El estilo Rueda se somete por primera vez a las urnas ante una izquierda rearmada

En el año 2022 nació el estilo Rueda, en 2023 se consolidó y en 2024 se someterá al juicio de las urnas. Galicia encara elecciones autonómicas en mes y medio con nuevos actores tras la era Feijóo, lo que genera cierta incerditumbre pese a que las encuestas mantienen anclado al PPdeG en su mayoría absoluta. El 18 de febrero hay mucho en juego. 
Alfonso Rueda, Ana Pontón y José Ramón Gómez Besteiro. AEP
photo_camera Alfonso Rueda, Ana Pontón y José Ramón Gómez Besteiro. AEP

Si el año 2022 fue, a nivel político, fue el del nacimiento del estilo Rueda como presidente, el 2023 fue el de su consolidación y el 2024 será el de su examen en las urnas. En concreto el 18 de febrero, en mes y medio, la fecha elegida por el presidente de la Xunta para que los gallegos elijan al presidente o presidenta que pilote la comunidad hasta el año 2028.

Las autonómicas tocaban, sobre el papel, entre abril y junio si se quería recuperar el viejo calendario alterado por la pandemia, pero finalmente Rueda no esperó. El contexto de enorme ruido estatal y, sobre todo, el nuevo ciclo territorial que parece abrirse en la España autonómica con la aministía y los pactos con Cataluña y Euskadi, llevó al titular de la Xunta a llamar a las urnas de forma sorpresiva en la penúltima semana de este año.

A ellas llegan los partidos en diferentes circunstancias, pero todos con sus fortalezas y sus debildiades. El PPdeG, con el viento a favor de las encuestas y el aval de las urnas en las convocatorias de este año (municipales y generales), pero sin su gran gurú de las mayorías absolutas: Alberto Núñez Feijóo. Y la izquierda, rearmada en parte con la irrupción de Besteiro y de Sumar y la consolidación del BNG, pero también con señales de fragmentación y desgastada por la política estatal, que parece estar más presente que nunca en la campaña.

Rueda confía en su gestión: El PPdeG tiene a favor los sondeos

Alfonso Rueda convocó elecciones con un adelanto técnico de unos meses porque las encuestas son óptimas. Aunque es cierto que en el PPdeG nadie se fía ni un pelo de los sondeos después de la decepción con Núñez Feijóo en las generales de julio, la verdad es que la mayoría de los estudios demoscópicos mantienen, con mayor o menor holgura, la mayoría absoluta del Partido Popular.

La Xunta acaba de aprobar unos Orzamentos para 2024 que contienen medidas atractivas para el elector, al mismo tiempo que abandera una gestión continuista y sin grandes sobresaltos, una "illa de estabilidade", como Rueda le llama, en un contexto político nacional de fuerte marejada. Esa será la idea fuerza de su campaña: dar tranquilidad en medio del ruido de la amnistía y la financiación singular para algunos territorios que Pedro Sánchez habría pactado en su investidura. El PPdeG quiere sacarle punta electoral a todo el enfado social que hay con las cesiones del PSOE para mentenerse en la Moncloa.

Rueda cuenta además con otro punto a su favor: el estilo Rueda. Esa proximidad a la gente que no tenía su antecesor y que él sí explota al máximo, convirtiéndolo en un candidato más cercano.

Por contra, el mandatario gallego y líder del PPdeG vuela por primera vez solo hacia las urnas, sin paracaídas ni red y sin el aura presidencial de la que sí gozaba Feijóo, que precisamente se volcará en la campaña gallega para echarle una mano al que fue su delfín durante años. Ambos cubrirán más territorio con caravanas separadas, una fórmula que el propio PP ya explotó con éxito en 2016 y 2020, entonces con Feijóo y Rajoy repartiéndose la tarea. El 18 de febrero está en juego la Xunta, pero también el futuro de Alfonso Rueda e incluso del propio Feijóo en caso de perder su gran bastión electoral, algo que sin duda lo debilitaría en Madrid.

Romper el techo electoral: Pontón y su oportunidad histórica

Ser la primera presidenta mujer y ser la primera presidenta nacionalista de la Xunta. Con ambos lemas de campaña se lanzan Ana Pontón y el BNG a la conquista de Monte Pío. Tras sacar el nacionalismo gallego de la Uci en 2016 y llevarlo a cotas electorales históricas en 2020, Pontón se encuentra ante la que lla mismo considera en círculos próximos como la gran oportunidad política del Bloque, aprovechando, según sus cuentas, que Rueda no tiene la fortaleza electoral ni el equipo del que sí gozaba Alberto Núñez Feijóo.

