La falta de personal tensiona el servicio más demandado por los dependientes gallegos

Una trabajadora atiende a una persona dependiente.FREEPIK
Los beneficiarios de la ayuda en el hogar crecieron un 120% en 10 años al tiempo que las horas de la prestación se ampliaron. La plantilla, sujeta a un convenio vencido desde 2012, se queda corta. Silvia Domínguez, trabajadora del SAF, relata su día a día: "A moitas das persoas que atendemos ilumínaselles a cara cando chegamos"

Aunque las raíces del servizo de axuda no fogar (SAF) se remontan a inicios de la década de los 70, cuando se ideó el Servicio social de asistencia a los ancianos, bajo cuyo paraguas se concibió una prestación restringida a las personas mayores más necesitadas que en su día fuesen trabajadores afiliados a la Seguridad Social, su verdadera concepción como servicio público se desarrolló en democracia, con el Plan Concertado de 1988, en tanto que su despegue siguió a la aprobación de la ley de dependencia en 2006.

Hoy, de los 77.397 dependientes beneficiarios de prestaciones en Galicia, 24.372 tienen reconocida la ayuda a domicilio, esto es, prácticamente tres de cada diez, lo que hace de este servicio el más demandado. En la última década, los usuarios se han incrementado un 120% y también ha aumentado la intensidad de la prestación, de manera que hoy un dependiente de grado I recibe un promedio de 23,2 horas mensuales en Galicia, mientras que se rondan las 48,4 en el caso de los de grado II y las 77,5 para los de grado III. Todo ello después de que el Gobierno central impulsase en una reforma en 2023 que amplió la cobertura estableciendo una horquilla de 20 a 37 horas para el grado I, de 38 a 64 para el II y de 65 a 94 para el III.

¿Cómo evolucionó la plantilla?

La última memoria del Plan Concertado indica que en 2022 eran 12.157 los auxiliares de hogar —mujeres en su mayoría— dedicados al SAF en la comunidad, un 71% más que en 2015.

"Levamos moito tempo alertan do da situación do SAF, porque é un problema estrutural dende hai anos", sostiene David Gontán, el coordinador del Colexio Oficial de Traballo Social de Galicia, que constata que el aumento de la financiación ha sido "mínimo", sin ser acorde a la progresión del número de usuarios y horas. Gontán, que tiene experiencia como coordinador del SAF en un ayuntamiento, incide en que a esto se suma el hecho de que los concellos pequeños tienen menos capacidad económica para gestionar el servicio de forma idónea. En esta situación, algunos optan por adjudicar el contrato "a multinacionais que, para obter un mellor rendemento, apertan aos profesionais".

La Xunta, que reclama al Gobierno que cumpla con su parte de la financiación de la dependencia, sopesa captar trabajadores fuera

Gontán, que apunta a la profusión de contratos "inestables", "pouco" remunerados y a una tasa de absentismo laboral "tremenda" por sobresfuerzos y problemas de estrés, señala también que la formación se ha descuidado.

En cuanto a los trabajadores sociales que coordinan el servicio a nivel municipal, explica que en algunos casos "levan a moito máis dun cento" de dependientes, lo que resulta "inasumible".

Respecto a las condiciones laborales de las auxiliares del SAF, Diana Rodríguez, de la CIG, indica que el convenio colectivo de la ayuda a domicilio, de ámbito autonómico, está vencido desde 2012, con lo que aunque se han ido aplicando las subidas correspondientes al IPC, el colectivo se rige hoy por un texto "anticuado". En 2022, CC.OO. y UGT llegaron a un preacuerdo con la patronal, que la CIG frenó convocando una huelga al rechazar que se abriese la puerta a introducir una doble escala salarial y actualizaciones por debajo de la inflación. Ahora, con la mediación del Consello Galego de Relacións Laborais, los contactos se han retomado.

La sindicalista, que censura que "moitos concursos" de adjudicación del SAF "saen por debaixo dos custos salariais", denuncia que esto solo agudiza "aínda máis a precariedade" en un escenario en el que el sueldo base de una auxiliar es de 1.244,01 euros.

Fichar a trabajadores extranjeros, opción sobre la mesa

Ante un déficit de personal que trasciende a Galicia, el Ministerio de Derechos Sociales y las comunidades acordaron en marzo crear una mesa de trabajo. La Consellería de Política Social, que sopesa captar trabajadores en el extranjero con el foco en Suramérica, incide en que el Gobierno central debe cubrir el 50% de la factura de la dependencia y saldar la deuda de 2.500 millones que reclama la Xunta por este concepto. Además, recalca que tiene abierto el diálogo con la Fegamp para aumentar la financiación del SAF.

"A moitas das persoas que atendemos ilumínaselles a cara cando chegamos"

Silvia Domínguez, trabajadora del SAF de Cuntis

"Ás veces trátannos como se fosemos 'chachas' da limpeza", constata Silvia Domínguez, que trabaja para la concesionaria del servizo de axuda no fogar (SAF) de Cuntis. Ella lamenta que este tipo de prestación esté "bastante infravalorada", cuando estas profesionales se encargan de asear, dar la medicación, preparar la comida, de limpiar y, sobre todo, de "acompañar" a dependientes que, en muchos casos, tienen en ellas a su única compañía. Domínguez echa en falta más control por parte de los concellos para que las tareas de estas sociosanitarias se ajusten al cuidado del usuario, evitando abusos como que los familiares pretendan que hagan "as camas" o laven "a louza de todos".

A sus 46 años, acumula unos 15 de experiencia en el cuidado de mayores y admite que le gusta lo que hace. "Á maioría das persoas ás que imos atender ilumínaselles a cara cando chegamos pola mañá. É coma se estiveran esperando por nós, porque lles facemos moita compañía e facémolas rir", constata esta trabajadora, que no duda en disfrazarse en carnaval para animar a los dependientes.

Tiene cinco casas a su cargo y su jornada arranca sobre las 8.30 horas y remata en torno a las tres de la tarde con un contrato de lunes a domingo, que implica que trabaja un fin de semana al mes. En el día a día, echa en falta "máis medios", como camas adaptadas o grúas, para reducir "a carga de esforzo físico". Este es, a su entender, el detonante que explica la profusión de bajas, "moitas de longa duración". En su caso, admite que acude a trabajar "medicada con opiáceos" por una lesión de espalda derivada de cargar con una usuaria con obesidad.