Opinión

Hastíos y excesos

SI LO anunciado se mantiene, hoy sabremos si se continúa en estado de alerta o se adoptan otras opciones de control coronavírico. Son planteamientos enfrentados, no solo entre políticos, sino que las divergencias alcanzan también a la población, con ideas muy imprecisas, pero en cualquier caso harta del larguísimo encierro. Lo peor es que las discrepancias son más de contenido político que otra cosa. Si por un lado, de no seguir el confinamiento con su gradual aplicación, se augura una deriva caótica, por otro también es deseable que no se postergue el ninguneo gubernamental, fuera de control y como patente de corso para atornillar lucros arbitrarios que nada tienen que ver con proteger al ciudadano, como, por ejemplo, haber colado de rondón a Pablo Iglesias en el CNI, sin venir a cuento. Sea lo uno o lo otro, tan o más preocupante es la relajación e indisciplina que se advierte en algunos casos, al no acatarse directrices e indicaciones que nos resguardan de potenciales contagios, como burlar las franjas horarias señaladas para cada estrato poblacional, con aglomeraciones, sin respetar distancias u organizando juergas y botellones, quizá como jubilosa explosión de desahogo tras el duro confinamiento, pero injustificado si por tan negligente proceder hay una vuelta atrás.

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