El preso más temido llega a Teixeiro

Los funcionarios se preparan para lidiar con un sanguinario asesino que ha matado a cuatro personas en los últimos dos meses

Dilawar Hussain Fazal, en el momento de su detención. EFE/Mariscal
photo_camera Dilawar Hussain Fazal, en el momento de su detención. EFE/Mariscal

Los funcionarios de Teixeiro tienen desde este jueves un nuevo quebradero de cabeza. Su nombre de guerra es Dilawar, aunque es más conocido como El Negro o El asesino de Tajuña. Para ser exactos, asesino cuádruple, porque en Navidad mató a tres ancianos, hermanos entre sí, y hace una semana hizo lo propio con el que era su preso sombra en Estremera, un fornido búlgaro cuya misión era velar por que Dilawar Hussain Fazal no se suicidase. Al final, El Negro no se quitó su vida pero sí la de su compañero. Le abrió la cabeza con una pesa. ¿El motivo? Olía mal, según dijo a los funcionarios. 

Nadie del sistema penitenciario español lleva más muertes en las últimas semanas que Dilawar. Y al personal de Teixeiro le toca ahora sufrirlo. Es cierto que no son novatos en lidiar con este tipo de personas, y si fueron capaces de contener a sanguinarios asesinos como el difunto Fabrizio João Ribeiro, bautizado de manera descriptiva como Hannibal Lecter; el campeón de muay thai Jesús María Romero El Nene o el mismísimo Igor el Ruso, un exmilitar serbio que después de la guerra siguió matando en las calles españolas, no hay motivos para pensar que se les atragantará El Negro. Pero es inevitable que quienes tengan que tratar con él lo hagan con resignación y tragando saliva. 

De entrada, este paquistaní de 42 años no impone tanto como los antes mentados. Fondón y sin tatuajes visibles, su imagen dista mucho de la del peligroso reo con tinta en la piel que mata las horas cincelando su cuerpo en el gimnasio. Pero él mató a cuatro personas en los últimos dos meses, y por eso toda precaución es poca. 

Primera noche en Teixeiro 

En este sentido, fuentes penitenciarias indicaban ayer que el asesino de Tajuña ha sido acomodado en "una celda aislado y fuertemente vigilado, con salidas al patio solo". Es muy probable que ocupe la celda de máxima seguridad de Teixeiro, que tomaría ‘heredada’ de El Ruso, El Nene y Hannibal Lecter, por este orden sucesorio. Aunque más que una celda es una especie de búnker con un sistema de apertura de seguridad más propio del Pentágono que de una cárcel.

Dilawar pasó su primera noche en la cárcel de Curtis. La primera de muchas, hasta que Instituciones Penitenciarias acuerde una nueva mudanza para él. Que no la hubiese sería sinónimo, como ocurre generalmente, de que las cosas van bien. No fue así en la prisión de Estremera, donde los funcionarios que hallaron muerto a su preso sombra aún se recuperan del shock. La escena fue dantesca: tenía la cabeza completamente abierta tras golpearlo repetidamente Dilawar con una pesa.

No fue menos macabro el crimen de los tres ancianos que le puso el apodo que lo acompañará de por vida: asesino de Tajuña. En este pueblo madrileño mató a golpes y puñaladas a tres hermanos octogenarios a los que tenía de inquilinos. La historia de las víctimas es dramática: las dos hermanas habían sido estafadas por un ‘donjuan’ que les esquilmó medio millón de sus cuentas. El timo continuaba cuando, arruinadas, pidieron techo a Dilawar, que accedió a prestarles 60.000 euros con intereses usureros. Al no poder devolvérselos, las mató a ellas y al hermano. 

Tras cuatro muertes en dos meses, el sistema penitenciario español intentará, como rezan sus estatutos, reinsertarlo. Aunque esta palabra, en su caso, suena a utopía. Que no volviese a matar sería casi un logro.