Opinión

Reaparece el Rey Juan Carlos

LA CELEBRACIÓN de la Pascua Militar recuperó la presencia del Rey Juan Carlos para felicitarle por su cumpleaños, que fue el pretexto para agradecerle el papel determinante que desempeñó como actor principal de la Transición.

El Rey emérito, con una generación de políticos que tenían altura de miras y sentido de Estado, buscó entonces la reconciliación y la concordia mediante el acuerdo y el consenso entre los políticos y sus partidos y España recuperó la estabilidad política y la convivencia en paz, que fueron la premisa de partida para alcanzar el desarrollo económico y la prosperidad social.

Por eso, Juan Carlos I forma parte de nuestra historia reciente y a medida que pasa el tiempo su figura se va agrandando entre los que vivimos su reinado desde el principio y entre quienes se acercan a aquellos años sin prejuicios para conocer la Transición de la dictadura a la democracia que alumbró las cuatro últimas dé- cadas que conforman una etapa apasionante de España de la que podemos estar orgullosos.

Aquí sirvió para impulsar la construcción de una España democrática y moderna, homologable a las monarquías nórdicas

Quien quiera conocer o recordar la Transición y el protagonismo del Rey disfrutará leyendo el libro Qué nos ha pasado. De la ilusión al desencanto, de Fernando Onega, un escribidor referente en el periodismo gallego y español que fue testigo directo —y actor relevante— de cómo se fraguaron acuerdos y se tomaron decisiones que marcaron el futuro positivo del país. El libro es una crónica exhaustiva de aquellos años intensos y apasionantes y del devenir de España en las cuatro décadas transcurridas con sus luces y también con sus sombras, que las hubo.

La primera parte concluye con el capítulo Y llegaron los nuevos, que cuenta la irrupción de los actores que encarnan la nueva política, algunos de los cuales desprecian y hasta rechazan la Transición y la labor del Rey y reniegan de los años de democracia transcurridos bajo «el régimen del 78» al que quieren derribar. Como si fueran los fundadores de la democracia.

Hace unos días, un dirigente de esa nueva política se preguntaba en un artículo "para qué sirve la monarquía". Seguro que si pregunta en Holanda, Dinamarca o Noruega, países que son sus democracias referentes, tendrá una respuesta. Aquí sirvió para impulsar la construcción de una España democrática y moderna, homologable a las monarquías nórdicas, que tuvo "al frente dos reyes", como cuenta Onega en el último capítulo de su crónica. ¿Dónde hay que firmar para clonar los últimos 40 años?.

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