María Valcárcel

El silencio y el lenguaje

Ocean Vuong. EP
Ocean Vuong. EP
El pasado 17 de septiembre se publicó en España la segunda novela de Ocean Vuong, el escritor de 37 años que conquista a crítica y lectores por igual. Poeta, novelista y ensayista que escribe desde un sitio muy concreto, para el mundo.

ENTRE EL silencio y el lenguaje, una brecha. Que puede ser abismo, monstruo o salvación, en el sentido de poder seguir viviendo a pesar de las heridas. Ahí se encuentra o parece encontrarse la escritura de un autor. Esa brecha es una herramienta para decir. Y esto, pero con su estilo, delicadísimo y también violento, es lo que dice: 

Saigón (hoy Ho Chi Mihn), 1975. A punto de caer o ser liberada, según. Diplomáticos y personal estadounidense, extranjeros y refugiados survietnamitas son evacuados en una serie de operaciones precipitadas y caóticas. Operación Babylift, por ejemplo, en la que más de dos mil huérfanos pusieron rumbo a América. Hubo otra que se llamó New Life. 

Poco antes, un soldado estadounidense, residente en Saigón, felizmente casado con una campesina vietnamita y con tres hijas, sale del país para visitar a su familia norteamericana a causa de la insistencia de su madre, que, se cuenta, inventaba enfermedades letales como método de presión. Estaba allí, lidiando con el chantaje emocional, cuando llegaron noticias de la caída o la liberación, según, de Saigón. Aquello se volvió peligroso. El soldado no encuentra, no puede o no acaba de querer encontrar el momento adecuado para volver. Y no regresa nunca. En Vietnam, entonces, comienza una historia. Una mujer abandonada, con tres hijas pequeñas, en constante estado de inseguridad ante la grave amenaza de una acusación como colaboracionista. La mujer decide repartir a las niñas en orfanatos distintos para intentar minimizar riesgos. Y otra separación. Otra brecha.

Sin embargo, tiempo más tarde, madre e hijas consiguen reunirse. Una de aquellas niñas, ahora adulta, trabaja en una peluquería y tiene un hijo de dos años. Vive con un hombre al que, de vez en cuando, le gusta pegar. No resulta fácil para la mujer, por ese motivo y otros cuantos más. Porque la persecución política desatada durante el proceso de unificación del país y la discriminación contra los considerados colaboracionistas y mestizos forzó un exilio masivo. Y eso es lo que le ocurrió a esta familia extensa, que tuvo que huir. Recalan en un campo de refugiados de Filipinas mientras esperan respuesta a su solicitud de admisión a los Estados Unidos. 

Los instalan en Hartford, Connecticut. Y el marido, el padre, se va un día para no volver. Se quedan: abuela, madre, tía, y él: "Personalmente, siempre me pregunto quién es mi padre. Al igual que Homero, pensé que sería mejor inventarlo. Los japoneses tienen una palabra para ello: 'yugen'; cuando tienes tan poco, tienes que imaginarlo”. Él es el autor de la brecha, el que vive entre el silencio y el lenguaje. Ocean Vuong. 

Todo el inglés que sabia su madre definía los esmaltes de uñas

Su madre encuentra trabajo en un salón de manicura y lo único que sabe de inglés son las palabras correspondientes a los esmaltes de uñas, imprescindibles para atender a la clientela. Después, nada. El nombre americano del niño nació a través de gestos y, es de suponer, voluntad. Una clienta sugirió Ocean, con toda su evidente simbología: dos tierras, Norteamérica y Vietnam, y el Pacífico en medio. 

El niño, ya entrando en la adolescencia, a los once años, aprende a leer. Y es el primero, en una familia analfabeta y, además, disléxica: "Quizás la discapacidad me ayudó un poco, porque escribo muy despacio y veo las palabras como objetos. Siempre intento buscar palabras dentro de las palabras". El entorno, para él y el resto de inmigrantes, era hostil. El barrio, complejo, de poca esperanza. El colegio, difícil. El sueldo de la madre llegaba apenas. Trabaja en una plantación de tabaco, en varias cadenas de restaurantes. La precariedad, lo que surge de ella; la familia en un espacio íntimo, unas veces claustrofóbico, otras, incluso, bello; la naturaleza de las relaciones; el sueño americano; la identidad. La brecha. El lenguaje se va anudando en Ocean para ir encontrando un sentido: "Escribo en inglés porque es la lengua del país que mató a mi familia y, con ello, quizá la única que me permitirá sobrevivir a su historia. El inglés es mi instrumento de guerra y paz".

