Solo puede quedar uno
El 28-A definirá si tiene más peso la marca de En Marea en sí mismo o los rostros de plató de En Común-Unidas Podemos
UNA DE LAS DISPUTAS más atractivas de las elecciones generales del próximo día 28 en clave autonómica será la que protagonicen en la izquierda En Marea y En Común-Unidas Podemos, hasta ayer aliados y hoy enemigos encarnizados que, pese a todo, se ven obligados a convivir todavía un año más en el mismo grupo del Parlamento de Galicia.
Y el duelo no solo es atractivo por el morbo que pueda generar, sino que tiene otros ingredientes de interés. El primero está en las encuestas, ya que en lo que se refiere al espacio rupturista en Galicia no pueden ofrecer ni una sola pista fiable porque el escenario es nuevo e indescifrable, lo que alimenta el interés alrededor de esta pugna electoral. Y el segundo es que constituye un experimento sociopolítico en sí mismo: permitirá saber si a la hora de votar pesa más la marca o la fama de los candidatos.
→ El favoritismo de En Común
En Marea se enfrenta en este primer test en solitario a algunos problemas que pueden resultar decisivos. Es cierto que atesora la marca, lo que siempre es un valor a la hora de acudir a las urnas; pero no es menos cierto que las siglas En Marea llegan desgastadas al 28-A, tras asistir en los últimos meses a poco menos que un asesinato retransmitido en directo de la misma.
Después también hay que admitir que los de Luís Villares han creado algo parecido a lo que puede ser una estructura territorial, basada sobre todo en pequeñas mareas municipales, y que llegan con la vitola de ganadores del convulso proceso interno. Pero a En Marea todavía le falta músculo. Se vio en el acto de ayer en Santiago, pobre de asistencia, sobre todo si se compara con el del Bloque de una semana antes.
Por último está el factor candidato. Aunque conocidos en el espacio rupturista, los cabezas de lista a las generales de En Marea tiene perfiles menos mediáticos que algunos de los rostros de plató de En Común-Unidas Podemos. Sin embargo, no es el de los candidatos de cada lista el factor determinante sino que, al tratarse de unas eleciones nacionales en las que se vota en clave de Madrid, la alianza de Podemos y Esquerda Unida puede echar mano de referentes como Pablo Iglesias o Garzón para movilizar voto en la campaña, una posibilidad de la que no dispone En Marea. Los grandes paracaidistas de Madrid ayudan, aunque solo sea para llenar un auditorio y hacer la foto de rigor.
Un último factor: falta por resolver el reparto de tiempo en los medios públicos, pero todo apunta a que como en las últimas elecciones generales lo que había era una coalición electoral entre Podemos, EU y Anova, y el partido instrumental En Marea no se registró hasta más tarde para las autonómicas, los de Villares podrían quedarse silenciados en este sentido.
Sumando todos estos condicionales, el grueso de analistas parecen conceder cierto favoritismo a En Común sobre En Marea el próximo 28-A. Pero tampoco hay que olvidar que son los mismos que daban ganador de las primarias a la dirección del partido a Bruzos y que ya enterraron a Villares y a los suyos más veces de las que Pedro Sánchez movió a Franco del Valle de los Caídos. Si en política no hay que dar nada por hecho, en el rupturismo, menos.
→ Daños colaterales
Lo que resulta innegable es que el escenario de la unidad popular de Galicia es muy distinto al de 2016. La división penaliza y el escaño en el Congreso sigue caro, especialmente en las provincias del interior, donde algunos sondeos apuntan directamente al reparto de los ocho escaños —cuatro en Lugo y cuatro en Ourense— de forma íntegra entre el bipartidismo. Quedan las provincias atlánticas, donde tampoco nadie regalará nada. Con el PSdeG agrupando el voto de la izquierda y el BNG en recuperación, el voto de la izquierda estará muy disputado y es difícil que llegue para todos.
Por eso, aunque el examen final sean las autonómicas de 2020, si En Marea o En Común salen trasquilados del 28-A los daños colaterales serán irreversibles. Porque no hay que olvidar que los proyectos políticos surgidos a raíz del 15-M nacieron en un contexto determinado y sumaron mucho porque eran ganadores, pero crecieron con pies de barro. En Marea y En Común-Unidas Podemos comparten en realidad algo muy importante: ambos carecen de estructura suficiente como partido para soportar un fiasco electoral. Solo puede quedar uno.
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