Opinión

Subidas y prestaciones

AUMENTAR LA capacidad recaudatoria fue una necesidad que trajo la gran recesión. Nada más llegar a la Moncloa, y sin explicarse, Rajoy subió los impuestos. En aquellos momentos, como sucedería en cualquier economía doméstica en la búsqueda de equilibrio entre ingresos y gastos, se anunció una reordenación o racionalización del gasto de las administraciones públicas. Gestos menores y simbólicos a un lado, no se afrontó.

Continúa la superposición de las administraciones locales, provinciales, autonómicas y estatales, además de las competencias asumidas por Europa. Un reordenamiento que signifique ahorro y racionalidad no figura ya en la hoja de ruta para la derecha ni para la izquierda. Es más fácil la vía de subir impuestos. Así la fiesta continúa hasta que la realidad de la carencia o el hartazgo ciudadano la haga explotar.

Algo hay, no debe ocultarse, en el programa de Pablo Casado en las primarias del PP, quizás para poder atribuirse así el calificativo de liberal aunque sea solo por la vía financiera, que no por el pensamiento político. La ministra de Hacienda anunció algunas medidas fiscales —reforma en el impuesto de sociedades, nuevos impuestos a la banca y a las grandes empresas tecnlógicas— para poder atender el giro social que llevan las polítcas de Pedro Sánchez,  además de responder a la subida de las pensiones e intentar, al tiempo, cumplir con el objetivo de déficit. La vía para la puesta en marcha de estas medidas será por acción legislativa específica o por los Presupuestos Generales del próximo año. Está pendiente la presentación y aprobación del techo de gasto, que indicará el incremento de recaudación que se pretende.

En cualquiera de los casos, necesitará el Gobierno el apoyo de quienes votaron la moción de censura. La reforma del gravamen en el impuesto de sociedades, que afectará a las grandes, ya levantó algunas alertas, como el impuesto a la banca.
 

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