Las víctimas del supuesto secuestro dicen que hubo engaño y sufrieron agresiones

Pensaron que iban a trabajar y continuaron retenidas por miedo a las represalias

Dos de las víctimas de un presunto secuestro en A Coruña han relatado ante el tribunal que fueron engañadas por los acusados, pues pensaron que iban a trabajar, y después continuaron supuestamente retenidas por miedo, pues han asegurado que sufrían agresiones. La sección segunda de la Audiencia Provincial de A Coruña ha acogido este jueves, y volverá a hacerlo este viernes, el proceso contra cuatro encausados, todos ellos familiares, para los que la Fiscalía pide entre 55 y 91 años de prisión por varios supuestos delitos ocurridos entre 2011 y 2015.

Durante su declaración, los imputados, que han optado por responder únicamente a preguntas de sus abogados, han negado haber cometido el supuesto secuestro y haber mantenido contra su voluntad a seis personas que se encargaban de distintas tareas, algunas en el hogar de los procesados. Han mantenido que fueron las presuntas víctimas quienes pidieron ayuda por sus problemas económicos o sociales, pues entre ellas había tres indigentes, y ellos los acogieron de manera voluntaria y sin obligarlas a permanecer junto a ellas.

Consideran que las denuncias posteriores se produjeron por "resentimiento", por lo que han negado todos los hechos que se les imputan y solicitan la libre absolución. Las dos víctimas que han declarado este jueves coinciden en que fueron los acusados quien les "dijeron si querían trabajar con ellos", a lo que uno de ellos aceptó porque "estaba solo" mientras que otro lo hizo "porque pensaba que iba a tener un contrato de trabajo".

A ambas víctimas "alguna vez" les pegaron "por no trabajar bien", uno de los procesados golpeó a uno de ellos "con un anillo en la cabeza y con un palo" y al otro "con un cinturón" y le dio "patadas, puñetazos muchas veces". Esas agresiones también fueron realizadas por la mujer del acusado principal, que llegó a pegar a las víctimas "con un palo de escoba" y a llamarles "perro" para referirse a una de ellas, siempre según la versión de los supuestos secuestrados.

Ambos han declarado que "intentaron marchar" de donde vivían con los procesados, pero que ellos los "volvieron a coger" y los volvieron "a llevar a donde ellos vivían". Han coincidido en que los acusados cobraron sus pensiones tras obligarlos a facilitar los códigos de sus tarjetas bancarias, para poder retirar el dinero del cajero. "Uno me agarró mientras otro me pegaba, me metió la mano en el bolsillo y me quitó la cartilla del banco, me exigieron el PIN", ha relatado uno de las víctimas.

A una de ellas, que cobraba 360 euros, le daban cincuenta para que "tabaco y café", el único dinero con el que le pagaban los trabajos que realizaba a pesar de ser de su propiedad, según ha relatado. Uno de ellos ha dicho que no se iba de allí "porque le tenía miedo" al acusado principal, y ha añadido que él "no quería estar allí", y el temor fue el motivo por el que volvió después de haber escapado.

Comentarios