Quiénes somos y quiénes no

Hay un alto grado de probabilidades de que no sea usted quien cree que es. Según una estadística publicada en 1863, de cada cien niños/ as que nacían en Pontevedra, 27 no eran fruto del matrimonio de papá y mamá. Si procede usted de familia coruñesa o lucense no lo tiene mejor. En A Coruña eran 29 de cada cien y Lugo tenía el récord de Galiza (y de España) con 39. Los ourensanos, sin embargo, rompían la tendencia, con un ridículo 11%.

Si esa dinámica se vino manteniendo durante varios años, incluso generaciones, el porcentaje crecería exponencialmente, por lo que es más que posible que lleve usted unos apellidos que no le corresponden si es usted descendiente de gallegos o de habitantes de la Galiza del XIX.

En mi caso, no hay motivos de preocupación. Por línea materna soy medio cacereño. Cáceres era, con Burgos, Guadalajara y Santander la que presentaba una cifra menor, apenas un 8%; por línea paterna, procedemos de un pueblo pontevedrés, pero que limita con la provincia de Ourense, por lo que la estadística se aproximaría (espero) al 11% ourensano. En cuanto a la parte netamente pontevedresa, estoy convencido de que las bisabuelas de mis abuelos eran unas santas. Supongo que las de usted también, que no venimos aquí a faltarnos. 

Como compensación hay que señalar que según los divulgadores del informe, miembros de la Academia de Medicina de Barcelona, procede usted de una ciudad considerada centro de la civilización. Dice el texto:

"Si la consideración del estado de abyección moral de nuestro siglo causa honda pena, esta es mayor todavía cuando se observa que los grandes focos de la inmoralidad son precisamente aquellas ciudades que se tienen como grandes centros de cultura social y como los principales centros de civilización, porque en realidad poseen todos los elementos para que lo fuesen". Siguiendo la anterior consideración, Lugo era el mayor centro de civilización de España, y A Coruña y Pontevedra ocuparían lugares destacados. Todos esos nacimientos eran, según los académicos catalanes, producto del crimen:
 

"Estos nacimientos ilegítimos son fruto del crimen; que crimen es la fornicación, crimen es el estupro, crimen es el concubinato, crimen es el adulterio; y todavía osarán los panegiristas del siglo batir palmas en loor de la moderna civilización en loor a cuya sombra el crimen se desarrolla de una manera tan alarmante? Continuemos". Pues eso, continuemos. Los académicos sostienen, pues, que la civilización promueve el crimen. Pero no debemos alarmarnos más de la cuenta ni hacer demasiado caso a los médicos catalanes, ya que puestos a continuar, lo hacen cambiando de tema, y pasan al siguiente:

"La duración de la vida se calcula por la del tiempo del completo desarrollo del ser físico; a un crecimiento rápido sucede siempre una muerte próxima; a un crecimiento lento y tardío sigue siempre una vida larga y una muerte muy lejana". Así que, a fin de cuentas, si ha crecido usted con rapidez y sigue vivo, también es muy probable que no sea fruto del concubinato.

Es más que posible que lleve usted unos apellidos que no le corresponden si es usted descendiente de gallegos o de habitantes de la Galiza del XIX


El informe, tiene el larguísimo título de Acta de la sesión pública inaugural que en 2 de enero de 1863 celebró la Academia de Medicina y Cirugía de Barcelona y fue editado por la propia academia. Tampoco hay que asustarse por las conclusiones de estos médicos, que a buen seguro eran una panda de pinflois. En ningún momento del ensayo dicen qué método han utilizado para concluir quién es hijo o hija de quién o de quién no. Y por lo que se ve, su tesis de que quien crece rápido muere pronto no ha sido refrendada por la realidad. A mediados del S. XIX los médicos empezaron a generar mucha literatura que no tenía otra finalidad que la de dárselas de listos. Pues como hacen ahora con la pandemia, pero sin pandemia.

Yo, que soy así de raro, me leí el texto entero y no encontré en él ni atisbo de veracidad, más que nada por eso, porque no se tomaron la molestia de explicar de dónde sacaban las cifras y los porcentajes ciudad a ciudad, ni quién lo hizo ni cómo ni para qué. La ciencia en general por aquella época era muy poco empírica y muy imaginativa. Así que puede usted coger esta página y envolver pescado en ella, que es para lo que servían antaño las páginas de los periódicos del día anterior.

O sea que ni caso. Si tiene usted alguna duda sobre su origen, hoy por cuatro duros le hacen un análisis de ADN que no falla, pero total qué más da. Si el bisabuelo Ramiro y la bisabuela Lola se engañaban no significa nada a estas alturas.