DEBIERA DE preocupar mucho más de lo que preocupa que determinados flecos de la Justicia se rindan ante intereses políticos en vez de defender los jurídicos que le son propios. Parece ofensivo y vejatorio en una democracia. Que el Gobierno de Sánchez no amparase en principio al magistrado Pablo Llarena frente a un tribunal belga por exabruptos y bufidos de Puigdemont, postura tímidamente corregida por insostenible, se debe sin duda a su extrema debilidad y porque quien realmente decide en el frente independentista es el fugado. Lo que no se concibe es que una asociación de jueces afín (¿a qué cosas?) al PSOE no se hubiese sumado al amparo expresado por el CGPJ, Abogacía del Estado y todas las agrupaciones de jueces y fiscales, menos la aludida. ¿Es prioritario dar la cara por un prófugo de la Justicia antes que sumarse al apoyo que el juez Llarena necesita para que nadie ni nada interfiera en su tarea? Y menos tratándose de jueces extranjeros, lo cual rezuma intromisión, por muy universal que sea la Jurisprudencia. Otros por lo mismo, o con menor responsabilidad penal que el aludido, están enchironados. ¿Por mucho tiempo?
