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Caminando bajo la lluvia

Rodrigo Cota - Historias del Camino - Caminando bajo la lluvia (15.12.21) - InteriorFUE PISAR Galicia en Tui y empezar a llover. No estoy acostumbrado a la lluvia. Soy murciano. No me resultó al principio muy cómodo, pero cuando uno se propone un reto no se rinde ante la primera adversidad y la lluvia no era más que eso, lo que se llama un clima adverso. Me habían contado que uno nunca está solo en el camino aunque lo haga sin compañía. Las compañías aparecen y desaparecen.

Unos gallegos me contaron que esto de que en Galicia llueve todo el año no es verdad. Llueve mucho, pero no muchos días, dicen. No sé. Vi en Google que en Galicia llueve unas ocho veces más que en Murcia, o sea que para que den las cuentas tiene mucho que llover durante muchos días.

Dicen que Galicia tiene mil maneras de llover. Yo vi varias. Llovió durante todas las etapas. Vi lluvia que cae de lado, y hasta ésa que dicen que parece que sube del suelo al cielo. Vi lluvia de gotas gruesas y otra en la que eran muy finas, como lloviendo con timidez. si Galicia es tan verde es porque lleva abundante agua de aquí para allá, no hay otra manera.

Me fue gustando la lluvia. Me acostumbré. seguía las huellas de los que me precedían, y eso era bueno, me pareció. Me hizo sentir parte de una comunidad, lo mismo que el saber que quienes vienen detrás siguen las que vas dejando tú. a veces el suelo se embarra, o se encharca, y eso es una dificultad añadida. Y se agradece, lo juro. No, no siempre camina uno solo. un día se puso a mi lado uno que tendrá mi edad. Caminamos juntos durante casi una hora, aunque no intercambiamos ni una palabra. Luego se apartó, cambió de ritmo y siguió. imagino que necesitaba compañía, que le apetecía caminar un rato con alguien bajo la lluvia. se lo agradezco, que a mí también me vino bien. Luego, ese mismo día, me alcanzó una pareja de alemanes muy habladores y malamente entendimos cuatro palabras. se despidieron muy alegres y también siguieron su propio Camiño. igualmente se lo agradezco. Fueron muy simpáticos.

Galicia es preciosa cuando está empapada. Vale la pena verla y caminarla. es mágico ver los arroyos bien nutridos y los ríos llenos de fuerza. eso me parece que, al menos en mi caso, engrandeció mi experiencia. Lo que al salir me pareció un contratiempo, con las horas y los días se convirtió en una bendición. pensé en lo mucho que reiría mi grupo de Murcia cuando les contara que no paró de llover ni un segundo, y eso me hizo reír también a mí mientras caminaba.

Una noche cené con un grupo de Badajoz y otro de asturias. Estuvimos inventando chistes sobre el Camiño bajo la lluvia. Luego una chica de Oviedo nos contó que mucho nos reíamos pero nadie se quejaba. Coincidimos en que sí, que la lluvia tenía su aquél, que todos y todas disfrutábamos de ese Camiño lluvioso que nos había tocado.

Algunas veces busqué refugio en un bar, cuando más arreciaba, no lo voy a negar. De vez en cuando no viene mal una tregua. Otras veces, sin embargo, a medida que la lluvia crecía, crecía yo con ella y afrontaba la jornada con más energía, como si la lluvia y yo estuviéramos luchando en una batalla épica sin solución de victoria para ninguna de las partes. También fue raro pensar tantas horas caminando bajo la lluvia. eso no me había ocurrido jamás. Creo que se piensa de otra manera, en otras cosas, en otra gente. puede que la lluvia nos influya hasta en los pensamientos, o eso me parece a mí.

Y la lluvia, como las huellas que íbamos dejando en el Camiño, nos conectaba a todos los peregrinos. unos metros más adelante o hacia atrás, a todos nos mojaba la misma lluvia, fuera el tipo de lluvia de cualquiera de esas mil que dicen que existen en Galicia. Tampoco voy a exagerar diciendo que ese Camiño bajo la lluvia me hizo mejor persona, o que me cambió de repente, pero sí creo que me influirá para bien, aunque sea un poco, a lo largo de mi vida.

Me ayudó a plantearme algunas cosas, a ordenar mis ideas. Como dije, creo que bajo la lluvia se piensa diferente. Cuando salí de la catedral, por fin ya no llovía. Cualquiera pensaría que se trataba de una señal, como si la lluvia hubiera decidido llover por mí, y luego escampar al final de mi viaje. Claro que no creo eso. simplemente tocó así. pura coincidencia. pero me gusta la idea. Ni la lluvia me eligió a mí ni yo a ella, pero de todos a quienes conocí en ese viaje, fue ella, la lluvia, la que nunca me dejó, así que le estoy agradecido. pensaré en aquella compañera durante el resto de mi vida: cada vez que vea una imagen de Galicia en una serie, cada vez que lea un reportaje sobre el camiño en una revista, cada vez que me encuentre a algún gallego, la recordaré agradecido.

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