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De Roncesvalles a Compostela (V)

Ruinas del Monasterio de San Antón. Castrojeriz. J.L.
photo_camera Ruinas del Monasterio de San Antón. Castrojeriz. J.L.

  9. De Burgos a Hontanas 33,00 km

    Mayo 2021. Lunes 31

Es en la planta de los pies donde las ampollas hacen más estragos. La que padezco en el pie derecho comienza a  causarme  molestias y dolores incómodos; la piel no acaba de endurecerse y es la única protección natural de la herida que evita que ésta se infecte. De nuevo la rutina de su lavado, desinfección con yodo, secado, vaselina y apósito hidrocoloides. Desayuno. A las 8:30 me sitúo en la catedral en donde prosigue el Camino y continúo hasta el arco o puerta de San Martín que me conduce a la N-120; sigo las flechas amarillas que se pierden una vez cruzado el río Arlanzón y aparezco en un barrio de las afueras en donde  no hay indicaciones. Estoy desorientado. A otro peregrino le sucede lo mismo que a mí. Consultamos nuestras guías, pasamos por una urbanización; preguntamos, tenemos que dar la vuelta y retomar la ruta por otro lugar. Consensuamos continuar el tramo de la N-120 en donde cada uno avanza según su paso.  Día radiante en esta etapa llana que me interna en la austera y postrada Castilla con paisajes de cereal verde y caliza blanca a más de 800m de altitud, a través de pueblos que mantienen con fidelidad su camino jacobeo, Villalbilla, Tardajos, Rabé de las Calzadas. Me detengo en la Fuente de Praotorre, un oasis arbolado en este tramo solitario donde se inicia el paisaje hosco de la meseta. Llego a Hornillos del Camino a las 13:30 y paro en el Bar Casa Manolo y almuerzo sólo un contundente plato de macarrones con atún y tomate, servido por una mujer seria y económica en palabras que te hace sentir invisible. No es buen sitio para hacer tertulia, después consulto Google y descubro por qué. Hace calor y un sol que abrasa. Me siento en una de las sillas que el bar tiene en la acera donde no da el sol, y con una cerveza y tiempo descanso un rato. 
 

Me abastezco de agua y salgo de Hornillos a las 16:30.  El cielo comienza a ponerse negro y amenaza tormenta; la fiesta es a lo lejos donde veo los relámpagos seguidos de los truenos, caen unas gotas pero el aguacero se aleja y vuelve a aparecer el sol. Un hito de piedra me indica que estoy a 477,7 km de Santiago. A las 19:00 llego a Hontanas  oculta en un valle a la que solo se ve tras un angosto descenso que desemboca en su calle principal, y me alojo en el Hostal Fuentestrella, y antes de registrarme el paisano al que le ayudé a sacar el coche de un embarrado del camino me invita a una cerveza. El hostal es bastante caro y el equipamiento inexistente (no dispone de toallas ni te las dan aunque las pidas), el desayuno incluido consiste en café de termo con algo de pan. Está supervalorado en Google. Creo, al igual que otros compañeros de viaje, que es una patraña. El francés Antoine y yo decidimos cenar unos huevos fritos con morcilla en la terraza de la competencia que está enfrente. Con su guitarra y mi armónica nos marcamos unos blues en compañía de un gintonic y un público agradecido a las diez de la noche con 23º.
 

