Opinión

Espíritu constitucional

39 años blindando la democracia. La Constitución frustró el desafío ilegal separatista ¿Hay que reformarla?

Mariano Rajoy y Pedro Sánchez. EFE
photo_camera Mariano Rajoy y Pedro Sánchez. EFE

EN LA HISTORIA reciente de España hay muchas figuras relevantes que representan el llamado espíritu de la Constitución, que viene a ser una prolongación del aclamado espíritu de la Transición. Ese espíritu consiste en la reconciliación de dos o más Españas para hacer posible la convivencia en democracia bajo el paraguas común de la Carta Magna y los objetivos de la igualdad y la libertad. Los padres de la Constitución son, sin duda, las caras de ese espíritu de la España constitucional. Y junto a ellos, aquellos héroes del recuerdo histórico que hicieron posible la Transición, desde Suárez a la Pasionaria. Sin embargo, ha querido la fatalidad del destino que en este 39 aniversario de la Constitución del 78 haya muerto Manuel Marín, uno de esos hombres de bien, padre noble del diálogo, el entendimiento y la democracia europeísta. Manuel Marín es otro de esos héroes de nuestra España constitucional que encarna el espíritu libre de la democracia española, ejemplo histórico de concordia y modelo de prosperidad y bienestar único en el pasado de nuestro país. A Marín tuvo este periodista la suerte y el honor de conocerle por el ejercicio de la profesión de informar, pero también durante el duro trance de la enfermedad que le llevó a la muerte. En un hospital madrileño la casualidad obró el tropiezo con Marín en una de sus revisiones del cáncer que se lo ha llevado. Y durante una hora larga, de pié, bajo el cartel hospitalario de urgencias, Manuel Marín desplegó una personal y magistral lección de entereza y templanza solo al alcance de los seres elegidos, solo al alcance de esas personas tocadas por la varita de la generosa bondad y de la sabiduría.

La presidenta del Congreso, Ana Pastor, tuvo el acierto de citarle durante el 39 aniversario de la Constitución en un discurso de altura. Pero la voracidad de la realidad política española enseguida llevó el debate de los corrillos por el explorable camino de la reforma constitucional, las elecciones de Cataluña y el callejón sin salida de Puigdemont en su excursión erasmus a Bruselas. La reciente encuesta del CIS que dibuja un panorama de empate técnico entre los bloques independentista y constitucionalista incomoda a los defensores de la soberanía nacional, que temen la distracción de un electorado confundido entre la emoción del secesionismo irresponsable y la recuperación de la legalidad constitucional tras el comportamiento golpista de algunos de los candidatos del 21-D.

Parece claro, según el CIS, que los votantes de Cataluña han encontrado en Ciudadanos un vehículo sin complejos ni vergüenza para expresar su rechazo al separatismo ilegal. Y aunque Ciudadanos es, como el PP, un partido sin apenas estructura en Cataluña, ha logrado una comunión con la opinión pública y publicada gracias al tándem telegénico Rivera-Arrimadas. Sin duda, esa punta de lanza es la que puede plantar cara junto al PSC a los planes secesionistas de Eskerra y Junts per Catalunya, lo cual está derivando a su vez en una pugna personal entre Sánchez y Rivera. El líder de Ciudadanos le recordó a Pedro Sánchez en los corrillos del Congreso del 6 de diciembre que le debe una investidura, en clara referencia a esa tentación socialista de querer convertir a Miquel Iceta en president de la Generalitat con menos votos que Inés Arrimadas. Sin embargo, Sánchez repetía de corrillo en corrillo que Podemos y sus comunes nunca apoyarían una investidura de Arrimadas pero sí una de Miquel Iceta. Ahí ya entramos en la complicada correlación de fuerzas y pactos en el resto de España. Por ejemplo, el PSOE apoyó a Podemos en el Ayuntamiento de Madrid haciendo alcaldesa a Carmena y Ciudadanos apoya al PSOE en Andalucía tras convertir a Susana Díaz en presidenta de la Junta. La pregunta es: ¿Dinamitaría Sánchez ese apoyo andaluz por la presidencia de la Generalitat?

En el proceso electoral de Cataluña, además de la utilidad y vigencia de la Constitución con la aplicación del artículo 155 para parar el desafío golpista del separatismo, hay un papel importantísimo de los liderazgos. Como explicaba Feijóo esta semana en esos inacabables corrillos del Congreso, Ciudadanos tiene liderazgo en Cataluña pero no en Galicia. Pero alguien le recordaba que eso se debe a que en Cataluña Ciudadanos, con Rivera y Arrimadas, ha ocupado el vacío de liderazgo del que han adolecido populares y socialistas.

Sin embargo, el liderazgo fuerte del PP en España y en Galicia, con Rajoy y Feijóo, no ha permitido el avance abrumador de Ciudadanos como ha ocurrido en Cataluña. En Galicia ese liderazgo de Ciudadanos es irrelevante, sobre todo porque dicho espacio de centro derecha demandado por la sociedad lo ocupa el PP de Feijóo, como demuestra su meritoria victoria electoral en aquella comunidad frente al avance descontrolado del populismo y del nacionalismo separatista.

En todo caso, la fotografía de Cataluña pone muy en claro la fragmentación del panorama político español y la dificultad para componer mayorías estables. Por eso cobra tanto valor la Constitución, porque gracias a ella y al artículo 155, la gran mayoría de la democracia española se ha posicionado frente a quienes ponen en duda su utilidad y vigencia.

Constitución de siempre

LOS PADRES DE LA Constitución fueron adorados el 6 de diciembre en el Congreso como se merecen. Gran discurso de su presidenta, Ana Pastor, que ensalzó la labor del periodismo en la era de la posverdad populista y separatista. Los corrillos más numerosos, como es lógico, los de Rajoy, Sánchez, Iglesias y Rivera. Pero les hizo sombra Alberto Núñez Feijóo, que es un seductor nato de la prensa. El que más fue requerido para fotografías... Rajoy. Y la foto más inesperada, robada pero consentida: Rajoy y Sánchez hablando de sus cosas con discreción. "Don Pedro", le dijo Rajoy a Sánchez cuando éste acudió a saludarlo. El protocolo llevó al líder del PSOE a una esquina, lejos de Susana Díaz, que estuvo al lado de Feijóo. Soraya también tuvo su corrillo, pero en pasillos, en la llamada M-30 del Congreso, y no en el majestuoso salón de los pasos perdidos. Y desde el Senado acudieron su presidente, Pío García Escudero, y los portavoces de PP y PSOE, José Manuel Barreiro y Ander Gil.

Las ventajas de ser

A RAJOY SIEMPRE se le acusa de inacción, es decir, de dejar que los problemas se resuelvan solos. Y es lo cierto, que gran parte del secreto de la ciencia marianista consiste en esperar, en manejar los tiempos con desesperante paciencia y maestría a la gallega. Pero nadie le puede negar que en esto del desafío y en lo de negarse al rescate de España su aguante ante las presiones le han dado la razón. Si la socialdemocracia que Manuel Valls da por perdida en Europa está a la deriva, no es menos cierto que el liberalismo conservador resiste el empuje populista y nacionalista, lo cual tiene sus ventajas. Rajoy está en la lógica de la supervivencia, del partido a partido rojiblanco pese a ser madridista. Y eso le funciona, teniendo en cuenta que es un señor de Galicia que sí se sabe si sube o baja y que lleva 35 años en el ingrato oficio de la política. O sea, "ser conservador tiene sus ventajas", dicen que dijo. Y con los presupuestos del próximo año casi asegurados.

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