Aunque la cartera de Economía, Industria e Innovación pierde el estatus que le confería la Vicepresidencia Primera de la Xunta, desde la que Francisco Conde coordinaba todos los departamentos económicos del Ejecutivo gallego, los desafíos que María Jesús Lorenzana hereda no son menores. Discreto y trabajador, el economista y profesor monfortino deja varios flancos abiertos en materia energética e industrial en una comunidad cuya estructura productiva ha logrado recuperar el pulso tras el covid y cuyo PIB creció a un ritmo del 2,8% en el primer trimestre.
Si bien es cierto que queda medianamente despejado el desarrollo de cerca de 2.000 megavatios de nueva potencia eólica que en dos años se sumarán a los 3.845 desplegados en los montes, queda por delante encarar la litigiosidad asociada a algunos parques y la patata caliente de la eólica marina. Tratar de vencer la oposición frontal del sector pesquero y conjugar sus intereses con los de la imparable electrificación de la economía, que exige que Galicia cuente con unos 800 MW desplegados frente a sus costas al final de la década será, sin duda, uno de los capítulos que requerirán el esfuerzo conjunto de Lorenzana y el nuevo fichaje de Alfonso Rueda, Alfonso Villares, el conselleiro de Mar. Una de sus armas será la nueva utility ideada para allanar la participación de administraciones y empresas locales en los futuros proyectos eólicos, hidráulicos y mineros, una sociedad mixta en la que la Xunta tendrá una participación minoritaria y capacidad de veto. Pero aún hay que ponerla en marcha.
La primera mujer que se hace cargo en Galicia de la cartera de Economía e Industria tiene en los fondos Next Generation otra batalla que librar para transformar la industria de aquí a agosto de 2026, el deadline que ha marcado la UE para la ejecución de los recursos comunitarios. El propio presidente Rueda recordaba la semana pasada en una carta enviada al nuevo ministro de Industria, Héctor Gómez, que Galicia ha planificado una cartera de proyectos industriales que, a estas alturas, siguen sin noticias de la financiación europea. El mandatario advertía que la situación "más acuciante" es la de Stellantis, dado que Vigo se juega una plataforma para fabricar nuevos modelos eléctricos, y la de Altri, que ha pospuesto hasta finales de año la decisión de inversión en una biofábrica de lyocell que situaría Palas a la vanguardia en la UE. A la espera de lo que digan las urnas el 23-J están también iniciativas como la fábrica de neumáticos de Sentury Tire en As Pontes, la de grafito para ánodos de baterías de coches eléctricos de Resonac en los terrenos de la malograda AluIbérica en A Coruña, varias plantas de hidrógeno verde y el polo aeroespacial de Rozas.
La Xunta reprocha al ministerio que, hasta ahora, ha resuelto menos del 20% de los fondos destinados a la industria, unos 8.000 millones, y censura la adjudicación directa de ayudas a proyecto en Cataluña, Valencia y Asturias.
Para construir la industria del futuro, la conexión a la red eléctrica es otro desafío. Bregada como letrada de la Administración autonómica, a Lorenzana le tocará seguir insistiendo para que el ministerio de Teresa Ribera —o de su hipotético sucesor/a tras las generales— acceda a modificar la planificación eléctrica trazada para 2021-2026 para incluir los 1.200 megavatios adicionales de potencia de evacuación necesarios para que plantas como la de Altri sean viables. El régimen de retribución de las industrias que tienen plantas de cogeneración y una tarifa eléctrica competitiva para las electrointensivas continúan siendo temas pendientes.
A falta de menos de un año para las elecciones autonómicas —eso, si se sigue el guión previsto— la hasta ahora conselleira de Emprego, cargo que también heredó de Conde, no tiene tiempo que perder.
