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Toca una reforma agraria

El reto pasa por establecer otro equilibrio entre derechos de propiedad y usos de las tierras

A GALICIA RURAL como una economía eminentemente agraria es un lugar común que pocos cuestionan. La Galicia del interior frente a la Galicia costera, como la del norte frente a la del sur, es una división que se hunde en el imaginario colectivo sin apenas discusión. Sin embargo, de vez en cuando surgen radiografías que derriban tópicos y clichés a golpe de sencillos datos, muy reveladores en algunos casos, sobre todo cuando dibujan el pasado reciente de la economía gallega frente a su estructura actual. La que nos ocupa es, desde luego, un baño de realismo en el que conviene reparar. Aborda una transición silenciosa que alcanza visos de mutación, y analiza esa Galicia rural, pero "abandonando la permanente melancolía que viene presidiendo los debates y las políticas públicas de las últimas décadas". De paso, propone estrategias de futuro.

Los profesores Edelmiro López Iglesias y María do Mar Pérez Fra, del Foro Económico de Galicia, firman la valiente propuesta. Y parten de un axioma: el problema de fondo del medio rural gallego, en lo que respecta a su base socioeconómica, es que ya no es solo básicamente agrario, "pero todavía no es otra cosa", dicen los autores del informe. Quizá sea "muchas cosas a la vez, pero sin una ordenación y articulación global".

De esa transición dicen mucho dos datos. En 1950, el 80% de la población gallega vivía en un entorno rural, y de ella, el 90% tenía como actividad básica la agricultura. En síntesis, en ese año, el 70% del total de la población ocupada de Galicia tenía el sector agrario como exclusiva actividad. Entre 1950 y 2015, la población ocupada en el sector descendió en un 95%, pasando de 827.000 a unas 45.600 personas. En otras palabras, hoy en día queda únicamente uno de cada veinte agricultores que había a medidados del siglo XX en Galicia. Pero hay algo todavía más revelador.

Para los autores del informe, estamos en un país supuestamente agrario que es incapaz de producir los alimentos de origen agrario que consume. ¿Cómo es posible? El deficiente aprovechamiento de un recurso como la tierra y la debilidad de las estructuras de transformación industrial y comercialización explican esta paradoja. Y es que Galicia lleva registrando los últimos treinta años, de modo permanente, una balanza agroalimentaria deficitaria: si exceptuamos la pesca, la producción agraria no cubre el consumo de los gallegos. Solo somos exportadores netos de leche y ganado. Cereales, aceites, grasas, productos cárnicos, vino y algunos derivados lácteos, frutas y hortalizas preparadas, alimentación para el ganado... Galicia es importadora neta de todos esos productos.
Imagen para el blog de Julián Rodríguez (02/12/17)Otros clichés tumban el análisis del Foro Económico. Lo hace con contundencia. Por ejemplo, establece una nítida distinción entre tres Galicia rurales, cuyos problemas habrá que afrontar de forma muy diferente: el Eje Atlántico, la Galicia interior y la alta montaña. En esos tres espacios conviven las áreas rurales costeras, comarcas periurbanas bajo la influencia de las ciudades del corredor, con las comarcas del interior de Galicia, con una sólida base agraria y ganadera y proximidad también a las ciudades. Y, como tercer eje, "con un proceso de despoblación difícilmente reversible", las sierras orientales de Lugo, la mitad oriental y sur de Ourense, y la cordillera dorsal.

Incluso el uso del suelo en estas tres Galicias rurales es diferente: un rural urbanizado y forestado en la franja costera, un rural activo en creciente expansión y elevado peso del espacio agrario (Lugo e interior de A Coruña) y un rural abandonado que ocupa la alta montaña y la mayor parte de la provincia de Ourense.

Toda esta descripción que presenta el estudio es clave para avanzar en una propuesta que, planteada con audacia por los autores, conllevaría toda una reforma agraria. El principio general de esa reestructuración: la necesidad de establecer un nuevo equilibrio entre los derechos de propiedad y los usos de las tierras. Edelmiro López Iglesias y María do Mar Pérez Fra lo tienen claro. Se podrán discutir los ritmos y modular los consensos, pero fuera de cualquier debate, para el rural gallego del nuevo siglo, debería estar "una reforma estructural que, sin alterar la distribución de la propiedad, impulse de un modo decidido la movilización productiva de las superficies y la ordenación de sus usos".

