Padín: "El Gobierno intentó que declarase contra Baltasar Garzón"
El testigo protegido de la operación Nécora, confiesa 'su verdad' casi treinta años después de los interrogatorios que acabaron con los clanes del narcotráfico gallego entre rejas. El Diario recoge en exclusiva su testimonio
"Ya era un testigo protegido y el PSOE, que entonces gobernaba, sabía a través de abogados de Los Charlines que Garzón no había actuado bien. Me pusieron encima de la mesa un cheque en blanco en nombre del Gobierno. Decían que España no se podía permitir el deterioro institucional que supondría que saliese a la luz el asunto de los GAL". Manuel Fernández Padín, un rostro conocido en Galicia por ser el testigo protegido número 2 de la operación Nécora y, más recientemente, por su aparición (ficcionada) en la exitosa serie Fariña, ha dicho basta. Tras más de 20 años amparado por el plan de protección de testigos asegura que le han dejado "en la puta calle", con una pensión no contributiva y con escasas posibilidades de reinserción social a causa de su edad y de sus largos años lejos de su tierra. Ahora se declara dispuesto a "contarlo todo" y lo hace en Diario de Pontevedra. Habla no solo de su relación con el tráfico de drogas, sino de toda clase de peripecias que le tocó vivir entre los años 80 y la actualidad.
Padín, conocido por delatar al clan de Los Charlines, relata que estuvo muy cerca de convertirse en una pieza clave para acabar de forma prematura con la carrera de Baltasar Garzón. "El Gobierno no quería que instruyese el caso de los GAL". La guerra sucia contra Eta había llegado a la mesa del entonces juez estrella de la Audiencia Nacional, que, igual que hizo con los narcotraficantes, no vacilaría a la hora de llevarse por delante a quien hiciese falta. "Les pedí una cantidad desproporcionada, miles de millones, pero aceptaron 200 millones de pesetas a cambio de que declarase acerca de la prevaricación que había cometido en la operación Nécora. Yo estaba de acuerdo. El Consejo General del Poder Judicial le iba a quitar de en medio, pero en ese momento ya aparecieron Amedo y Domínguez y todo salió a la opinión pública, por lo que ya no se hizo nada más".
"Había una connivencia con ellos total y absoluta. Vilanova era el centro neurálgico, especialmente del tráfico de heroína, y yo no vi nunca allí un coche de Policía ni una redada, nada. Se traficaba y se hacía de todo, venía gente de Vigo, de A Coruña, de Ferrol, de León, de Barcelona, de Madrid..., era una etapa de impunidad absoluta. Nosotros traficamos, mis amigos hicieron ricos a empresarios, aparecieron nuevos narcos... Se hablaba de cantidades bestiales, 500.000 pesetas, solo en actividades de menudeo. Y los agentes de Vilagarcía no aparecían por allí. Esto fue así hasta que apareció Garzón".
Esa fase, que será relatada en primera persona por su protagonista en los capítulos del viernes y del sábado, incluyó entregas a clientes en lugares recónditos de la provincia, no solo en O Salnés, sino también en otros lugares. "En algunas ocasiones también cobraba a clientes. Era como en las películas. Me encontraba con ellos en un parking de Vigo y me daban un paquete repleto de billetes".
Fernández Padín asegura que solo estuvo a las órdenes del clan (en concreto, de Melchor Charlín y de Jorge Outón, según sus palabras) durante seis meses, hasta que decidió contar lo que estaba sucediendo. "No podía permitir que se estuviese traficando con cocaína. Una cosa era el tabaco o unos porros y otra eso. Mis amigos se estaban muriendo".
Sin embargo, parte de lo que contó después fue "mentira, bajo coacción". Así lo remitió por escrito a la Fiscalía General del Estado con la idea de que "se rectifiquen de una vez por todas" aquellas sentencias.
Manuel cuenta su caída en el mundo de las drogas y ofrece todos los detalles de las descargas en las que participó en 1989, con nombres y apellidos de las personas que participaban en ellas. Concluye con su detención en Pontevedra y sus primeros testimonios contra Los Charlines.
El arrepentido explica sus años de cautiverio, las presuntas coacciones que ejerció sobre él Garzón para que testificase contra Los Charlines y las "mentiras" de Ricardo Portabales, el testigo protegido número 1 y que, según él , no conocía a Oubiña, Miñanco ni Terito, "las personas de las que habló".
Cansados de vivir con la mentira, Ricardo Portabales y Manuel Fernández Padín pusieron en conocimiento de la Fiscalía y de la Justicia que lo que dijeron en su día no era del todo cierto. Además, nuestro protagonista ofrece su opinión sobre la situación actual del narcotráfico en las Rías Baixas.