Aunque en las elecciones generales de verano hubo algo de decepción en el BNG por no cumplir con las expectativas electorales y quedarse con un único diputado en el Congreso, el nacionalismo gallego llega a las urnas con el ánimo por las nubes tras cuatro años de lo que consideran como un trabajo "serio e rigososo" al frente de la oposición. Su fortaleza reside, principalmente, en esa labor constante de cuatro años y en presentarse a las elecciones como la única fuerza sin dependencia de Madrid, una singularidad con la que Ana Pontón confía en atraer electorado de todo tipo que le permita al BNG demostrar que los 19 escaños que logró en 2020 en el Parlamento no son su techo electoral ni, como aventuran algunos, voto prestado del PSdeG y las antiguas mareas.

Por contra, el Bloque tiene dos puntos débiles en esta cita electoral. Uno, su alianza con el PSOE para investir a Pedro Sánchez, que ata a Pontón a ciertas medidas y decisiones que el PPdeG considera lesivas para Galicia y que explotará al máximo en campaña. Y por el otro, el ambiente totalmente estatalizado de estas elecciones, una polarización PP-PSOE que puede ser positiva para el BNG, pero también puede acabar engullendo su discurso, como ocurrió en las generales. Además, sus coqueteos con ERC pero de forma muy especial con Bildu asustan a parte del electorado gallego, bastante más sensible a la historia de Eta que a las aventuras independentistas de Cataluña.

El regreso de besteiro: el PSdeG se encomienda a 'Messi'

El PSdeG lleva tiempo esperando por un mirlo blanco que lo saque de la crisis electoral permanente en la que vive, al menos a nivel autonómico, desde que Touriño perdió la Xunta en 2009. Hubo perfiles de todo tipo, desde grandes apuestas a parches de última hora, pero siempre con un nexo común: la total ausencia de un liderazgo y un proxecto en clave autonómica que resulte creíble y seductor para el elector gallego. Sin eso, Pachi Vázquez, Leiceaga y Gonzalo Caballero se estrellaron estrepitosamente en las urnas hasta llevar al socialismo gallego a sus cotas de voto más bajas. Pero esta vez, o al menos así lo ven en la Rúa do Pino, es diferente. La razón se llama José Ramón Gómez Besteiro, el político lucense con gran imagen y verbo fácil que en 2016 ya se remangaba para pelearle la Xunta a Feijóo cuando la jueza Pilar de Lara lo apartó de la carrera política por una serie de imputaciones judiciales. Siete años duró su particular travesía del desierto, hasta que todo quedó archivado a finales de 2022.

Zanjada la vía judicial, Besteiro tenía vía libre para regresar y así lo hizo: fue el 28 de marzo, cuando Pedro Sánchez lo nombró delegado del Gobierno, un puesto que desprendía por todas partes aroma electoral. El PSdeG empezaba así a preparar a su candidato, al que no dudó en bautizar ya como el 'Messi' de la política. Con él, el socialismo gallego ya ganó algo: ilusión. Toda la que le faltó en la última década. Con Ferraz y Moncloa volcados con Besteiro, el PSdeG confía en sumar suficientes votos no solo para apartar al PP de la Xunta, sino también para darle el sorpasso al BNG, pese a ser un reto extremadamente ambicioso. Pero si Messi juega, todo es posible.

Sin embargo, tampoco todo son buenas noticias de cara al 18-F en la casa socialista. Tras siete años fuera, el tirón electoral de Besteiro es toda una incógnita, como lo es el impacto de sus problemas con la Justicia, demasiado recientes. De arranque, está repitiendo el esquema que condenó a sus antecesores: su mensaje y sus actos de precampaña tienen un tinte demasiado sucursalista de Madrid en un momento en el que hay cabreto entre el electorado moderado con Sánchez y sus pactos.

El desembarco de Sumar Marta Lois: un espacio a la baja que no aprende

De las fuerzas extraparlamentarias en Galicia, Sumar es la más relevante atendiendo a las generales. Con Marta Lois como candidata de última hora, la plataforma de Yolanda Díaz llega justita a las urnas, sin resolver sus discrepancias con Podemos y sin cerrar todas las alianzas que darán forma a la coalición, en al que nadie parece haber aprendido la lección y siguen más pendientes de su ombligo que de la gente. Esa fue la experiencia de las mareas, muy negativa y sobre todo muy reciente, por lo que si se reproduce, constituye una losa enorme para remontar el vuelo.

Y más dificil lo tiene todavía para entrar en el Parlamento un Vox absolutamente residual en Galicia que, en su momento de mayor éxito como partido, no rebasó el 3% de los votos.