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Toma nota, por favor

EN EL APARTAMENTO DE UNA AMIGA, cuando entras y cierras la puerta principal, ves siempre no menos de medio centenar de post-its pegados, de colores. Producen un efecto abrumador. Te abocas a la idea de que para cada minuto de la vida hay un recado, un consejo, una acción, una frase que no puede dejarse pasar sin más. Una tarde, por hacer un experimento, conté 92 hojas adheridos a la puerta de la entrada. Ella dice que su récord está en 177. Yo la creo.

tallonsetembroLe gusta escribirse notas a sí misma para momentos concretos, y cuando esos momentos pasan, las notas siguen. No solo tiene apuntes escritos a mano en la puerta de entrada. Pega hojas en los espejos, en la campana extractora, en el escritorio, en el flexo, en los armarios, en las estanterías, sobre los cuadros, en la lavadora, en los cajones, entre la ropa doblada, en las lámparas, en las ventanas, en la cabeza de la cama, en el ordenador, en las cubiertas de los libros o en la nevera (por fuera y por dentro). Una vez me encerré en su cuarto de baño, y al abrir un armario, buscando papel higiénico, descubrí varias decenas de paquetes de post-it nuevos. "Esta tía está como una cabra", pensé.

Cuando algunos días las notas se despegan y caen por desgaste, o porque hace mucho que dejaron de significar algo, no se deshace de ellas: las guarda en cajas de zapatos. "Me da pena tirar. Nos pasamos la vida deshaciéndonos de pertenencias y sustituyéndolas por otras. También pienso que más adelante a lo mejor puedo volver a necesitar las notas viejas", me dijo hace unos días al pasarme por su casa para dejarle un libro.

Tomar nota de verdad de las cosas que te impresionan, o llaman la atención, o quizá necesitas recordar, requiere tenacidad. En El año del pensamiento mágico Joan Didion se decía que "la capacidad de apuntar algo cuando se te ocurría era lo que marcaba la diferencia entre ser capaz y no ser capaz de escribir". A veces dices que tomas nota de algo y no tomas nada, pienso. Te olvidas, o te desalientas, o sencillamente pasas, que es algo muy humano. El mundo no se entiende sin la acción de declinar. Para llenar tu vida de notas, para que pasen en balde las menos cosas importantes posibles, hay que valer. Y a la larga casi nadie vale. Mi amiga, sí.

Cuando las notas caen, no se deshace de ellas: las guarda en cajas de zapatos

Después de bebernos una copa de vino, le pregunté si podría meter las narices en las cajas con sus hojas, con vistas a escribir algo. Le dio volumen a la música e hizo uno de esos gestos, lanzando la mano al aire, que normalmente significan que hagas lo que te dé la gana. Me propulsé a su despacho, elegí una caja al azar y me la llevé de vuelta al salón. Mi amiga se me quedó mirando, y como tiene tocadiscos, se puso a hurgar en su colección de música.

Yo me senté, deposité la caja sobre las piernas y tomé el primer post-it con una gran curiosidad. "Hay hormigas", ponía con una letra preciosa, que, si la frase continuase, seguramente iría degenerando hasta volverse ilegible. Las siguientes notas las extraje intentando encontrar en el azar una suerte de relato que las uniese. Me llamó la atención que estaban escritas casi todas en segunda persona. Funcionaban como órdenes, o al menos como ideas perentorias. "Cambia de peinado", "No te vayas pronto a la cama", "Café y yogures naturales", "El deseo es un lugar en el que todos los caminos vertiginosamente se confunden (Ángel Valente)", "Llama a papá". Esta frase me turbó porque su padre había fallecido hacía medio año.

Unas pocas hojas después encontré un post-it rosa que decía "Lee a Dovlátov". Sonreí con cierta arrogancia y orgullo, porque esa orden se le había dado yo cuando se publicó Oficio. Continué sacando papelitos. Su lectura te empujaba a espiar siempre uno más. "Recoge el abrigo de la tintorería", "Paga el alquiler", "La excepción no confirma la regla", "Vocaliza mejor", "Vuelvo en diez minutos", "No des explicaciones", "Coge paraguas", "Olvídate de él". Entonces sonó el timbre, cerré la caja y la llevé al despacho, como si aquellas anotaciones fuesen un secreto solo para dos.

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