A partir del próximo 12 de octubre, repostar en una gasolinera será totalmente diferente debido al cambio de denominación de los combustibles que promueve la Unión Europea.
La intención de Europa es unificar los tipos de carburantes utilizados en los países miembros y caminar hacia energías menos contaminantes.
La iniciativa supondrá el cambio de denominación de la Gasolina 95, la Gasolina 95 y el Diésel, que pasarán a identificarse a través de formas —círculo, cuadrado o rombo—, siglas y números.
Gasolina: la forma identificativa será un círculo en que aparecerán una E —en referencia al etanol— y unos números. Estos últimos designan los biocomponentes específicos de la gasolina, que puede ser E5 (5% de etanol) , E10 (10%) o E85 (hasta un 85%).
Diésel: la etiqueta para la el gasoil será un círculo con la letra B —biodiésel— junto a los números 7 o 10. Así, el B7 significa que el carburante contiene hasta un 7% de biodiésel y B10 hace referencia a que el vehículo admite combustible que contenga hasta un 10% de biodiésel. También hay la etiqueta XTL dentro de un cuadrado, que significa que el coche acepta diésel parafínico.
Gases: estarán identificados con las siglas H2 (hidrógeno), CNG (gas natural comprimido), LPG (gas licuado de petróleo) y LNG (gas natural licuado) dentro de un rombo.
En total habrá 13 etiquetas diferentes, que se situarán en los surtidores de las estaciones de servicio y también junto al tapón de llenado o en la tapa del depósito de los vehículos nuevos.
Las nuevas etiquetas llegarán en el mes de octubre a los 28 Estados miembros de la Unión Europea, así como a otros países como Islandia, Liechtenstein, Noruega, Macedonia, Serbia, Suiza y Turquía.
Ribera, antes de comparecer en la Comisión para la Transición Ecológica del Congreso de los Diputados, al ser preguntada sobre si el Gobierno se plantea medidas para facilitar ese cambio en los combustibles que se utilizan, ha manifestado que "el cambio que asistimos necesita muchas cosas a la vez".
Ha explicado que, junto a señales de tipo regulatorio y limitador, el proceso se tiene que acompañar "con facilidades que permitan ir cambiando el patrón que aplicamos e ir cambiando también el patrón de nuestros vehículos privados".
Preguntada sobre qué diría a una persona que se acaba de comprar un coche diésel, Ribera ha manifestado que, aunque las personas que acaban de comprar un coche conocen "en gran medida" las consecuencias que su vehículo tiene en la calidad del aire, es verdad que el coste de comprar un coche de una categoría o de otra no refleja el coste real el impacto que tiene.
Ribera ha añadido que, por tanto, no se puede culpabilizar al que compra ese coche y para facilitar comportamientos de consumidor responsable tiene que haber señales fiscales, de mercado, que permitan discriminar lo que significa cada opción de forma intuitiva y natural sin hacer un "análisis profundísimo".
