Opinión

Barra libre

TANTO como considerar si el haber levantado el control de las cuentas catalanas es acertado o no (debiera serlo en la normalidad), importa más deducir si la decisión es (no lo parece) una apertura al dialogo, intransigente del lado separatista (más de lo mismo) o una humillante bajada de pantalones del nuevo Gobierno, en pago al apoyo de investidura. De ser lo segundo, como se intuye, pese al pacto socialista con el PP para mantener la intervención, la barra libre equivale a una primera entrega de subordinación/rendición que dibuja el futuro de un monigote en manos de iluminados, cada día más impetuosos y ufanos, desafiando sin obstáculos la Constitución y la debilidad del Estado de derecho. Aprovechan el agotamiento de la legalidad para seguir con el avance secesionista. Financiarán con dinero público lo que se les antoje: parafernalia independentista, embajadas, pavoneos de fugados... Una cosa es el esfuerzo honesto que se le reclama al Gobierno para que rebaje la tensión y dé pasos hacia la normalidad, y otra capitular ante las exigencias de arribistas que desprecian la democracia, sin la más mínima intención de corregir su arrogancia, sino de aumentarla.

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