Paz mundial en el primer día de clase

La constitución del Parlamento trae novedades en la composición de la Mesa y en las bancadas, donde se estrena Democracia Ourensana. La sesión inaugural, tan solemne como relajada, deja mensajes simbólicos y gestos cómplices
El parlamentario de Democracia Ourensana, Armando Ojea, en el hemiciclo. PEPE FERRÍN
photo_camera El parlamentario de Democracia Ourensana, Armando Ojea, en el hemiciclo. PEPE FERRÍN

Da igual que detestaras o no el colegio, que te doliera un mundo o no tener que dejar atrás el verano: el primer día de clase era un día de emoción. Novedades, reencuentros, expectativas. Ver quién cae en el pupitre de al lado, echar el ojo a los recién llegados, dejar intacto el forro de los libros. 

Lo divertido del Parlamento es que no hay edad para ser el nuevo de clase. Que se lo digan al que era el alcalde más veterano de Lugo, José Manuel Mato, que fue llegar y, por estar a mes y medio de cumplir los 70, tener que presidir la mesa de edad encargada de gestionar la constitución de la Cámara. Aunque breve, en su intervención aún tuvo tiempo de dejar un toque personal reivindicando el municipalismo y recordando a Paradela. A su lado, lo auxiliaron otros debutantes: Iago Suárez, del BNG, y Raúl Santamaría, del PPdeG. Ambos nacieron cuando Mato llevaba casi dos décadas gobernando el concello lucense. Rapero y concursante televisivo, respectivamente, sus formas políticas probablemente también divergirán de las de este. El nacionalista lanzó asimismo un mensaje, aunque no verbal: vestir un pañuelo regalado por el Frente Popular para la Liberación de Palestina. El mozo de Arousa, más discreto, tuvo el cometido de enumerar a los diputados uno por uno y provocó alguna risita de sus compañeros cuando nominó a Ana Belén Pontón "Modelo" en vez de Mondelo. Los nervios del directo, quizás.

Miguel Santalices. PEPE FERRÍN
Miguel Santalices. PEPE FERRÍN

Pero si hay una persona con la que sentirse identificado en estas lides, esa fue Armando Ojea. Después de recorrer los laberínticos pasillos del Pazo do Hórreo –en la jornada inaugural se le proporciona a sus señorías un mapa de asientos–, el único diputado de Democracia Ourensana encontró su escaño al fondo del hemiciclo, desparejado, sin tener con quién hablar en los interludios. Paternal, Gonzalo Pérez Jácome lo apoyaba desde la tribuna de invitados, entre algún bostezo pero siempre atento cuando acudía a la urna para sacarle una foto, orgulloso. Poco importó que solo tuviera un voto –el suyo propio, se intuye– para ser presidente, vicepresidente o secretario del Legislativo. Así, al terminar, el alcalde de Ourense lo esperó pacientemente para aguantarle la mochila y el abrigo para que pudiera atender a los medios con soltura. Ahí, Ojea deseó poder "llevarse bien con todos los grupos". Conocer amigos, hacer planes juntos, transaccionar alguna moción en un pleno de estos.

Unidos por una cobra 

A pesar de todo, en esta vida política hay cosas que no cambian. La primera, que Miguel Santalices presida el Parlamento, como en las dos últimas legislaturas y media. Desde el sosiego que da la experiencia, infundió seguridad a sus nuevas compañeras de Mesa, Ethel Vázquez y Patricia Iglesias, secretaria y vicesecretaria; desde localizarles el micrófono hasta guiarlas en los procedimientos de esta sesión tan ritualizada.

La segunda traza otro punto de continuidad entre Feijóo y Rueda, ahora también unidos por una cobra de Ana Pontón. La décima legislatura arrancó con la portavoz del Bloque retirando la cara al de Os Peares, que buscaba dos besos, para darle en cambio la mano. Ayer, al comienzo de la duodécima, le tocó lo propio al pontevedrés a las puertas del Parlamento. Pero siempre entre gestos relajados, incluso cómplices si se prefiere. Hasta Elena Candia y José Ramón Gómez Besteiro echaron pelillos a la mar tras sus agrias tensiones judiciales. Todo alineado con el deseo de Santalices de que reine la paz en el mundo

El primer día de clase no es para hacer mala sangre con nada.