Una sigilosa operación en la que participaron autoridades policiales de Panamá, Guinea y España coordinada por Interpol y por la Brigada Central de Estupefacientes ha servido para detener a José Carlos Pombar Cameán, el narcotraficante gallego más buscado del momento por su supuesta implicación en la introducción de más de 10.000 toneladas de cocaína en Europa teniendo África como punto clave para los narcotransportes.
Pombar figuraba en las listas de los delincuentes más buscados de Europa. Viejo conocido de las autoridades policiales, a sus 64 años (hombre de una edad similar a la de Sito Miñanco), fue investigado en el marco de la operación Temple, la mayor de la historia en relación con el tráfico de cocaína (1999, 15.000 kilos decomisados), aunque logró esquivar finalmente el procesamiento.
Su primer arresto tuvo lugar en 2002, cuando fue detenido en relación con un alijo de 1.700 kilos de polvo blanco. En aquella época era el responsable de las comunicaciones de un gran grupo criminal, hechos por los que fue condenado. Cuando supo su pena, sin embargo, huyó sin dejar rastro. En aquel entonces ya pesaba sobre él una orden internacional de búsqueda y captura.
Su siguiente trabajo en el mundo del narcotráfico internacional se produjo pocos meses antes de que conociese su primera condena: en diciembre de 2004 ya había ascendido a jefe de grupo criminal, y se le considera el cabecilla de uno de los alijos más importantes del siglo XXI: los 4.000 kilos de droga que fueron aprehendidos por la Brigada Central de Estupefacientes en el pesquero White Sands, un buque que empleó África y Brasil como trampolines. En aquella ocasión los agentes arrestaron a 24 individuos. Pombar Cameán, escurridizo donde los haya, se sirvió una vez más de África, donde tuvo durante todos estos años su centro de operaciones, para escapar.
A partir del año 2010, la Policía considera que es el mayor narcotraficante europeo afincado en África, disponiendo de una importante flota pesquera en el área de Nigeria para, a través de las costas del occidente del continente, entregar los alijos a sus socios afincados en las Rías Baixas.
Desde esa etapa, tanto la Udyco central como la unidad Greco Galicia le han pisado los talones, conscientes de su importancia en el tráfico de cocaína no solo a nivel gallego, sino a escala global.
Fruto de ese intenso trabajo consiguieron la información necesaria para ubicarle en Panamá. Todos estos años se ha servido de contactos e identidades falsificadas, pero finalmente, el mayor capo en activo ha caído.
