NO ES oro pero cada vez tiene más en común con este metal precioso: también puede considerarse un valor refugio, en este caso más emocional que como activo de inversión, y va camino de convertirse en un bien de lujo por su precio. Hablamos del cacao, la principal materia prima del chocolate. Es cierto que todo ha subido con la crisis inflacionaria, pero su caso es diferente. No se trata de un encarecimiento coyuntural, sino que detrás están los efectos del imparable cambio climático.
La producción de cacao se concentra en África Occidental. En torno al 60% del fruto que se obtiene en todo el mundo sale de Ghana y Costa de Marfil. Allí las cosechas se han visto seriamente diezmadas por unas condiciones meteorológicas desfavorables que van más allá de episodios puntuales, como las sequías en plena época de floración y crecimiento del fruto y las lluvias torrenciales durante la cosecha, que provocan además la propagación de enfermedades como la vaina negra.
Estos factores se suman al hecho de que muchas plantaciones están al final de su vida útil y los productores tienen dificultades para comprar semillas más resistentes para sustituirlas. Una tormenta perfecta que ha disparado la cotización del cacao hasta el punto de multiplicarse por más de tres en el último año: una tonelada supera en la actualidad los 8.500 dólares en el mercado de futuros estadounidense –unos 7.850 euros al cambio–, muy lejos de los 2.700 dólares –en torno a 2.500 euros– en los que se movía a estas alturas en 2023. Ha pulverizado así los máximos históricos que alcanzó en 1977, en un periodo de escasez transitorio. La diferencia es que ahora algunos expertos advierten que los altos precios podrían haber venido para quedarse.
Y, mientras la oferta de cacao mengua, el consumo de chocolate en países en desarrollo y muy poblados, como es el caso de India o China, va a más y eso también lo encarece, fruto del creciente desajuste entre la oferta y la demanda.
Para elaborarlo se añaden ingredientes como el azúcar, que también se ha encarecido con fuerza en el mercado mundial por factores como el descenso de la producción en India o Tailandia a causa del fenómeno de El Niño.
¿Se está gestando una crisis del cacao? ¿Debe prepararse el consumidor para una fuerte subida de precios del chocolate? Son muchos los expertos y analistas que creen que sí. Habrá que ver pues si este producto, uno de los grandes caprichos de la cesta de la compra, sigue los pasos del aceite de oliva. De momento, la gran industria del chocolate podría estar recurriendo a estrategias como la reduflación –meter menos cantidad en cada envase para mantener el precio y poder retener al consumidor– o una reducción de la cantidad de cacao en sus productos, sustituyéndolo por otros ingredientes como el caramelo, la crema de cacahuete o el aceite de palma.
En España, el consumo en el hogar ronda los 3 kilos por persona al año de media, contando las tabletas, los turrones, los bombones, el cacao soluble, la crema de untar y los snacks de chocolate. En total nos zampamos más de 150 millones de kilos dentro de casa.
El alimento de los dioses ya ha subido en el súper un 18% en los últimos seis años, pero lo que se teme ahora es que llegue a alcanzar precios tan estratosféricos que se convierta en prohibitivo.
Con ese telón de fondo, existen iniciativas para producir cacao en otros lugares del mundo. En España, investigadores del CSIC han conseguido cultivarlo en Málaga, convirtiéndose en los primeros en lograrlo en la Europa continental. Lograr que sobreviva a los inviernos no es tarea sencilla.
En toda crisis hay quien saca provecho, y en la del cacao podemos mirar a los fondos de capital riesgo, que ya tienen en este activo su negocio más lucrativo.
