La tigresa junto al lago
Ahora que Mina cumple 85 años y más de seis décadas como cantante, las miradas se vuelven hacia su casa en el lago Lugano, en donde vive recluida y alejada del ojo público desde hace casi medio siglo. De ella, la mayor estrella musical de la historia de Italia, se sabe muy poco a día de hoy. Ni siquiera su aspecto. Su ausencia sigue marcando su presencia como una artista indispensable para entender el siglo XX.
Aunque recibía el sobrenombre de Tigresa de Cremona, Mina nació en Busto Arsizio, de donde se mudó con tres años. Ambas localidades se ubican en Lombardía, pero en Cremona se asentaron las grandes casas de luthiers, entre ellos, los Stradivari. El arte ya corría en las venas de la familia. La abuela de la pequeña había hecho carrera como cantante de ópera, pese a que su hijo y la esposa de este viviesen como una familia media, de oficios comunes.
La extrema timidez de Mina en la infancia limitaba sus posibilidades como artista. De hecho, proyectaban para ella una fecunda carrera como pianista. En caso de fallar en eso, también destacaba como nadadora de competición. Sin embargo, el gusto de sus padres por el rock’n’roll y el jazz tuvieron un efecto clave en sus perspectivas. Comenzó a fugarse a Milán para colarse en clubs de esos estilos.
Durante las vacaciones estivales de 1958, sus amigas y ella se dejaban caer por el club La Bu-ssola. Tuvo su oportunidad de convertirse en la vocalista de la banda Happy Boys. Llegaron a actuar para 2.500 personas en un teatro, lo que atrajo a críticos. Así le permitieron editar un doble sencillo bajo el nombre Baby Gate. Su familia, sin embargo, la obligó a bajarse de una gira por Turquía para que continuase con sus estudios universitarios.
Formó otro grupo de gran tamaño con amigos músicos y ofreció varios conciertos, en los que destacaba su versión de la canción Ne-ssuno. Aquellos directos llegaron hasta Elio Gigante, uno de los grandes mánagers de la época. De su mano grabó su primer trabajo firmado como Mina, Tintarella di luna. El rotundo éxito la encumbró de inmediato como una de las urlatoras (gritonas). Su fama fue tal que aquel mismo año, Visconti coló en ‘Rocco y sus hermanos’ el "tin tin tin raggi di luna" de su estribillo.
En 1960 y 1961 participó en el Festival de Sanremo con canciones que se colaron en las listas de ventas en varios países; entre ellos, Estados Unidos. Al haber perdido en dos ocasiones consecutivas, Mina prometió que no volvería a presentarse al certamen, al que solo regresó en calidad de invitada.
Conciertos en el Olimpya de París
Cuando sus discos y películas ya salían de sus fronteras convirtiéndose en éxitos, ofreció conciertos en teatros de toda Europa, como el Olympia en París. También los idiomas se multiplicaban en su música, pasando de español a alemán, portugués o japonés. En 1963 había publicado ya cinco álbumes, aunque los elementos se disponían para truncarle la carrera. En aquella época, la confirmación del estrellato solo podía llegar a través de la televisión.
Después de dos décadas de dominio del cine como motor promocional, motivo por el que tantas cantantes españolas e italianas aceptaban salir cantando en películas, la pequeña pantalla se convertía en el principal medio de masas. Los hogares necesitaron de sus propias estrellas y entretenimiento. Así, Mina puso rostro como presentadora y artista al programa Studio Uno, un formato exitoso y que llegó a recibir el mayor presupuesto de toda la RAI.
La dominación de Mina era total. Sus conciertos colgaban carteles de sin entradas, sus programas eran los más vistos y sus discos, números 1. En ese apogeo, topó con el oscurantismo y la moral cristiana más italiana. Su carrera televisiva sufrió el primer revés cuando cancelaron su contrato como presentadora al descubrirse que esperaba un hijo del actor Corrado Pani, un hombre casado. Fue apartada de la parrilla televisiva y, semanas después, vetada al máximo nivel: nadie podía decir su nombre ni en pasillos ni en directo. Los compañeros de profesión se montaron en armas para pedir su readmisión. Después, sus canciones dejaron de sonar en la radio, aunque continuaba vendiendo más que nadie.
Mina no reculó, pese a que su relación con Pani ya parecía herida de muerte. Se enfrentaría a la moral de un país y de un tiempo. El Vaticano, por su parte, emitía comunicados tachando a la cantante de "pecadora pública". Más allá de los paparazzi a la puerta durante todo el día, la polémica fue tal que Mina y el actor tuvieron que irse a vivir a un hotel. Si compartían casa, el concubinato se probaba y la pena de dos años resultaría ineludible.
Sin embargo, el público la salvaría del escándalo. Los jueces morales de la RAI y los medios no contaban con el cambio de paradigma. La libertad que Mina representaba para el pueblo no debía ser subestimada. La cantidad de reclamaciones, cartas, llamadas y quejas que suscitó su veto fue de tal calibre, que las instituciones deshicieron su error.
Vuelve a ser presentadora
En enero de 1964, Mina regresó a la televisión e interpretó Città vuota, uno de sus himnos atemporales. Durante su actuación dejó ver un dramatismo nuevo. Se había transformado en la sombra y resurgía como una artista diferente. Su siguiente single, È l'uomo per me, fue la canción más vendida del año. Y para finales de año, cuando retomó su rol de presentadora en Studio Uno la noche de los sábados, su aspecto oficialmente era otro. Mina se había afeitado las cejas, lucía pelo rubio cobrizo y un maquillaje exagerado y oscuro, gesticulaba en exceso. Se habían unido diva y artista.
