El metal gallego busca mujeres, que copan solo el 17% del empleo

Unas 500 profesionales trabajan como soldadoras, chapistas o montadoras de estructuras en Galicia. Son solo el 2,5% de los ocupados de estas especialidades en un sector que precisa 1.500 trabajadores. De monitora de aeróbic a soldadora en una empresa del sector naval, la canguesa Tamara Malvido relata su experiencia y defiende con orgullo su oficio
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photo_camera La soldadora Tamara Malvido. EP

Pese a que las mujeres representan hoy el 48,3% del empleo en Galicia, en determinadas profesiones muy masculinizadas tienen mucho terreno por conquistar. Es el caso del metal, que precisa incorporar a 1.500 efectivos de forma inmediata para atender los contratos que tiene en vigor y que, para satisfacer sus necesidades de personal, ha puesto el foco sobre los jóvenes y las trabajadoras.

La radiografía que traza la encuesta de población activa revela que en el segundo trimestre había apenas 500 soldadoras, chapistas, herreras o montadoras de estructuras metálicas, lo que supone el 2,5% de los 19.900 ocupados en estas especialidades. Mientras el contador femenino está a cero en el gremio de mecánicos y ajustadores de maquinaria, con 23.500 varones, apenas se cuentan 200 trabajadoras en electricidad y electrotecnología (0,9%). Su presencia es algo más elevada en el campo de la operación de instalaciones y maquinarias fijas (37,5%) y en el montaje y ensamblaje en fábricas, con un 28,9% de mujeres en Galicia. Pero queda camino por recorrer.

El sector también busca incrementar los perfiles técnicos y de dirección femeninos por lo que ve clave atraer a las jóvenes hacia las carreras ligadas a las ciencias, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas (STEM, por sus siglas en inglés). Hoy por hoy, el Ine indica que ellas ocupan el 28% de los puestos de dirección de producción y operaciones, copan el 33% del empleo de técnicos en ciencias e ingenierías y son el 41% de los profesionales en física, química, matemáticas e ingenería en activo en la comunidad.

Los convenios colectivos del metal recogen medidas para tratar de allanar su incorporación. Así, por ejemplo, el de la provincia de Pontevedra —el de mayor impacto al afectar a 33.000 profesionales, de los cuales un 21% son mujeres— incluye el deber de las empresas de más de 50 trabajadores de dotarse de medidas específicas o planes de igualdad. Y en el de A Coruña —16.000 trabajadores, un 5% de sexo femenino— se especifica que, "dada la escasa presencia de mujeres", los agentes sociales se comprometen "a favorecer una mayor contratación" al tiempo que, a la hora de promocionar a un profesional, "en idénticas condiciones de idoneidad" el ascenso se adjudicará "aplicando la discriminación positiva a favor de la mujer".

El sector también busca incrementar los perfiles técnicos y de dirección femeninos por lo que ve clave atraer a las jóvenes hacia las carreras ligadas a las ciencias, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas

Eliminar los "prejuicios y estereotipos de género", promover la formación, ofrecer programas de capacitación y desarrollo y fomentar la conciliación con horarios flexibles, teletrabajo y planes de apoyo a la maternidad son algunos aspectos que la vicepresidenta segunda de la patronal gallega del metal Asime, Rebeca Acebrón, considera básicos en un sector de la siderometalurgia que sostiene unos 58.300 empleos, 10.035 de ellos ocupados por féminas.

También es partidaria de "garantizar una representación equitativa de mujeres en los órganos de toma de decisiones de las empresas" para fomentar la diversidad en la toma de decisiones.

Otra de las recetas de la consejera delegada de Acebron Group es visibilizar las trayectorias femeninas de éxito en roles de liderazgo en un sector que representa el 20% del PIB gallego y el 42% del empleo industrial.

Materializar estos avances exige la colaboración entre empresas, instituciones académicas y administraciones. Un ejemplo es el proyecto Tecnolóxicas, con el que Asime y la Diputación de Pontevedra dieron formación a un centenar de mujeres en áreas demandadas por las empresas para luego facilitarles prácticas remuneradas por al menos seis meses, además de dar a conocer referentes locales entre las jóvenes para que cursen carreras STEM.

Acebrón, que entró en la junta directiva de Asime en 2017 como vocal, explica que la propia asociación industrial ha evolucionado en igualdad. Hace seis años, ella era la única mujer en el equipo y hoy son cinco de los 21 miembros.

"O naval é un sector moi masculinizado; podemos perfectamente ser soldadoras"

Antes de dedicarse a la soldadura, Tamara Malvido (Cangas, 1979) hizo "un pouco de todo". Su primer trabajo fue de monitora de aeróbic, pero un problema de rodillas le impidió seguir en lo que quiso "facer sempre". Por ello, buscó otras alternativas. "Traballei en hostalaría, cosendo, nunha fábrica de Citroën, limpando habitacións e nunha conserveira", recuerda.

Finalmente, unos conocidos suyos —"todos homes"— que habían hecho un curso de soldadura y encontrado empleo la acercaron a la profesión. "A min todo o manual dáseme moi ben e, dixen, pois vou probar neste sector", cuenta.

Después de cursar la titulación y de dar unas cuantas vueltas, Tamara encontró empleo en la construcción naval. Hace ya más de cinco años que se dedica a la calderería y a soldar piezas. "É como montar un lego", explica entre risas.

Como todo trabajo, tiene una parte menos agradable: "máncaste, ensúciaste, quéimaste e pasas moito calor". Sin embargo, ella lo valora muy positivamente en relación a otros puestos que desempeñó. "É un curro moi bonito, síntome moi orgullosa de ser soldadora", dice.

Na anterior empresa na que traballei eramos só cinco mulleres. A xente alucina cando digo que son soldadora"

En su sector, reconoce que la presencia femenina es escasa. "Coñecín a moi pouquiñas mulleres. Na anterior empresa eramos cinco. En automoción hai máis, pero o naval é un sector moi masculinizado, ademais de ser máis bruto", apunta. De hecho, hay tan pocas mujeres que Tamara es la primera en la actual empresa en la que trabaja, Laser Galicia. "A xente alucina cando digo que son soldadora" comenta. En este sentido, achaca la ausencia de mujeres a una "falta de atrevemento".

Si bien admite que hay una parte física tanto en el trabajo de calderería como en el de soldadura y que a veces necesita la ayuda de sus compañeros, estos también la llaman "para mover cousas" y todos se acaban ayudando "os uns aos outros". Tamara Malvido anima a que más mujeres se decidan a dar el paso. "Nós podemos perfectamente, non é unha loucura", concluye la joven.

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