Opinión

La moderación en política

La política de centro es una política moderada, de convicciones y de tolerancia, no de imposiciones. Más que vencer le gusta convencer

LAS POSICIONES dominadas por la ideología cerrada, las posiciones radicales, conducen a acciones políticas desmesuradas. Los políticos, las políticas radicalizadas tienen la convicción de que disponen la llave que soluciona todos los problemas; que poseen el acceso al resorte mágico que cura todos los males. Que lo saben todo y que solo ellos tienen la solución a todos los problemas. Esta situación deriva de la seguridad de poseer un conocimiento completo y definitivo de la realidad, y siendo consecuentes –la coherencia de las posiciones ideológicas es la garantía de su desmesura– se lanzan a una acción política decidida que ahoga la vida de la sociedad y que cuenta entre sus componentes con el uso de los resortes del control y dominio a que someten el cuerpo social.

La política centrista, en cambio, es, por definición, moderada. El político, la política de centro respeta la realidad y sabe que no hay fórmulas mágicas, que hay que escuchar, que hay que pensar en las personas y que hay que tener siempre presente cómo mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos. Por supuesto que sabe qué acciones emprender y sabe aplicarlas con decisión pero con la prudencia de tener en cuenta que la realidad no funciona mecánicamente. Es consciente de que un tratamiento de choque para solventar una dolencia cardíaca puede traer complicaciones serias en otros órganos. Por eso renuncia a la descalificación, a la demagogia y procura en todo momento trabajar desde la real realidadargumentando y razonando todas sus decisiones, todas sus propuestas.

La moderación, en contra de lo que mucha gente piensa, no significa medias tintas, ni la aplicación de medidas políticas descafeinadas ni tímidas, porque la moderación se asienta en convicciones firmes, y particularmente en el respeto a la identidad y autonomía de cada actor social o político, es decir, parte de la convicción de la bondad del pluralismo. Por eso la política de centro es una política moderada, de convicciones y de tolerancia, no de imposiciones. Más que vencer le gusta convencer. Algo que ahora no está de moda a causa de la vuelta de ese maniqueismo y cainismo que habíamos superado hace algunos años y que ahora regresa de manos del oportunismo por un lado y la demagogia por el otro: los mejores aliados del retroceso social y la inestabilidad general.

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