El fuego no indultó a las iglesias: "Algúns maiores dóense porque o seu funeral non poderá ser na súa capela"
Javier Calvo Prada (Carballeda de Avia, 1972), ejerce de párroco en Viloira, que pertenece a O Barco de Valdeorras y que se ha quedado sin dos de sus queridos templos. Fueron pasto de las llamas en el avance del reconocido como mayor incendio de la historia de Galicia: el que arrancó el 13 de agosto en el concello de Larouco.
La iglesia de Cesures y la capilla de Fervenza, con más de 300 años de antigüedad, han sido las afectadas, dejando a sus 29 y 17 vecinos, respectivamente, sin su lugar de culto habitual donde, además, reposan sus difuntos en los cementerios colindantes.
La primera mantiene en pie sus paredes y espera un plan de reconstrucción que todavía no está claro mientras que la de Fervenza está abocada al derrumbe.
El párroco relata que unas doce personas acudían a la misa de Fervenza que se celebraba "o cuarto luns de cada mes" y que eran "unhas 30 persoas as que se achegaban á misa de Cesures", que solo se oficiaba en los días de fiesta y ocasiones especiales.
Traslado de las misas
Javier Calvo relata que tanto él como los vecinos están "moi apenados" y que han tenido que trasladar el culto a la iglesia de San Martiño de Viloira. "A misa dos enterros celebrarase na igrexa de Viloira e despois darémoslles sepultura aos seus seres queridos no cemiterio de Fervenza ou no de Cesures, xa que nestas igrexas non hai posibilidade de celebrar a misa".
Pensando a futuro, los vecinos de mayor edad lamentan que sus funerales ya no vayan a poder oficiarse en las parroquias que les vieron crecer. "Unha veciña moi maior doíase estes días ao afirmar que ía morrer pronto e que a misa do seu enterro non se ía poder celebrar na súa igrexa", cuenta el párroco. "Estaban moi emocionados e ao falar deste tema enseguida se botaban a chorar", lamenta.
A pesar de no tener una gran población, los últimos tres bautizos que festejó el padre Javier tuvieron lugar en la iglesia de Cesures. También recuerda una boda que ofició el año pasado. "Tiven a oportunidade de conversar estes días co matrimonio e a moza, que é de Cesures, falaba emocionada ao ver destrozada a igrexa na que celebrou o seu casamento".
Reconstrucción y derrumbe
Respecto a la reconstrucción, el párroco relata que los vecinos están dispuestos a ayudar "ata co que non teñen". "A igrexa de Cesures resistiu ben o lume, polo que hai esperanzas de reconstruila. A de Fervenza está completamente destrozada e os técnicos, nun primeiro momento, pensan en derrubala", señala Javier Calvo.
Patricia Rodríguez Malvesada (1986, O Barco), gestiona la casa rural Prado do Forno, en Cesures. Cuenta que la pérdida de estas dos iglesias supone también la de muchos recuerdos, además de dar al traste con el esfuerzo que los vecinos hicieron para tener una iglesia propia en el pueblo.
"Antes a igrexa estaba a medio camiño entre Cesures e Vales e conseguiron facer unha no mesmo pobo xa hai bastantes anos", afirma Patricia, que añade que "é un sinal máis do abandono do rural". "Na igrexa facíanse misas, festas e incluso hai pouco unha voda. Agora que arderon non dan esperanzas de recuperalas", lamenta.
Las fiestas en esta parroquia se celebran en octubre y enero con motivo del San Clemente y el San Tirso, otro de los eventos que estas dos capillas no podrán acoger este año. "Aquí hai moita xente devota que trae aos seus familiares nesas datas e que están moi decepcionados polas decisións que se están tomando", señala la empresaria.
A su juicio, el traslado de las actividades a la iglesia de Viloira no soluciona la situación. "Moitos veciños son maiores e, se non poden conducir, non poden baixar á outra igrexa nin teñen moito quen os leve en coche. Os seus fillos están fóra e moitos viven sós", señala la mujer.
El negocio de Patricia también se ha visto truncado ya que sus clientes han anulado las reservas que tenían planeadas hasta el 15 de septiembre.
Los vecinos de Fervenza defienden que "fueron los vecinos los que salvaron el pueblo"
En Fervenza, Natalia Rodríguez Blanco asegura que "fueron los vecinos los que salvaron el pueblo". Su marido fue uno de ellos.
El hombre recibió una llamada que alertaba de que el fuego ya estaba muy cerca y, al pedir ayuda, recibieron por respuesta que "no había medios".
Ante la esperada tragedia, los vecinos acudieron al lugar cuando el fuego ya se había cebado con la iglesia, por la que no pudieron hacer nada. "Las casas no ardieron porque la gente del pueblo estuvo allí pendiente, sólo el tejado de una vecina", asegura Natalia.
La mujer asegura que la gente está muy afectada y que, "si quieren volver a tener la iglesia, van a tener que reconstruirla ellos". Se suma a su tristeza que "el paisaje es desolador", lamenta Natalia.