Susana Romero, controladora aérea en Lavacolla: "Un erro humano non pode ser o desencadeamento dun accidente aéreo"
El reciente accidente en el aeropuerto de Washington, en el que un helicóptero y un avión colisionaron en plena aproximación, ha reavivado el debate sobre la seguridad aérea y el papel de los controladores. Para Susana Romero, controladora aérea en el aeropuerto de Santiago y secretaria de comunicación de la Unión Sindical de Controladores Aéreos (Usca), la clave está en comprender que la aviación es un sistema con múltiples barreras de seguridad.
Romero destaca que el transporte aéreo sigue siendo el más seguro del mundo gracias a un sistema que no depende de una sola persona: "Hai moitísimas barreiras de seguridade na aviación". Sin embargo, como es evidente, "onde hai seres humanos hai erros, porque é unha condición humana. Un erro non pode ser o desencadeamento dun accidente aéreo". Según explica, cada incidente se produce por una cadena de fallos y es crucial analizar cada eslabón para evitar su repetición.
En el caso de Washington, se especula que el helicóptero pudo haber confundido el avión con otro tráfico aéreo, pero Romero insiste en que no se debe apresurar ningún juicio: "É fundamental agardar á investigación oficial. O máis importante dun accidente é que nunca volva ocorrer". De hecho, apunta, es raro que los sucesos como el ocurrido sobre las gélidas aguas del río Potomac se repitan. Ahí está la clave, no tropezar jamás en la misma piedra.
El papel del controlador: un día a día de máxima precisión
Romero, que ejerce como controladora en la torre de Lavacolla –estuvo también en Barcelona–, explica cómo funciona su trabajo en Galicia, una comunidad con tres aeropuertos que requieren una estrecha coordinación. En su caso, Santiago cuenta con una peculiaridad: la torre de control alberga tanto el control de aproximación radar como el de torre, lo que permite gestionar con precisión tanto los despegues y aterrizajes como los tráficos en ruta sobre el espacio aéreo gallego.
"Santiago é unha dependencia anómala porque na misma torre está tanto o controlador de torre como o de radar", señala. Desde allí se controla no solo el tráfico del aeródromo de la capital gallega, sino también los aeropuertos de A Coruña y Vigo, además del espacio aéreo que se extiende hasta el norte de Portugal. "Colaboramos constantemente con Madrid, Lisboa e Oporto mediante sistemas automáticos e liñas directas de comunicación".
En su experiencia personal, Susana Romero reconoce que la tensión forma parte del trabajo diario de un controlador aéreo, pero la clave está en la capacidad de gestionar el estrés con precisión y serenidad. "O controlador ten que ser capaz de lidiar co estrés", explica.
A lo largo de su carrera de tres décadas ha experimentado el impacto de rayos contra aeronaves, la pérdida de posición de aviones al fallar el sistema eléctrico e, incluso, el vuelo de un avión militar desconocido –en un momento en el que el terrorismo estaba en auge– sobre su espacio aéreo, con intervención de cazas incluido. Sin embargo, jamás le tocó vivir una desgracia de tales dimensiones como la de Estados Unidos.
"Son momentos nos que a presión é enorme, pero precisamente para iso estamos adestrados: para que cada decisión sexa a correcta", expone, a la vez que recalca la importancia de descansar o ser relevada por un compañero después de haber vivido un momento de fuerte tensión en torre.
Las maniobras con helicópteros también se realizan en Galicia
La gestión del tráfico aéreo requiere una sincronización milimétrica, especialmente en aeropuertos con condiciones complicadas como los gallegos, en los que tanto la orografía del territorio y las malas condiciones meteorológicas pueden jugar una mala pasada. "Temos tres aeroportos pequenos e moi cercanos entre eles", explica.
Respecto a los helicópteros, que fueron protagonistas del accidente en Washington, Romero subraya que las maniobras de cruce con aviones comerciales son habituales en Galicia y seguras si se siguen los procedimientos. "Cando hai tráfico visual e outro instrumental, o procedemento habitual é proporcionar información de tráfico e que o piloto confirme que ten a outra aeronave á vista. Se a ten, é a súa responsabilidade manter a separación", comenta.
Una política "valente" ante la mala conectividad gallega
De otro lado, la controladora aérea santiaguesa también reflexiona, a nivel personal, sobre la gestión aeroportuaria en Galicia y su impacto en la conectividad de la comunidad. "Non é normal que cando alguén quere viaxar a Europa teña que ir a Oporto ou Madrid", critica, animando a la Administración a realizar una inversión decidida por uno de los aeropuertos gallegos, al igual que se hizo en Cataluña con Barcelona o en Euskadi con Bilbao. "Dame pena ver como os aeroportos están infrautilizados", expone Romero, que pide una política "valente".
"Non se pode especular cando hai vítimas"
Romero recalca la importancia de la prudencia en estos casos, recordando la lección de Pilar Vera, presidenta de la Asociación de Víctimas de Spanair: "As vítimas e as súas familias merecen respecto. Non se pode especular coas causas ata que se coñeza a verdade", afirma con rotundidad.
El tráfico aéreo es un engranaje complejo donde cada pieza cumple una función fundamental. Y, aunque la posibilidad de error existe, el sistema está diseñado para que un solo fallo no sea suficiente para provocar una tragedia. La aviación, insiste Romero, seguirá perfeccionándose con cada incidente investigado, porque de cada accidente se aprende para que no vuelva a repetirse.