Opinión

Tropa contaminada

APAÑADOS VAMOS, o continuaremos, si la cogobernanza contra la pandemia implica la escenografía del encuentro entre Sánchez y Ayuso. Dónde hallarán banderas suficientes los asesores de imagen de ambos para cuando estos mandatarios se sienten a hablar de algo que se salga de sus responsabilidades ordinarias. Porque se supone que debería entrar en la absoluta normalidad la colaboración entre el Gobierno de España y los de las comunidades autónomas para salvar vidas y hacer frente a la pandemia covid. Sobra la parafernalia de banderas al modo del comunismo chino. ¿Iba la cita de ser eficientes frente a la expansión de la pandemia o de un ejercicio táctico de imagen organizado por los responsables de la materia —imagen— de la Moncloa y la Real Casa de Correos?

El teniente fiscal del Supremo Luis Navajas le dijo a Alsina que "con esta tropa yo no voy a la guerra". La tropa del fiscal son sus colegas de la Fiscalía: pretendían influenciarle para que pidiese la apertura de una causa penal contra el Gobierno por la gestión de la primera ola de la pandemia. El fiscal se definió a sí mismo como "de la triple M: monárquico, monógamo y madridista". No parece sospechoso.

Tampoco iremos muy lejos, aunque es lo que hay, con la tropa que por una parte acuerda colaborar y trabajar conjuntamente —presidente del Gobierno y presidenta de la Comunidad de Madrid— y por otra agitar la calle —vicepresidente del Gobierno y portavoz del PSOE madrileño— contra la gestión que representa la reunión de Sánchez y Ayuso. Unos salieron a la calle con banderas de España y cacerolas contra el Gobierno y otros en nombre de la lucha de clases y ya veremos con qué banderas. No serán, con seguridad, las mismas.

La contaminación ideológica que ve el teniente fiscal es extensa. No diferencia colores de derecha e izquierda. Esto, quizás se le olvidó. Por ejemplo, si se mira ahora en septiembre a la gestión frente al coronavirus en Madrid, todo lo que aparece como un desastre se explica por la operación de acoso —que lo hay— de las izquierdas contra el Gobierno de las derechas en esa comunidad. Igual sucedía cuando se insinuaba una mínima crítica al Gobierno de Sánchez la pasada primavera: era la desvergüenza de la derecha que aprovechaba la desgracia para cargar y desgastar al Gobierno. De todo hubo, tanto falta de ética de la responsabilidad y de sentido de Estado como razones de bulto para criticar al Gobierno. Si es imposible, como apunta alguno que mira solo para un lado, escuchar en una radio de derechas —puede extenderse a cualquier medio con ese posicionamiento— un mínimo cuestionamiento de la gestión sanitaria que hace la Comunidad de Madrid, sucede igualmente con el Gobierno central y los medios colocados a la izquierda. La contaminación ideológica, que dijo el fiscal, con demasiada frecuencia es ejercicio de sectarismo, descalificación del que opina y piensa diferente e incluso de ceguera ante la realidad. No es cuestión de ideologías, es de psiquiatría.

Personalmente estoy mucho más tranquilo sin que la gestión, o falta de la misma, madrileña me alcance en el territorio donde habito.

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