María Valcárcel

Lo siniestro en lo normal

Mariana Enriquez /AEP
Mariana Enriquez /AEP
Quizá pueda decirse que la escritora y periodista argentina Mariana Enriquez lleva siendo un tiempo la autora del momento. Un momento alargado, merecido y celebrado esta vez con una reedición de su libro Cómo desaparecer completamente.

ESTAMOS EN 1973. Buenos aires. Nace una escritora. Nadie, ni ella, obviamente, lo sabe todavía. Luego ocurren cosas. La familia se traslada, de Buenos Aires a Lanús, de Lanús a La Plata. La dictadura argentina juega un papel, todo, en realidad, juega un papel.

A veces importa, otras no tanto. Si se preguntan de qué está hecha una mirada, puede ser que necesiten volver al principio de todo para encontrar la respuesta, en caso de que tenga algún sentido hacer eso sabiendo de antemano que la respuesta siempre va a ser, por decir algo, incompleta. Pero sí que es verdad que literatura y mirada son palabras que suelen resultar buenas compañeras. Y como aquí se habla de una escritora, sigamos ese camino.
En una entrevista, Mariana Enriquez, aseguró, refiriéndose a los libros: "Muy pronto descubrí que estos eran la mejor compañía para derrotar la soledad, los silencios, las ausencias y descubrir el sentir de las emociones de la vida". O sea, que soledad, ausencias, silencios y emociones vitales habitaron su existencia temprana. Nada del otro mundo, en principio, salvo que seas escritora, aunque aún no lo sepas, porque a esa amalgama sentimental, si te conviertes en escritora, le puedes dar una vuelta interesante. 

En La Plata estudia Comunicación Social y arranca después una carrera periodística en la que esa cosa del mirar se va afilando o tensando o desplegando. Su primera novela la escribió a los diecisiete años: "... Yo no lo escribí pensando en ser escritora ni en publicarlo ni nada. Lo escribí para mis amigos, de noche, y por partes. Lo iba mostrando a mis amigos como si fuese una serie. Era todo muy deforme. Yo tenía 17, no sabía escribir nada, y menos una novela". Bajar es lo peor se publicó en 1995 y ya están ahí temas recurrentes, atmósferas específicas, lo siniestro en lo normal, todas esas irradiaciones lingüísticas y culturales que se irán afilando o tensando o desplegando. En 2004 publica Cómo desaparecer completamente, novela recién editada por Anagrama, en la que la mirada de la escritora comienza a poner el foco donde duele. Y comienza a construir una literatura de terror que es su terror —porque es ella quién mira y cuenta— y, al mismo tiempo, el terror de todos.

La filósofa y periodista alemana, Carolin Emcke, viene de publicar un libro, recopilación de un ciclo de conferencias impartidas años atrás, en el que explica algo importante. En caso de que a ustedes se les ocurra cuestionarse el asunto de cómo narrar. Emcke se refiere a la violencia en el terreno de la no ficción, pero igual vale para este perfil porque leyendo Cómo desaparecer completamente y pensando en el modo en que la escritora compone esta historia, la cosa encaja. 

Verán, Emcke dice que "hay que señalar lo que le fue arrebatado a alguien, cómo alguien fue desfigurado, cómo alguien fue deshumanizado", y explica que para narrar —si se busca la verdad— hay que abordar el asunto desde dos lados: "Por un lado, reconstruir el proceso, la forma en que personas individuales se convierten en colectivos, la forma en que se devalúan y se marcan como “extrañas, diferentes, perezosas, animales, incrédulas"…, y qué efecto ha tenido todo ello. Y, por otro lado, deconstruir esos mismos procesos, desvincular las palabras de las personas, romper las desvalorizaciones, volver a transformar los grupos en su multiplicidad y disparidad, devolver a los individuos su singularidad. Ese es el arte de narrar […]". 

Si se lee esto y simultáneamente, se lee a Mariana Enriquez, es posible que se den cuenta de que ambas hablan de cómo se va sistematizando el terror y de cómo se va normalizando lo siniestro. El ejercicio literario, el arte de narrar, lo desarrolla Enriquez en este libro, deteniendo la mirada a ambos lados de la historia del protagonista. Y al hacer eso, consigue la empatía y consigue el horror. Qué gran acierto.