Escoge Marketing Internacional pensando en aportar luz a la situación económica familiar. Pero se topa con su conciencia: "Estaba tan cansado de aprender a mentir". Aguanta ocho semanas y después no vuelve. Comienza a integrarse en el ambiente literario neoyorkino aún sin saber qué rumbo tomar. Finalmente, consigue plaza en el Brooklyn College y estudia —hasta el final— Literatura Inglesa. Escribe poesía. Llena las paredes de su pequeño apartamento de Nueva York con poemas. Y parece que no pasa nada más o que las cosas de la vida se mueven lentas. Estudia un posgrado de poesía en la Universidad de Nueva York. Allí le da clase la reputada poeta y ganadora del Pulitzer, Sharon Olds. Recibe varias becas y puede continuar escribiendo. Publica en revistas sus primeros poemas. Es incluido en la antología 'Best Poets' de 2014 y es, a partir de ahí, cuando el mundo empieza a fijarse en él. Entonces llegó el concurso. Se presentó sin demasiada expectativa, pero una editorial independiente quiso publicarlo. 'Cielo nocturno con heridas de fuego', editado en 2016, recibió tres prestigiosos premios, entre ellos el T.S.Eliot, y desde entonces todo resultó más fácil o menos difícil, por si no fuera la misma cosa.

Entra en el Amherst College de Massachusetts como profesor de Literatura. Vive en Northampton con su pareja, Peter, y le compra a su madre una casa con jardín. Menos difícil vivir. En 2019, se publica su primera novela: 'En la tierra somos fugazmente grandiosos', que es una carta a su madre analfabeta. Y le cuenta mientras se cuenta la brecha. En una narración semiautobiográfica va hilando las etapas que conforman su existencia. Las de antes de existir y las de después. Lo que significa el exilio y lo que ocupa esa herida en su interior. Lo que supone ser refugiado y ser homosexual y ser amarillo en un barrio marginal de Estados Unidos, y lo que ocupan esas heridas en su interior. Lo que representa la fuerza y el dolor de las figuras femeninas de su vida y lo que ocupa eso en su interior. Todo se lo cuenta a su madre, que permanece en silencio. Que no puede leer. Porque no sabe y porque está muerta: "Mi madre no puede leer este libro, pero le pertenece más que a nadie, porque su silencio es el origen de mi necesidad de contar". El libro fue candidato al National Book Award y finalista al Premio PEN/Faulkner, que no ganó, pero que no impidió su enorme éxito. Su estilo se perfila, explosiona. Contiene la voz y contiene el ritmo y contiene la belleza.

En 2022 vuelve a la memoria y a su madre con un nuevo libro de poemas titulado 'El tiempo es la madre' y ahora, en 2025, acaba de salir su última novela: 'El emperador de Alegría', que se perfila como un libro referente del siglo XXI sin referirse al siglo XXI. Precisamente, por la ruptura. Otra separación. 
Hoy en día sus textos se publican en grandes revistas como The Atlantic, Harper’s, The New Yorker o The New York Times. Entre el silencio y el lenguaje hay una brecha. Por ahí salen las palabras de Ocean Vuong. Es decir, toda su vida y, un poco también, la de los otros. En una entrevista reciente, dijo esto: "Sí, las palabras son el comienzo de todo. A menudo hablamos de violencia en relación con la guerra, pero la guerra no empieza con violencia. Las guerras empiezan con palabras. La violencia es un incidente. Puede haber uno o dos incidentes, pero la guerra requiere violencia sostenida y focalizada contra un grupo de personas que se ha determinado que merecen la muerte. Y eso se hace con palabras, discursos, manifiestos, novelas. El Tercer Reich de Hitler empezó con un libro. Las palabras son muy importantes, tanto para el bien como para la destrucción. Es donde todo empieza.

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