Opinión

En el arcén del purgatorio

Es importante elegir bien un camino, aunque la posibilidad de enmendarlo esté siempre presente.El norteamericano Jack Kerouac (1922-1969) tomó decisiones, buenas o malas, que lo llevaron a escribir una obra clave del siglo XX y a morir desangrado por el estallido de varices en el esófago tras haber recibido 11 litros de transfusiones. Son cosas inseparables.
Kerouac. EP
photo_camera Kerouac. EP

KEROUAC, que en el presente año se celebra el centenario de su nacimiento, fue un innovador en forma, contenido y estilo de vida a mediados del siglo pasado, porque al éxito literario llegó tarde si se vive solo 47 años. El escritor, nacido en un pueblo de Massachusetts, definió a una generación de personas y autores, los apodó Beat y con ellos desarrolló una época artística donde la libertad sexual, las drogas y Oriente eran lo habitual.

En 1951, la máquina de escribir de Kerouac dejó de sonar y de ser golpeada tras un incesante y continuo trabajo de redacción para dar por terminada la obra En el camino, exponente de un tiempo y pensamiento. En sus líneas se teje una historia real, la del propio autor, que se cruza con amigos en un viaje a través de Estados Unidos, en un momento en el que esas odiseas estaban muy fuera de estilo.

Para realizar esta novela, Kerouac necesitaba de varias cosas. Primero ordenar sus pensamientos y vivencias, por lo que recuperó sus diarios de aquellas jornadas de la década pasada en las que llenó su vida del polvo de su país y de México. Después tenía que encontrar la manera de no interrumpirse a sí mismo, porque este libro debía nacer de un chorro intenso y continuado de esfuerzo, debía ser impulsivo en su creación.

A esto último lo definió como escritura confesional espontánea, aunque luego se ha sabido que preparó bien las partes de En el camino incluso durante el propio viaje tomando notas muy precisas. Para poder realizarlo juntó papel de calco lo suficientemente ancho como que entrase en una máquina de escribir, logró juntarlo en un rollo que alcanzó los 36 metros de largo y así evitó tener que recargar su máquina.

Esta tarea la realizó en su piso de Manhattan en compañía de su segunda esposa, una devota de su marido que durante los 20 días y 20 noches que llevó la escritura ininterrumpida de la novela alimentó a Kerouac con benzedrina, cigarros, sopa de guisantes y tazas de café. Cuando la terminó, se dio cuenta de que ‘En el camino’ no tenía ni capítulos ni párrafos y era absolutamente explícito, más de lo que él mismo había previsto.

Las negativas de publicar 'En la carretera' se acumulaban bajo los mismos pretextos: es experimental, usted se droga mucho, se ríe de las minorías y marginados sociales de la posguerra y habla demasiado de actividades homosexuales

Pero tras esta incesante actividad, nadie quiso comprarla. Era un riesgo potencial, un autor que solo había fracasado en ventas con su anterior obra y que llevaba un estilo de vida visiblemente problemática. Se buscó un trabajo estable mientras tanto, fue encargado de frenos para el ferrocarril. Así encontró muchos huecos de relajación para escribir mientras viajaba de manera remunerada a través del país. En ese período conoció a Herbert Huncke, un icono inspirador para la generación Beat por haber estafado en Times Square.

De este incesante segundo viaje, esta vez por vías y con pausas naturales, nació lo que Kerouac considera su gran trabajo como escritor, Vanidad de Duluoz. Mientras tanto, las negativas de publicar En la carretera se acumulaban bajo los mismos pretextos: es experimental, usted se droga mucho, se ríe de las minorías y marginados sociales de la posguerra y habla demasiado de actividades homosexuales, todo ello de modo explícito. Era demasiado al mismo tiempo en un solo texto.

Kerouac. EP
Kerouac. EP

Durante los años venideros, entre 1950 y 1956, Kerouac se divorció de su esposa a petición de ella mientras estaba embarazada. Al dar a luz, el escritor se negó a reconocer a su hija y solo un análisis de sangre nueve años después lo forzó a reconocerla como suya. En sucesivos viajes entre Estados Unidos y México, la depresión se apoderó de él hasta devorarlo y su adicción al alcohol se agravó de manera inevitable. Sin embargo, halló el tiempo y la inspiración para escribir diez novelas, como Los subterráneos.