   10. De Hontanas a Frómista 35,00 km

   Junio 2021. Martes 1

    A las 7:15 estoy saliendo de Hontanas con el cielo amenazando lluvia, pero hace calor. Los cuatro primeros km son camino seco y después asfaltado hasta Castrojeriz, con un gran trecho de fresnos desde donde se va divisando las ruinas de uno de los iconos del Camino, el imponente monasterio de San Antón del siglo XIV, hospital de peregrinos a 3 km del pueblo; sus gigantescos arcos góticos se elevan sobre la carretera, paso natural por donde discurre la ruta. El declive de la casa de la orden francesa a la que pertenecía y la desamortización de Mendizábal acabaron con él. A las 9:15 entro en Castrojeriz ascendiendo por su calle Real, la más larga del Camino, flanqueada de casas blasonadas y arquitectura tradicional. Quiero desayunar pero no hay  ningún establecimiento hostelero abierto, ni siquiera en su plaza mayor, donde comienza la calle a descender. Tampoco este pueblo madruga. Me quedo sin el sello en mi credencial de peregrino y con una abstinencia involuntaria. Recurro a mis uvas pasas y frutos secos, cruzo el puente de madera sobre el río Odrilla y comienzo la subida al Alto de Mostelares con una acusada ascensión de dos km que se hace muy cuesta arriba (un 12% de pendiente). Desde arriba (914m de altitud) se divisa el inacabable paisaje  de Tierra de Campos. En la cima algunos caminantes han dejado su firma a modo de mensaje místico y declaración de amor. El primer tramo de la bajada del 18% está pavimentada –algunos dicen que desafortunadamente– yo creo que la obra evita muchos accidentes por la pendiente de guijarros que aún conserva el segundo tramo. Transito por el llano de la inmensa planicie castellana hasta tropezar con la ermita de San Nicolás, románica del siglo XII que con sus 4m de ancho por 16m de largo fue hospital de peregrinos, hoy rehabilitado como albergue de donativo por una asociación italiana, sin corriente eléctrica, con un encanto mágico. A doscientos metros el Puente de Ítero sobre el Pisuerga, del siglo XII, uno de los más largos del Camino, que me adentra en la provincia de Palencia. A las 13:00 llego a Ítero de la Vera y almuerzo en el Hostal Ítero el menú del peregrino. Continúo por un camino de suaves ondulaciones con proliferación de palomares y ausencia total de arbolado hasta llegar a Boadilla del Camino en donde encuentro la mayor obra hidráulica de la España Ilustrada del siglo XVIII, el Canal de Castilla. Mi camino sigue paralelo al mismo entre álamos y sauces blancos hasta llegar al conjunto impresionante de las exclusas del canal que salvan un desnivel de 14m. Al cruzar al otro lado de la acequia entro en Frómista a las 17:00 y me alojo en el Hotel San Martín. Duchado, me produce desazón ver el estado lamentable de mi pie. En esta etapa he sentido dolor lo que me provoca cierta inquietud por la posibilidad de abandonar. Tengo que ir a la farmacia a comprar vaselina y apósitos. Pregunto en el hotel por la única farmacia del pueblo y allí me envía la hostelera con la promesa de que con don Juan Ramón Rodríguez Medina, el farmacéutico, encontraría sosiego y curación. Está cayendo un chirimiri y llego a la botica en chanclas. Tras aguardar un rato sin que el auxiliar me despache vaselina y apósitos hasta que el titular lo disponga, llega el farmacéutico, se presenta, se sienta delante de mí, reposa en su rodilla mi pie y después de menospreciar el valor de la vaselina vaticina que con la crema preparada por él mañana estaría mucho mejor y pasado ni huella. Con enorme escepticismo, una vez en el hotel sigo su recomendación de lavado de la herida, pomada para la hinchazón, a continuación la crema de su creación y una gasa adhesiva protectora. Después accedo a la iglesia románica de San Martín de Tours del siglo XI que está enfrente del hotel y que constituye el románico más puro y representativo de la provincia de Palencia; es imposible asimilar de repente tanta belleza en el arte de sus proporciones y la sobriedad y hermosura de su interior, pero la contemplación de sus piedras viaja con mi imaginación a la Edad Media. El arte románico es ingenuo y sutil, como la propia época medieval. Palencia, es considerada la provincia con la concentración de monumentos románicos más importante de Europa, además de la joya de Frómista, vale la pena hacer una escapada de fin de semana para conocer Moarves de Ojeda, Carrión de los Condes, Cozollos, Saldaña, San Salvador de Cantamuda, Lomilla, Aguilar de Campóo, Santa María de Mave, Villalcázar de Sirga… El románico y mucho más.

Ceno temprano una sopa castellana, trucha escabechada y arroz con leche acompañados de un verdejo.

Antes de acostarme me lavo el pie herido y procedo otra vez con el tratamiento prescrito por el farmacéutico.

 Continuará…

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