Con esa reforma agraria reclamada por los autores, el rural lograría dejar de ser "esas muchas cosas a la vez", reflejo de su desordenada heterogeneidad, para convertirse en hábitat imprescindible que revierta un proceso de despoblación que es consecuencia de sus problemas, no la causa.


Una paracaidista llamada Isabel Tocino

Y en esto llegó Isabel Tocino a la presidencia del Banco Pastor. Nadie tiene muy claro para qué, cúal es su misión en un escenario que pinta muy, muy negro para la histórica entidad que un día fue gallega. El nombramiento de la egreria dirigente del Partido Popular tiene muchas lecturas, a falta de la concreción necesaria, que es de suponer llegará con su aterrizaje efectivo. ¿O no?

Por un lado, suena a retiro dorado tras su paso por el consejo de administración del Santander, en el que lleva algo más de diez años, cuando lo normal, para un consejero independiente en una cotizada, son cinco. Del sanedrín del banco también sale otro histórico, Matías Rodríguez Inciarte, sin el que no se puede entender la historia reciente del Santander.

¿Y a qué llega Isabel Tocino a Galicia cuando ya lo ha sido casi todo, tanto en política como en el mundo empresarial? Pues hay quien ve en todo esto una decidida apuesta por el mantenimiento de la marca Banco Pastor, muy en línea con los rancios postulados que ha comprado la Xunta desde el minuto uno. Pero se trata de una presidenta de pega para un banco de cartón piedra, que dejó de ser gallego en 2011, cuando el Popular firmó su compra y se quedó con su pasivo, sus depósitos, para financiar sus activos malos, su ladrillo. Tocino, si llega a aterrizar en Galicia, tiene tarea, y a buen seguro no está en sacar brillo a la marca Pastor. El cierre de oficinas, que llegará en 2019, apunta a sangría laboral, por las duplicidades de tres bancos en uno. Una transición sin problemas para los Botín hasta su integración total en el grupo Santander parace su única misión.


Francisco Conde para el blog de Julián Rodríguez (02/12/17)Francisco Conde: Un plan estratégico para el sector forestal que habrá que definir

MÁS allá de ese Plan Forestal pendiente, y cuya definición está en manos de la Consellería do Medio Rural, la reciente separación de poderes dentro de la política de la Xunta hacia el monte, con asignaciones concretas a la parte industrial para la Consellería de Economía, comienza a dar sus primeros frutos. Francisco Conde avanza un plan estratégico para el próximo año, que será el eje vertedrador de la Axencia da Industria Forestal de Galicia, de reciente creación. Conde, que suele tomarse muy en serio los encargos de Feijóo, tiene una oportunidad de oro para recuperar el tiempo perdido. El conselleiro esbozó las líneas de ese plan estratégico en una jornada organizada por el grupo de análisis Manuel Colmeiro. Conde sabe, aunque no lo dice, que uno de sus principales cometidos es devolver a la mesa de diálogo a todos los actores del sector de la madera. Tarea difícil hasta ahora. El talante del conselleiro será su mejor activo.


Miquel Iceta para el blog de Juilán Rodríguez (02/12/17)Miquel Iceta: Una propuesta fiscal en clave interna que enciende a casi todos

UN dos en uno del candidato del PSC a la Generalitat que enciende a todos. Solo en clave interna, como un guiño electoral al autogobierno, se pueden entender las dos propuestas que ha hecho Miquel Iceta en asuntos de dinero. Por un lado, la gestión por parte de Cataluña de todos los impuestos, con cesión posterior a Madrid. Lo más parecido al cupo vasco sin llamarlo así, en síntesis. Pero lo peor llega cuando propone la condonación de la deuda de la Administración catalana. Tabla rasa y a correr, que son dos días. Lógico y monumental el enfado, por ejemplo desde Galicia. Esta historia de la condonación de la deuda, que es un extremo, tiene una antesala en las quitas que plantean en voz baja algunas comunidades con déficits y deudas inasumibles. Algo sabe Iceta y no admite: condonar la deuda a Cataluña es castigar a los cumplidores, entre ellos Galicia.

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