La Reina Latina del Terror

La llaman La Reina del Terror o  La Reina Latina del Terror. Bueno. La compulsión de etiquetar. Hay cosas de lo gótico: "La literatura gótica que practico funciona casi como un costumbrismo que evidencia el mal en la vida cotidiana y en la historia política", cosas muy del malditismo —ese sino—, cosas rock y punk y de lo oscuro, cosas sociales y políticas y de memoria histórica. Ese compendio se va depurando con los años y la vida y esa pulsión de bajar y mirar, aunque ella, a estas alturas, ya esté viajando en otras direcciones: "Me gusta acercarme a un terror cuyo elemento perturbador principal son las personas y las situaciones cotidianas, más que monstruos sobrenaturales".

Mariana Enríquez no sólo escribe novelas y textos periodísticos. También cuentos. También ensayos. Un perfil sobre Silvina Ocampo titulada La hermana menor que, después de conocer un poco su trayectoria y su estilo y su mirada, no se puede sino pensar que tenía que ser la menor Ocampo, por supuesto, no la mayor. Colecciones de cuentos con las que se inicia, por así decir, su trayectoria internacional. Las cosas que perdimos en el fuego, que recibe Premio Ciutat de Barcelona, en el año 2017 y Los peligros de fumar en la cama. Su novela Nuestra parte de noche, publicada en 2019, fue, otro decir, su consagración. Difícil no recordar una librería donde no estuviera bien a la vista ese libro, Premio Herralde de Novela, Premio de la Crítica.

Así pues, no tenemos que irnos lejos, lejos, lejos para sentir el miedo. Ni buscar monstruos muy fuera o muy distintos. No hace falta. El cerca, el dentro y el igual muy bien pueden ser motivos de cosas espeluznantes. Lo sabemos. Probablemente siempre lo supimos. Pero ella, Mariana Enriquez, fue la que lo tuvo claro desde el principio. La que se atrevió a mirar y después contar. Su repercusión es global y celebrada: traducida a más de una docena de idiomas, con sus relatos publicados en grandes revistas como Granta, Electric The New Yorker, Virginia Quarterly Review, etc. Está presente en festivales, imparte conferencias y talleres, gira con sus libros, se interna en acciones creativas de carácter híbrido como su último espectáculo realizado en Buenos Aires llamado 'No traigan flores' que combina la lectura de sus textos con música en vivo y creaciones multimedia. Todo eso hace. Y, además, no para de recibir premios. En 2024, fue galardonada con el Premio Iberoamericano de Letras José Donoso. 

Un universo de ficción personal e inquietante

El jurado dijo de ella que había "creado un universo de ficción tan personal como inquietante" y que usaba el terror “como recurso estético para confrontar realidades apremiantes de América Latina: desigualdad, género, extractivismo, heridas de la dictadura y crisis ambiental". Ese mismo año se publica 'Un lugar soleado para gente sombría', otra colección de cuentos que, desde su título, ya nos sitúa en su universo. Porque ella tiene universo y tiene estilo y tiene mirada y tiene voz. Y para una escritora, qué más se puede pedir. Lo mismo que para una periodista.

Resulta siempre interesante y muy de agradecer ese empeño en buscar el refinamiento en una escritura que comenzó como sin querer, para los amigos, por la soledad, a causa del ambiente. Siempre interesante —a la vez que aterrador— encontrar lo espeluznante justo en la puerta de al lado, en la calle de al lado, en el barrio contiguo, en la gente vecina. En ese espacio que creíamos ajeno, extraño, definitivamente distinto a nosotros. Y después mirarnos al espejo y recorrer nuestra puerta, nuestra calle, nuestro barrio. Lo que sale de ahí, ese horror, esa cosa siniestra es lo que saca a la luz Mariana Enriquez. Y si da miedo es porque sí, porque algo así, cómo no va a dar miedo. Qué es lo normal. Qué es lo siniestro. 

En su libro Nuestra parte de noche se dice esto: "Lo primero que se pierde de los ausentes es la voz". Y qué potente y desgarradora es la voz del miedo.

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