo fue —¿lo es?— la Cuba de los Castro o la revolución bolivariana. La actual situación de Nicaragua puede ser una ocasión para volver sobre la falsedad de ciertos mitos políticos y la ingenuidad con que se reciben en algunos sectores.

Lugo-Ourense
La autovía Lugo Ourense "avanza a ralentí", como titula Arturo Reboredo este lunes en este periódico, El Progreso, desde Lugo. O como contaba esta misma semana La Región desde Ourense. Hay, como mínimo, dos justificaciones para reclamar la aproximación en tiempo de viaje entre Lugo y Ourense. Una, es la fórmula para que el Ave a Galicia sirva también a Lugo. Y dos, la Galicia no atlántica necesita comunicaciones de calidad.

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