Opinión

"Gudaris de mierda"

EL TÍTULO de esta columna reproduce las palabras con las que el exministro Corcuera calificó al comando Barcelona de Eta después del atentado de Sabadell en 1991 que causó la muerte a varios policías.

La expresión del entonces ministro del Interior sirve para definir a los matones que apalearon con saña a dos guardias civiles y a sus parejas en un bar de Alsasua en octubre de 2016, causándoles graves heridas en sus cuerpos y secuelas severas en sus almas.

El juicio se está celebrando en la Audiencia Nacional y el juez dirá si hubo o no delito de terrorismo, pero las circunstancias que envuelven este episodio y el relato de las víctimas son tan espeluznantes que exigen algún comentario.

Uno: impresiona que una parte del pueblo navarro siga atemorizada. La xenofobia de los agresores hacia los guardias y el silencio temeroso o cómplice de varios testigos prueban que allí no se han superado la intimidación, las amenazas y el odio de la época del terrorismo etarra y muestran un comportamiento primitivo, impropio de una sociedad avanzada.

Es admirable la profesionalidad de la Guardia Civil, que no mira ideologías ni credos antes de ayudar a las personas

Dos: fueron heridas también las dos mujeres que, en uso de su libertad, decidieron con quien querían tener una relación afectiva. ¿Dónde está el feminismo -y partidos asociados- que salieron a la calle el 8 de marzo reivindicando libertad para la mujer? ¿Por qué no levantaron la voz en defensa de estas dos, agredidas por ser parejas de dos guardias civiles?

Tres: el Parlamento y el Gobierno navarros se sumaron a la manifestación de apoyo a los agresores. La democracia es tan grande que permite indignidades como esta y hasta es posible que esos políticos vuelvan a ganar elecciones. Pero perdieron la decencia y los valores democráticos.

Cuatro: el teniente y el sargento agredidos pertenecen al mismo Benemérito Cuerpo que los guardias que rescataron hace dos años a un grupo de navarros atrapados por la nieve en Beruete, algunos de ellos expresos y simpatizantes de Eta con largo historial de acoso a la Guardia Civil; llevan el mismo uniforme que los guardias que rescataron a dos independentistas catalanes que iban colocar la estelada en un pico de Huesca; y son compañeros de los que, a diario, prestan auxilio en el mar, en la montaña y en la carretera.

Por todo esto y más, es admirable la profesionalidad de la Guardia Civil, que no mira ideologías ni credos antes de ayudar a las personas. Como admirable fue el aguante del teniente y el sargento cuando los desalmados de Alsasua se ensañaron con ellos y sus parejas a traición, sin razón alguna.

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