La estética pasó a ser una de las piedras angulares en su éxito. Se adelantaba a la androginia que luego capitalizaría David Bowie, pero también a la belleza marciana que Tilda Swinton emuló. Su estilo era la transgresión en sí misma. Destacaban de su presencia el hieratismo, el contraste entre el gesto rígido y el aspecto exagerado. Había sido la primera italiana en llevar minifalda en televisión, y aquello ya le sabía a poco.
Lo más grande estaba por llegar. Extrajo un disco con las mejores canciones que había interpretado durante su programa televisivo y lo título igual, Studio Uno. Aquel álbum fue un éxito incontestable. El recorrido por sus canciones, como la magnífica Un anno d’amore, resume su trayectoria: del rock’n’roll patrio al pop más teatral.
Poco después, publicó el single Brava, una pieza frenética de jazz creada para demostrar las enormes habilidad vocales de Mina. Sus capacidades resonaban en todo el mundo. Liza Minnelli la tenía por la mejor cantante del planeta. Louis Armstrong consideraba a Mina la mejor cantante blanca y Sarah Vaughan confesó que de no tener su propia voz, querría la de la italiana. Sinatra lamentó toda su vida que Mina rechazase un dueto.
En 1966, Ennio Morricone se encontraba componiendo una canción para la cabecera de un programa de la RAI. Jugó con unas teclas para crear la melodía inspirada por las sirenas policiales de Marsella. Mina entró en la sala, escuchó cómo avanzaba la progresión y se lanzó a cantar lo que consideró acertado. Así fue el proceso de grabación de Sa telefonando, una pieza que se mantiene perfecta hasta la actualidad.
Colabora con la televisión suiza
En ese mismo año comenzó una larga colaboración con la televisión suiza y su orquesta. Además, formó su propia discográfica, junto a su padre. En los siguientes años trabajaría sin limitarse a un género y alternaría el soul, con los ritmos brasileños o las baladas en español. En 1968 contaba con 13 discos en el mercado, innumerables singles y sus giras funcionaban como nunca. Por eso, la RAI la recupera como presentadora del programa Canzonissima, otro espacio de variedades para el sábado noche.
Se retiró durante tres meses. De aquella pausa surgieron sus primeros discos independientes, que el público adoró. Su acercamiento al mercado de habla hispana la llevó a coronarse en Argentina.
En 1972 resultó la cantante de más ventas en Italia y el motivo parece claro. Aceptó regresar a la RAI por un número determinado de programas, ocho apariciones para conciertos televisados. En la entrega final, Alberto Lupo y ella interpretaron por primera vez Parole parole. Arrasaron en listas y consiguieron que decenas de versiones en italiano, inglés y, sobre todo, francés, afianzasen su éxito.
A finales de ese año, al final de un concierto, Mina suspiró que se retiraría. El público colapsó el auditorio como respuesta. Unos meses después, en 1973, su marido fallecía en un atropello. Pese al durísimo golpe, que la dejaba con dos hijos y en un estado emocional devastado, publicó dos canciones.
Al año siguiente comenzó a participar en un programa junto a Raffaella Carrà, y en ese mismo espacio ofreció su última actuación televisiva en 1978. Al terminar de cantar Ancora ancora ancora miró fijamente a cámara y dijo: "Ciao, grazie". El piloto rojo de la cámara de la RAI se apagó y jamás volvió a aparecer en pantalla.
Meses más tarde, en julio, Mina tomaba el escenario del club La Bussola, donde todo había comenzado. Era una estrella indiscutible. Por delante la esperaba una gira de 15 conciertos.
Un aspecto decadente
Aquel agosto, ella fumaba demasiado y había ordenado retrasar la salida. La gente se impacientaba en la sala. Recuerdan su aspecto como el de un cuadro de Modigliani, maquillaje oscurísimo y ojos grandes. Salió, cantó su repertorio como pocas veces antes. Se escuchó cómo decía "¡Váyanse ustedes a la mierda!". Aquella noche, Mina se retiró para siempre.
Horas después se confesó. "Este es el último espectáculo. He decidido vivir. Y es muy difícil vivir la propia vida desde un escenario. Os prometo que desapareceré para siempre. Yo no nací para cantar. Si hay algo que no me apetece hacer es cantar. En público, quiero decir. Nunca me ha emocionado el aplauso".
Pese a su retiro, Mina no se ha retirado del todo, solo del directo y la promoción. Desde Lugano ha publicado un disco al año. En la distancia y sin conciertos continuó generando números 1, en especial con sus álbumes de duetos. La rigidez de su decisión, a veces criticada, la revaloriza dejando que solo su música y sus portadas hablen por ella.
Las especulaciones apuntan hacia una posible ceguera incipiente, un cambio físico radical fruto de la medicación o un síndrome, o el propio avance de la edad. Lo poco que se sabe de su retiro es que estaba cansada de luchar con los valores conservadores, con la prensa que la acosaba y con lo superficial, porque su talla de pantalón importaba más que su trabajo.
La canción más reproducida de la cantante en Spotify data de 2023 y es una colaboración con Blanco, una de las nuevas estrellas pop de Italia, famoso por su trabajo con Mahmood en el Festival de Eurovisión. Mina se mantiene activa porque cada año recibe entre 5.000 y 6.000 temas, de los cuales selecciona los que quiere para producir su disco anual. La última ocasión en que se ha visto a la cantante fue en 2001, en unos vídeos publicados por ella misma grabando en el estudio, aunque casi siempre de espaldas o con gafas de sol bajo una luz cegadora. En 2018, un anuncio sorprendió al mundo. Mina actuaría en el Festival de Sanremo. El público se pegó a la televisión y aquella noche, interpretando Another day of sun de la película La La Land, pudieron ver un holograma de ella actuando. El frenesí dio lugar al estupor. La diva más vanguardista seguía por delante.