Opinión

Polémicas estériles

EL PP se va a Sevilla con la pretensión de tomar fuerzas de cara a las elecciones regionales y locales del próximo año. Las va a necesitar. Las fuerzas. Entre otros motivos, por no haber seguido ni la medicación ni la dieta ni la disciplina que le recetaron repetidas veces para la imprescindible regeneración en la política.

Una medicación que, por cierto, exhibe cada vez con mayor intensidad Ciudadanos para mostrarse como el garante de limpieza. Cada comparecencia de Rivera es un spot publicitario de detergente frente a las malas prácticas de la vieja política. Mariano Rajoy, por lo menos hacia fuera, no parece especialmente diestro en verlas venir, aunque sí en dejarlas pasar sin inmutarse, en cuestión de escándalos políticos y de corrupción. Sucedió con el pozo ciego de Valencia, que parece no tener fondo.

La nueva aportación este viernes de la exjefa de Medios de la Comunidad sobre pagos para mejorar la imagen de Esperanza Aguirre e Ignacio González vuelve a confirmar la incapacidad para definir el diámetro y la profundidad de otro pozo ciego, el de Madrid. Cierto que ahí vertían las aguas negras y las grandes cloacas de los enemigos internos de Rajoy que, con la Verbena de la Paloma como gran referente ideológico, no se cansaron de conspirar contra él, con el PP en la oposición o en La Moncloa. Esa negativa a verlas venir se repite ahora con la «polémica estéril", en apreciación del presidente del Gobierno, ante el máster en modalidad innovadora, ni presencial ni telemático, de Cristina Cifuentes, una de las esperanzas blancas que cada día que pasa se marchita más.

Ese abrazo de Cristina Cifuentes este viernes en Sevilla fue una gran ocasión para, al verla venir, dejarla pasar y exhibir así la condición de rápida y acertada respuesta de un número uno opositor como Mariano Rajoy. No se  recargan las pilas, ni en Sevilla, con cargadores obsoletos. A eso suena Cospedal y la defensa de "los nuestros".

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