POR SERVILISMO a gobernantes de su ralea, los que sirven el momio, y a otros tejemanejes que les alejan de su finalidad, los sindicatos (algunos) distorsionan su horizonte, su esencia, la de proteger al trabajador. Su razón de ser. ¿Dónde queda, por ejemplo, el precedente de Nicolás Redondo o de Marcelino Camacho? ¿Cómo es posible que el grisáceo cabecilla de la UGT atribuya la pertenencia de miles y miles de olivareros de Jaén, indignados porque la situación del mercado los asfixia, a la derecha terrateniente y carca? Carcas, cofrades de la derechona para entendernos, son para estos pillastres progres e izquierdosos de tragaderillo, todos los que difieren de sus postulados, alejados de la justicia social que demanda el hemisferio laboral. Los mismos que arremetieron contra los jornaleros extremeños por criticar la subida del salario mínimo, vinculándola al incremento del paro en el campo. En una palabra, todos los que no son de su pelaje, son fachas. Hasta Interior facultó a la Policía a disparar bolas de goma a los insurrectos, prohibidas en los graves disturbios catalanes. Todo vale, con tal de relamer al Gobierno y poner palos en las ruedas para que descarrile el convoy.
