Opinión

El secuestro de España

En la negociación de los Presupuestos que culminó con los apoyos de PNV, Esquerra Republicana y Bildu —muñidor Iglesias mediante—, el presidente Sánchez perdió el decoro político y profanó la dignidad del Estado al arrodillarse ante los que "quieren desguazar España", en palabras de Felipe González y, a mayores, consiente que dirigentes de esos partidos chuleen a los españoles. Los Presupuestos son su obsesión y "el fin justifica los medios" para seguir en el poder y no pasar a la historia como el gobernante incapaz de dar al país unas cuentas públicas.

En ese mercadeo impúdico el PNV cobra el traspaso de prisiones, la Seguridad Social y el traslado del cuartel de Loyola. El precio de Esquerra es el blindaje de "su inmersión lingüística", el fin del control financiero de la Generalitat, 2.300 millones en inversiones para Cataluña y el compromiso de obligar a Madrid a subir los impuestos. Esquerra va a decidir qué impuestos tienen que pagar madrileños, gallegos y demás comunidades —menos las forales— para que todos imiten la desastrosa gestión de los gobiernos catalanes.

No deben ser menores las concesiones a Bildu por la euforia mostrada por su líder, que vende su apoyo como una "ventana de oportunidad" para democratizar a los pobres españoles y "para alcanzar la república vasca".

En la UE miran con recelo a este Gobierno que permite el 'secuestro' de España por 'partidos marginales' que la quieren destruir

Este es el coste conocido, pero falta saber el coste oculto del soberanismo, que es insaciable. Veremos reformar el delito de sedición en el Código Penal, el indulto o la amnistía a los presos del procés, las puertas abiertas para etarras condenados y más concesiones.

El entreguismo de Sánchez a Podemos, PNV, Esquerra y Bildu es muy preocupante. Preocupa en España a los políticos que contribuyeron a recuperar la democracia, a los empresarios y a muchos ciudadanos que el presidente sea una marioneta en manos de los que quieren dinamitar el Estado constitucional y acabar con el largo periodo de estabilidad y prosperidad que, además, no se recatan en humillar a los españoles.

Recuerdo ahora el certero mensaje que el presidente Feijóo dirigió al presidente Sánchez en septiembre a propósito del indulto a los secesionistas: "No se humille; si se humilla al final nos humilla a todos... y los españoles no debemos nada a los independentistas".

También hay preocupación en la UE, donde miran con recelo a este Gobierno que permite el secuestro de España por partidos marginales que la quieren destruir, discrepan de su intervencionismo, que degrada la democracia, y les asusta que la dirección política y la estrategia económica estén en manos de radicalistas.

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