Un orden oscuro

Nick Cave. AEP.
El cantante Nick Cave estará este octubre en España con la gira de su nuevo álbum, ‘Wild God’, que rompe con dinámicas pasadas y anuncia una energía nueva, alegre.

Nació en una pequeña localidad de Australia llamada Warracknabeal, poco después, con sus padres y sus hermanos, se mudó a Wangaratta. Allí iban a la iglesia, y allí, Nick Edward Cave, en aquellos primeros años, cantaba en el coro. El resto del tiempo se dedicaba a establecer una relación no productiva con la escuela y lo que había dentro. Finalmente, sus padres tomaron la decisión de alejarlo y fue así como acabó en Melbourne, matriculado en la escuela Caulfield Grammar, donde conoció a los jóvenes músicos con los que formaría su primera banda. Empezó a tocar el piano y continuó cantando, en el coro correspondiente. Después de eso toda la familia se trasladó a Melbourne.

Estudió pintura en el Instituto de Tecnología de Caulfield (Melbourne) y también empezó a consumir heroína: "En cierta medida, la heroína, aparte de la maravillosa sensación que da al principio, es una especie de extraño dispositivo que aporta orden a tu existencia. Parte de la tragedia humana está en saber qué hacer con tu vida. Mucha gente no sabe cómo vivirla. Pero un adicto a la heroína no tiene ese problema: un yonqui se despierta por la mañana y la única opción es meterse, de lo contrario el mundo entero se sumiría en el caos. Tiene que ir a por la dosis. Y necesita hacer eso dos veces al día. En cierto modo, es una forma de orden".

El orden de Nick Cave fue, durante muchos años, una sombra muy oscura que, a veces pesaba mucho y suponía un freno a algo, como una parada en seco con las consecuencias que acarrea el cambio de mirada. De pronto estás parado y el mundo se mueve y pasan cosas y tú no puedes agarrarlas. Estaba en la cárcel condenado por robo cuando su madre le comunicó la muerte de su padre en un accidente. Él tenía 19 años y sí, las cosas iban demasiado rápido.

The Boys Next Door, así se llamó la primera banda de Cave que, más tarde, coincidiendo con su traslado a Londres, pasaría a ser conocida como The Birthday Party. Todo muy loco, muy salvaje, ruido y escándalo, el centro de una atmósfera que se llamó pospunk. Poco a poco las composiciones de Nick Cave se fueron transformando en otra cosa, un estilo, un arte, una manera particular de ver las cosas. Tuvo mucho que ver en ese proceso una mujer de nombre Anita Lane, cantante, artista y en aquel momento, novia de Cave: "Cuando nosotros nos conocimos, yo tenía 17 y él, 19; no has decidido nada a esa edad. Estás abierto y quieres que el mundo te lo muestre todo, habiendo rechazado lo que tus padres han planeado para ti. Ese fue el trampolín: la rebeldía. Simplemente saltas a los brazos de lo que venga y así lo hicimos", diría ella en una entrevista. Rowland S. Howard, guitarrista de la banda, declaró: "Anita fue responsable de que Nick hiciera ciertas cosas de manera creativa. Sabía que cuando la conoció por primera vez sintió que las letras que estaba escribiendo eran escandalosamente estúpidas y casi comenzó a expresarse para demostrar que podía hacer algo distinto".

Después se fueron a Berlín y allí siguió el ritmo desenfrenado, con cierto orden y sombras muy negras. The Birthday Party se desintegró en el año 1984 y un año antes, Anita Lane y Nick Cave rompían una relación para marchar en solitario sin desprenderse nunca de una influencia visceral y enormemente creativa.

Entonces nació Nick Cave & The Bad Sees, que lanzarían su primer álbum en 1984. Sería el inicio de una leyenda musical. Aunque no sólo musical. A finales de la década debutaría con su primera novela y después de eso se trasladaría a Sao Paulo (Brasil). Allí conoció a la periodista Viviane Carneiro, con quien tendría a su hijo Luke. Casi al mismo tiempo, allá en Australia, nacería otro hijo suyo, de una relación con la modelo Beau Lazenby, llamado Jethro. Y la vida siguió su curso.

