Francisco Villar, psicólogo clínico: "La salud mental infantil está en su peor momento por las pantallas"
Partidario de que los menores no tengan acceso a un smartphone hasta los 18 años, el autor de Como las pantallas devoran a nuestros hijos o Sin pantallas siento y pienso mejor clausuró en la Cidade da Cultura la reunión anual de la Asociación Galega de Pediatría de Atención Primaria. Padre de cuatro hijos y con un quinto en camino, este doctor en Psicología barcelonés y formador de equipos de salud mental infantojuvenil en estrategias de prevención del suicidio, alertó en marzo en el Senado del daño que hacen las redes sociales a niños y adolescentes. Llama a los padres a una "sencilla revolución", que pasa por no proporcionar dispositivos digitales.
¿Hay una sobreexposición a las pantallas entre niños y adolescentes?
Totalmente. La sobreexposición es absoluta y salvaje. La Asociación Española de Pediatría recomienda que hasta los seis años ningún niño esté ni un minuto delante de una pantalla. De los seis a los 12, apuntan a un máximo de una hora entre colegio y casa y ya vemos lo que pasa.
¿Qué consecuencias observan?
Hay ocasiones en las que uno tiene que perder algo para valorarlo. Sabemos que los niños nacen sin recursos, aunque con el 'programa' o la posibilidad de desarrollarlos y tenemos que garantizar que tengan oportunidades para hacerlo. La vida está hecha en tres dimensiones, se necesita una movilidad y todas las sensaciones tienen que acabar en una única experiencia a partir de la cual el cerebro va haciendo todas las maravillosas conexiones que permiten a un niño enfrentar la vida con una cierta salud. Si le ponemos una pantalla en dos dimensiones, le privamos del movimiento y de toda la riqueza que le rodea, por no hablar de la pérdida visual. Lo que cuida el desarrollo del niño son las horas en la calle mirando a la profundidad.
¿Cuál es el impacto en la conducta?
La afectación se está dando en todos los ámbitos del desarrollo. A los niños les está siendo muy difícil enfrentar la vida en temas de impulsividad y gestión de las emociones. Si para interrumpir una pataleta les ponemos una pantalla, los incapacitamos para desarrollar la tolerancia a la frustración. Aunque con la mejor de las intenciones, les privamos de desarrollar sus propios recursos. Los incapacitamos en lugar de ayudarlos.
¿Hasta qué edad considera que se debería evitar el móvil?
El autor de 'Demencia Digital', Manfred Spitzer, propone los 25 años, que es el momento en el que el cerebro se ha desarrollado. Yo sería capaz de ajustarme al acuerdo social por el cual, aunque la maduración no se ha completado, a los 18 años sería un buen momento para arriesgar y que el adolescente tome sus propias decisiones. Lo mejor que podemos hacer por nuestros hijos es que su primer dispositivo smartphone se lo compren ellos. Les podemos dar un móvil de llamadas a los 14 años. Aunque soy más partidario de los 18, estoy de acuerdo con la Asociación Española de Pediatría, que recomienda, en concordancia con el comité de expertos del Ministerio de Infancia y Juventud, que antes de los 16, nada de smartphones y también con la propuesta de Australia, que ha prohibido todo tipo de redes sociales antes de esa edad. Whatsapp es la red que mayor número de intervenciones de la Policía genera en colegios. Las situaciones más fuertes de acoso se hacen a través de esta red.
En Galicia, tenemos cierto conflicto en torno a la introducción del programa del libro digital E-Dixgal en las aulas...
La Xunta se ha equivocado. Está haciendo muchas cosas bien, de las que soy testigo, en el campo de la prevención del suicidio en la adolescencia con el programa Yam, pero con esto se ha equivocado.
La única manera de que Mark Zuckerberg o la industria del porno accedan a mi hijo es que tengan mi colaboración"
¿Por qué?
Todos los estudios nos dicen que el aprendizaje en papel es muy superior al de las pantallas. La digitalización es una gran ayuda en el mundo laboral, porque incrementa la producción, pero esta no es la finalidad de la educación. Si un niño hace un trabajo objetivamente menos bueno o de menor calidad de lo que podría hacer con los soportes digitales, pero si el hecho de elaborarlo le ha generado muchas conexiones, porque le ha requerido mucho esfuerzo, habremos acertado. Porque el objetivo del aprendizaje es mejorar las conexiones cerebrales. Cuanto más hagamos trabajar el cerebro en la infancia y la adolescencia, más protegido estará ante las enfermedades degenerativas como la demencia senil o el alzhéimer e incluso ante la pérdida cognitiva tras episodios psicóticos. Entonces, si hacer trabajar el cerebro es saludable, no tiene mucho sentido ponerles un dispositivo que quite trabajo. Aprender a hacer raíces cuadradas es un ejercicio para tener mayor capacidad para comprender el mundo. Hacemos a los niños leer y escribir a mano porque sabemos que por la mano se aprende el lenguaje.
Advirtió en el Senado de que es el peor momento para la salud mental de niños y adolescentes.
Es el peor momento, con diferencia, y los culpables son las pantallas.
¿Perciben un aumento de los trastornos de la conducta?
De todos: del suicidio, los alimentarios, la depresión, la ansiedad y un vaciado de habilidades. Luego, hay una exposición a unos contenidos violentos a los que los niños no deberían tener acceso y que les privan del desarrollo de la empatía. Y lo que pasa en el desarrollo sexual no hay por donde cogerlo. Los abusos de menores contra otros menores y son los propios niños los que suben buena parte de los contenidos pedófilos en las redes. Mi propuesta no es prohibirles nada. Sino prohibir a ciertas industrias que toquen a los niños. Estamos hablando de la revuelta más sencilla de hacer de toda la historia de la humanidad. No tenemos que quemar contenedores ni hacer manifestaciones. La única manera de que Mark Zuckerberg o la industria del porno puedan acceder a mi hijo es que tengan mi colaboración. Por lo tanto, la máxima acción de cuidado y respeto por la salud física y mental de nuestros hijos es una inacción por nuestra parte. No comprarles móviles ni pantallas.