La influencia del budismo en su obra y vida comenzó en esta década, con un estudio profundidad sobre la espiritualidad y de donde extrajo una biografía sobre Buda Gautama. Al mismo tiempo sus posiciones políticas, que no temía en hacerlas públicas, le granjearon mala fama en derecha y izquierda. En la derecha, por su libertinaje sexual y por el uso recreativo de las drogas. En la izquierda, por su fuerte posición anticomunista y apoyo a McCarthy durante la caza de brujas.

En julio de 1957, En la carretera consiguió ser publicada. Kerouac logró que su obra más intensa viese la luz porque rebajó su nivel de contenido sexual y tras alterar los nombres de personajes que aludían a personas conocidas, todo ello con amenazadas de denuncia mediante. Millstein, crítico de The New York Times, proclamó a Kerouac como la voz de una generación y la cabeza más visible de la Generación Beat.

Para esconderse de su rol de celebridad y de una fama que le perseguía, Kerouac volvió a finales de los 50 a Nueva York para cuidar de su madre moribunda

Sin embargo, a medida que sus apariciones, presencia e influencia aumentaban por la fama adquirida, su errática personalidad se abocaba hacia lo más fondo del alcoholismo y una mente afecta por una severa depresión, cronificada hasta muerte. En las muy a menudas conversaciones alrededor de En la carretera, Kerouac perdía los papeles y se abrazaba a una marcada moral de su infancia.

"Es una historia sobre dos amigos católicos que vagan por el país en busca de Dios. Y lo encuentran. Lo encontré en el cielo, en Market Street San Francisco y Dean tenía el sudor de Dios en la frente hasta el final. No hay otra salida para el hombre santo: debe sudar para Dios y una vez que lo ha encontrado, la divinidad de Dios está firme para siempre y no se debe hablar sobre ello", alegó en varias ocasiones alrededor de la obra.

Para esconderse de su rol de celebridad y de una fama que le perseguía, Kerouac volvió a finales de los 50 a Nueva York para cuidar de su madre moribunda. Se sobreentiende que su presencia junto a la influencia materna aumentó todavía más su radicalismo católico. En una ocasión le preguntaron si era el rey de la Generación Beat, a lo que respondió: "No soy beatnik, soy católico". Acto seguido cogió un retrato del papa Pablo VI. "¿Sabe quien lo ha hecho? Yo".

Kerouac fue criado en un hogar donde se trabajaba la devoción a Dios y a la madre y el propio autor reconoció que a la única mujer que amó realmente fue a su madre. Su padre los abandonó por la bebida y los vicios tras la muerte de uno de los hermanos del escritor con nueve años, como consecuencia de una fiebre reumática. En aquel momento, su madre se volvó en la fe y él, en su madre.

Confesó sus pecados por primera vez con seis años y pidió por su alma convencido de que sería devorado por sus pecados

Confesó sus pecados por primera vez con seis años y pidió por su alma convencido de que sería devorado por sus pecados, pero aún así rezó por su alma. Este evento junto con la visión de la Virgen que su hermano juraba haber tenido, por lo cual intentaron convertirlo en santo, marcó toda la vida de Kerouac. También perseguía al escritor conocer sus orígenes, su heráldica y el origen de su apellido, para justificar sus aspiraciones como descendiente de un posible noble.

Kerouac habló francés hasta los nueve años y sus primeros poemas de infancia estaban en ese idioma. Cerca de su muerte, en un avanzado estado de insalubridad, confesó que todos sus libros los había escrito en francés y era en este idioma en el que le gustaría haber vivido, pero algo que nunca pudo hacer. Se sentía, en el fondo, un traidor a sí mismo.

El 20 de octubre de 1969, días después de una fuerte pelea en un bar y aquejado de una hernia sin tratar, fue al baño tras tomar su whisky favorito. Comenzó a vomitar sangre en grandes cantidades y su esposa, la tercera, lo llevó al hospital. Donde tras varias transfusiones y una intervención para atar vasos sanguíneos, su hígado falló y no coaguló. La cirrosis, la verdadera enfermedad que arrastraba junto a la depresión, acabó finalmente con él. Tras la operación Kerouac nunca despertó.

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