Opinión

Perros en la muralla

PERROS EN LA muralla sí, perros en la muralla no. Surge otra vez la desavenencia, pero tampoco es ninguna novedad, como otros tantos inconvenientes indecorosos que la afectan y que no se han resuelto. En este caso, parece que los canes son el centro de atención de la discordia, cuando en realidad lo son sus dueños, los que se comportan incívicamente, optando por no recoger los excrementos o dejándolos en lugares inapropiados.

Su actitud nunca podrá justificarse, lo mismo que quienes proceden de igual manera, sea cual sea el punto de la ciudad. Dicho esto, los perros, en circunstancias normales, no debieran de estorbar para nada, ni a los paseantes del adarve ni a los responsables de su mantenimiento. Pero lo que sigue sin entenderse, por mucho que traten de revestirlo como una pantomima de celo y diligencia hacia la estática del monumento, es que Patrimonio impida instalar papeleras o recipientes, de diseño adecuado.

No permitirlo es como incitar, animar o provocar a los renuentes a seguir haciendo lo que nunca debieran de hacer, dejando las deposiciones al libre albedrío, por puro capricho. Ponerlas, surtiría al menos un efecto disuasorio y, probablemente, la solución que se persigue.

Comentarios