Sonidos cada vez más líricos

Los sonidos de Cave se fueron haciendo más líricos, menos estridentes, había menos cosas que romper o, al menos, era hora de romperlas de otra forma. Ya iniciados los años 90, un nuevo traslado marcó otra nueva etapa, que fue la de consagración: de su música, de su figura como cantante de culto. Escribía historias, metía su vida en una narrativa violenta, maldita, desesperada, con el imaginario religioso cruzando las tonalidades: "Así veo las iglesias. Para mí, son estructuras creadas por el hombre dedicadas a cierto tipo de liberación: allí te puedes entregar a la tristeza absoluta o a la alegría absoluta. Puedes dar rienda suelta a sentimientos que no tenemos manera de expresar adecuadamente en la sociedad secular. Hay cosas que siento en una iglesia que no tengo forma de expresar fuera, excepto tal vez con la música. Pero estoy lleno de dudas. Mi naturaleza religiosa es una lucha constante contra mi yo racional".

Ese combate también lo expresa a través del arte. Con figuras de cerámica que representan al Diablo en un viaje vital que explora oscuridades y luminosidades, la caída y la belleza. Y también con el cine, componiendo bandas sonoras de culto como la de la famosa película de Wim Wenders, El cielo sobre Berlín, en la que dos ángeles observan desde las alturas a los humanos y uno decide caer. Qué Nick Cave es eso.

Son los tiempos de grandes duetos que se convertirían en éxitos internacionales, con P. J. Harvey, Henry Lee, o con Kylie Minogue, Where The Wild Roses Grow. De la ruptura amorosa con la cantante británica P. J. Harvey saldría un álbum entero: The Boatman's Call. Así es como Nick Cave atraviesa su vida, o la procesa, con el filtro de la música. Se sienta al piano y canta canciones que van vertebrando su biografía. "Yo no dejé a P.J. Harvey, fue P.J. Harvey quien me dejó. Recuerdo que estaba sentado en el suelo de mi piso en Notting Hill y que el sol entraba por la ventana —o no, yo qué sé—, sintiéndome bien, disfrutando porque tenía por novia a una cantante preciosa, joven y talentosa, cuando de pronto sonó el teléfono. Lo cogí y era ella". Al parecer, no eran buenas noticias. Y ella rompió con él.

Una especie de Belle Époque

A esas alturas de vida, su adicción a la heroína y a las anfetaminas —que él continuaba negando en público hasta que, sin querer, lo confirmó en una entrevista— alcanzaba niveles alarmantes. Decidió parar. Ingresó en un proceso de rehabilitación y acabó con aquello. El fin de la década trajo un nuevo orden, muy distinto a los anteriores. Como él mismo dijo en una ocasión: "Era una especie de Belle Époque, pero más oscura y clandestina. Todo el mundo era artista de algún tipo. Compartíamos ideas. Bebíamos en los mismos bares, sin parar. Y todo, alimentado con anfetaminas muy fuertes. Fue extraordinario. Caótico, pero creativo".

Conoció a la modelo y diseñadora Susie Bick y se casó con ella. Entrando el 2000 nacieron los gemelos, Arthur y Earl, así como álbumes exitosos, elogiados, melancólicos algunos, rockeros otros. Estilo Cave siempre. En 2015, su hijo Arthur murió accidentalmente tras haber consumido LSD y en 2022, su hijo Jethro aparecería muerto en extrañas circunstancias en una habitación de motel. La devastación de la pérdida la expresa Cave con la música y las palabras. En 2018 abrió un blog llamado The red hand files en el que responde a las preguntas de sus infinitos fans. Responde a lo que sea y escribe sobre la pérdida, la muerte, una cierta fe, un cierto orden: "Mi espacio seguro está en la mirada de mi esposa. Con esto quiero decir que cuando miro a los ojos de mi esposa encuentro una belleza, y esta belleza tiene un valor moral, de bondad; una bondad que se manifiesta como una especie de benevolencia. Y esa bondad se refleja y provoca mi propia bondad y, a su vez, la bondad necesaria del mundo".

Atrás quedó, quizá, aquella búsqueda de un orden oscuro que no siempre sería la mejor de las opciones, pero que, desde luego, en muchas ocasiones, fue la opción elegida y, probablemente, la que construyó la leyenda.