Santiago Lago: "La recuperación se iría a 2023 en Galicia con otro confinamiento"

El director del Foro Económico de Galicia y coordinador del comité de expertos creado por la Xunta para articular la respuesta a la pandemia repasa los desafíos que encara la economía gallega
MARTA G. BREA. 18.6.12, VIGO.- ENCUENTRO SOBRE LA ECONOMIA GALLEGA, OPORTUNIDADES Y PROPUESTAS EN EL MARCO DE LA UNIVERSIDAD INTERNACIONAL MENENDEZ PELAYO EN EL CLUB FINANCIERO VIGO (CFV). EL ECONOMISTA Y PROFESOR SANTIAGO LAGO PENAS, CONFERENCIANTE Y DIRECTOR DEL CURSO.
photo_camera El director del Foro Económico de Galicia, Santiago Lago. EP

Al frente del comité de expertos que guía a la Xunta para trazar el plan de reconstrucción de una economía que la pandemia ha dejado en estado de shock, Santiago Lago (Vigo, 1971) reflexiona sobre los retos a encarar y, para ello, hace un parón en su saturada agenda. Con la sociedad y la actividad productiva avanzando a ralentí para recobrar el pulso, tiene claro que la respuesta de las administraciones debe ser decidida. En un escenario en el que solo la vacuna y un tratamiento efectivo contra el virus pueden aportar certidumbre, el catedrático de Economía Aplicada de la UVigo considera fundamental inyectar liquidez con agilidad a empresas y familias para evitar el colapso. "Es como el oxígeno para los seres vivos", advierte. Director del Foro Económico de Galicia y del grupo de investigación Governance and Economics Research Network (GEN), este reputado experto cuenta con una dilatada experiencia como asesor del bipartito, luego del Ejecutivo de Feijóo y como parte de la comisión que en 2017 formó el Gobierno central para reformar el sistema de financiación autonómica.

¿Las secuelas que dejará el coronavirus serán más profundas que las de la crisis financiera que estalló en 2008?
No hay una respuesta clara todavía. Para España y Galicia, la Gran Recesión fue muy larga en el tiempo. Nos metimos en 2009 y no salimos hasta 2014. Seis años de mucho sufrimiento y esfuerzo. A finales de 2019 no habíamos llegado todavía a las tasas de paro previas, aunque sí el producto interior bruto. La crisis actual es sustancialmente más intensa. La caída estará cerca o puede llegar a superar los dos dígitos. Pero su duración y la subsiguiente recuperación pueden ser mucho más rápidas. Por dos motivos. El primero es que no existen los desequilibrios de fondo que había en 2009. La crisis es exógena al sistema. Segundo, porque la Gran Recesión nos ha enseñado qué debemos hacer y qué no. La actuación del Banco Central Europeo, por ejemplo, está siendo ahora la necesaria para frenar problemas en la prima de riesgo.

La liquidez es fundamental para los agentes económicos, para empresas y hogares. Es como el oxígeno para los seres vivos

¿Cuánto tardará la economía gallega en recuperarse? ¿Y si en otoño se impone otro confinamiento?
La respuesta a esta pregunta trasciende lo económico. Todo depende de la dinámica del virus, de la eficacia con la que lo mantengamos a raya en los próximos meses y del tiempo que tarden en aparecer tratamientos altamente efectivos o una vacuna. Lo anterior determinará lo que vayamos a caer en 2020 y el tiempo que tardaremos en recuperarnos. En el Foro Económico de Galicia hemos construido tres escenarios. En el primero, todo va sobre ruedas en el segundo semestre: sin nuevos confinamientos, con recuperación de la confianza de consumidores y empresarios. Perderíamos un -8,5% en 2020, pero en 2022 habríamos recuperado el nivel con el que cerramos 2019. En el más pesimista, con un nuevo confinamiento en el tercer trimestre similar al del segundo, el PIB caería un -19% y la recuperación se iría a 2023 o más allá. Por eso es fundamental combinar confianza y prudencia; respeto escrupuloso a las normas de salud pública y perspectiva para saber que esto es algo pasajero. Y proporcionar todos los recursos necesarios para encontrar cuanto antes un tratamiento efectivo y una vacuna. No hay otra.

¿La prórroga de los Erte por fuerza mayor evitará los despidos o hacen falta medidas más ambiciosas?
El comité de expertos se manifestó claramente a favor de la desvinculación del Erte por fuerza mayor del mantenimiento del actual estado de alarma. Lo que debe ser habilitante para la utilización de este instrumento es el impacto sobre el nivel de actividad de las empresas derivado de las medidas de distanciamiento social, limitaciones de afluencia o de periodos de apertura o cualquier otra restricción para el desarrollo de su actividad. Urge esta adaptación que, por otra parte, incrementaría la seguridad jurídica de las empresas y de sus trabajadores. Pero está claro que la solución del Erte no es prorrogable indefinidamente. Tenemos que incentivar la vuelta a la normalidad laboral. Y asumir que, si la crisis económica dura muchos meses más, si no vencemos al virus, va a existir un ajuste en el empleo superior al que ya hemos visto. Por otra parte, hay que tener en cuenta que la liquidez es fundamental para los agentes económicos, para empresas y hogares. Es como el oxígeno para los seres vivos. Por eso, el grupo de expertos dedicó el primero de sus documentos a identificar posibles líneas de actuación. Una de ellas fue el anticipo de las prestaciones del Erte, que la Xunta asumió rápidamente. Pero existen muchas otras medidas de demora en el pago de impuestos y líneas de crédito del Ico y del Igape que deberían activarse. Y, sobre todo, en el caso de líneas de crédito es clave que se agilice la tramitación y que lleguen a quien lo necesita. Es un reto formidable, pero la situación requiere que movilicemos mucho en muy poco tiempo.

¿Cómo evalúa la renta mínima vital que ultima el Gobierno? ¿Fomentará la economía sumergida?
Cuando nos comparamos con los países de nuestro entorno, constatamos que en España hemos gastado tradicionalmente poco en ayudar a los más desfavorecidos con programas de rentas mínimas. Por eso tenía y tiene sentido que avancemos. Podemos estar hablando del 1% del PIB. No obstante, me preocupan dos cosas. La primera es el fraude y la picaresca. Es fundamental que la gestión de estos programas se haga con la supervisión estrecha e in situ de servicios sociales municipales y autonómicos. Hacer gravitar todo sobre las declaraciones del IRPF sería un error. La segunda, es la convivencia con las rentas de integración social. En mi opinión, deberían desaparecer para tener un programa de carácter estatal.

En relación a la renta mínima, me preocupan el fraude y la convivencia con las rentas de integración social autonómicas

¿La caída de los ingresos fiscales y el coste de las medidas traerán recortes o subidas de impuestos?
Este año no lo creo, más allá de subidas impositivas anunciadas ya en 2019 y que no han sido aprobadas todavía en el Congreso. En Madrid y Bruselas se asume que en 2020 habrá un paréntesis en lo que concierne a las reglas fiscales. Ante el terremoto que supone el Covid-19 se asume que el déficit español superará el 10%. Según mis cálculos, y suponiendo que no nos vayamos a escenarios pesimistas, al menos el 11,5%. Además, somos conscientes de que los recortes agravarían la crisis de confianza y consumo. La situación cambia hacia 2021, sobre todo si vencemos al virus con una vacuna. Entonces habrá que normalizar las cuentas públicas y eso sí exigirá nuevas medidas de consolidación fiscal. Porque, recordemos, antes de entrar en la situación actual, España era uno de los países europeos con mayor déficit estructural. Es perentorio resolverlo.

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