Opinión

Hijos

ESTE GOBIERNO tiene varias cosas en común con el anterior: todos tuercen el morro cuando se les habla de gestación subrogada. A los del PP les disgustaba por prejuicios viejunos. A los del PSOE, porque han decidido que las mujeres que quieren gestar para otra familia no son capaces de decidir libremente. El otro día, en la sesión del control al gobierno, la vicepresidenta Calvo agrió el gesto cuando se le preguntó por la posibilidad de regular este modelo de familia, y se enredó en una diatriba muy poco respetuosa sobre las mujeres que deciden parir un hijo que criarán otros. Para apuntalar su intervención Carmen Calvo usó un argumento absurdo: sólo doce países han legalizado la gestación subrogada. Chúpate esa. ¿Saben cuántos países autorizaban el matrimonio homosexual cuando lo hizo España? Sólo tres. Nuestro país fue felizmente pionero a la hora de ampliar los derechos civiles de miles de hombres y mujeres. Otros vinieron después, y aumentaron, como nosotros habíamos hecho antes, sus niveles de dignidad, de respeto, de decencia. Entiendo que la gestación subrogada pueda plantear dudas morales. También se tuvieron en tiempos frente al divorcio, el aborto, incluso ante los trasplantes de órganos (sí, no pongan esa cara: se decía que acabaría habiendo granjas de seres humanos para extraerles los riñones y el hígado con destino a los cuerpos de los ricos). Las sociedades evolucionan, reflexionan, entienden. Y normalizan lo que en tiempos provocaba perplejidad y desconcierto. Por eso pido a Carmen Calvo que intente superar sus prejuicios para enfrentarse a una realidad que ya existe. Y que, desde su condición de  vicepresidenta del gobierno, se imponga a sí misma una disciplina de respeto hacia lo que no comprende. Porque las mujeres que paren el hijo de otras merecen de sus gobernantes unos mínimos de tolerancia. Y los hijos de esas madres, no ser estigmatizados por culpa de la ignorancia o la carcundia de quienes llevan la vara de mando.

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