QUINCE AÑOS tras el nacimiento de la primera criptomoneda, el Bit-coin, el Banco Central Europeo sigue trabajando para armar la arquitectura de un euro digital que sirva de medio de pago instantáneo y complementario al efectivo en cualquier país de la moneda única. En un mundo cada vez más virtual, la transición no se vislumbra sencilla, al menos para una parte de la sociedad. Además de poner de manifiesto un gran desconocimiento sobre la divisa europea del futuro, la última encuesta del Banco de España revela que los mayores serían refractarios a utilizarla: el 82% de quienes superan los 65 años dice que no lo usaría, el 70% entre quienes tienen 55 y 64 años.
Finiquitada la fase de investigación en octubre, el supervisor europeo da inicio ahora a la etapa de preparación y experimentación que, calcula, puede durar tres años. Durante ese periodo, las instituciones comunitarias deben acordar un marco legislativo que permita decidir si la idea de crear un monedero digital seguro para personas y empresas y que sea accesible desde el móvil u otro dispositivo, incluso cuando no se tenga conexión a internet -lo que evitaría la exclusión financiera-, pros-pera o queda en papel mojado.
Mientras en EE.UU. el dólar digital genera división, pues los críticos dudan de la seguridad de los datos, la privacidad y temen el choque con algunos servicios bancarios, Asia lleva la delantera. Desde 2020, el Banco Popular de China despliega por las diferentes provincias su proyecto piloto de yuan digital y ya prevé integrar esta ciberdivisa en plataformas de pagos como Alipay o WeChat, además de fomentar la creación de un ecosistema industrial que desarrolle aplicaciones. En el largo plazo, la hegemonía del dólar en el comerciomundial podría tambalearse.
En España, algunas voces del sector financiero vaticinan que el euro digital no aportará ninguna funcionalidad añadida a los usuarios y que propiciará una contracción de los depósitos bancarios, lo que puede lastrar la concesión de crédito. Otros defienden que la plataforma de pagos instantáneos Bizum puede vehicular la circulación de la ciberdivisa. Fruto de la alianza de 27 bancos españoles, este servicio de pagos a particulares y negocios a través del número de móvil vio la luz en 2016 y acaba de superar los 25 millones de usuarios, que han efectuado 2.256 millones de transacciones por más de 118.632 millones de euros. A inicios de octubre, la plataforma batió un récord: 123.806 compras pagadas con Bizum en un solo día.
En junio, la Comisión Europea presentó una propuesta legislativa en la que -además de proponer dotar de curso legal al euro virtual- detalló que la ciberdivisa coexistirá con tarjetas y apps del sector privado y se garantizará un alto nivel de privacidad y protección de los datos de los usuarios. La intención es que bancos y proveedores de servicios de pago de toda la UE distribuyan el euro digital entre empresas y ciudadanos y que los servicios básicos se presten gratis para evitar la exclusión financiera de quien carezca de una cuenta bancaria. La idea sería, por ejemplo, que un particular pueda abrirse un monedero digital en una oficina de Correos o en unaentidad pública local o regional.
En paralelo, tocará convencer al comercio para que acepte esta nueva forma de pago, aunque la CE plantea dejar al margen las tiendas muy pequeñas por los costes que podrían tener que asumir.
Bruselas, que mira de reojo a China y EE.UU. y que no es ajena a la extensión de ciberdivisas como el Bitcoin o el Ethereum, es consciente de que la soberanía monetaria de la UE y su futuro en el comercio internacional están en juego.
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