Emilio Pérez Nieto, Grupo Pérez Rumbao: "El empresario ha de subir las escaleras de una en una; sin grandes retos"
"Tesón, trabajo e ilusión". Son los tres componentes que han engrasado el motor del grupo ourensano Pérez Rumbao hasta convertirse en un referente en el sector de la automoción. Su presidente de honor, Emilio Pérez Nieto (Ourense, 1942), repasa el devenir de un negocio cuyos cimientos plantó su abuelo, José Ramón Pérez Cid, que en 1922 iniciaba la venta de camiones y maquinaria agrícola, marcando el rumbo de un conglomerado que hoy conforman 50 compañías, 60 talleres y 1.900 trabajadores.
¿Cómo ha recibido la noticia de la concesión de la Medalla Castelao?
Primero, con sorpresa, luego, con una enorme satisfacción y un gran orgullo de que hayan pensado en mí como representante de una saga familiar empresarial de Galicia.
Representa un legado con 103 años de historia, un tiempo en el que tocó superar una guerra, una dictadura, una pandemia y otras vicisitudes. ¿Cuál es el secreto para mantenerse a flote y crecer?
No hay secretos en esto. Es cuestión de tesón, trabajo e ilusión. Con trabajo, en la vida se alcanzan muchas cosas, pero tiene que estar presidido por la tenacidad que implica ser empresario. Es fundamental. Y es necesario tener ilusión, porque para tener tesón hace falta superar las frustraciones que uno siempre tiene a lo largo de la actividad. Y es mejor echarle ilusión que pesimismo o desesperanza.
El grupo Pérez Rumbao ha evolucionado hasta convertirse en una compañía automovilística puntera. Los primeros pasos los dio su abuelo con la venta de maquinaria agrícola y la importación de camiones de la Primera Guerra Mundial.
Mi abuelo importaba los camiones que le mandaban sus hijos que habían emigrado a Francia y que trabajaban allí. Compraban los camiones y los coches y se los mandaban para su venta. Mi abuelo lo hacía así, sucediendo a sus actividades en el sector agrícola y otras que ya desarrollaba por aquel entonces. Después, le sucedió mi padre, que también tuvo que pasar por varias crisis y aprovecharlas para seguir creciendo. Finalmente, mi hermano y yo tomamos el testigo. Primero yo, porque soy mayor. Fuimos desarrollando la empresa acorde con los tiempos y ahora ya están nuestros hijos y nuestros sobrinos pilotándola desde hace un montón de años. Desgraciadamente, mi hermano falleció hace unos años, pero yo continúo con la ilusión del primer día y siguiendo la actividad con cierta admiración hacia los que la gestionan hoy.
Mi abuelo importaba los camiones que le mandaban sus hijos emigrados a Francia"
¿Gestionar un grupo familiar es más o menos complicado que pilotar otro tipo de empresa? Hay quien dice que hacer negocios con la familia tiene su dificultad…
Siempre hay que tener unas reglas para que la familia se sujete a las normas de la empresa y tenga claro los objetivos. Con esas reglas sencillas, creo que se van superando las dificultades y se van arreglando los problemas. La empresa familiar arregla muchos problemas en la mesa camilla. Eso es muy importante para el desarrollo, aunque sea una empresa grande.
¿Sigue usted en el día a día de la gestión?
No, no. Yo me conformo con que me cuenten lo que hacen y que me escuchen cuando yo creo que debo dar una opinión.
Se licenció usted en Económicas por la Universidad de Bilbao. ¿Siempre tuvo claro que quería seguir con el grupo familiar?
Tenía 23 años cuando me tuve que incorporar. Tuve que combinar los últimos años de la universidad con el trabajo del día a día en la empresa de mi padre, que sufrió una crisis de salud. Me incorporé para sustituirlo, pero con su buen consejo y confianza conseguimos superar toda esa crisis hasta que se incorporó mi hermano en 1971 y, ya juntos, desarrollamos nuestra actividad hasta el fin de sus días, momento en el que ya estaban nuestros hijos incorporados.
Tenía 23 años cuando me tuve que incorporar a la empresa familiar para sustituir a mi padre, que sufrió una crisis de salud"
Usted dirigió la patronal gallega en los 80, también la Asociación Gallega de la Empresa Familiar y fue uno de los principales promotores del Foro Económico de Galicia en el año 2010...
Desarrollé una actividad social, como no puede ser de otra manera cuando uno vive en un entorno tan amable y 'agarimoso' como es nuestra tierra. Se presentaron diferentes desafíos, además de los que me traía la empresa, y siempre me gustó colaborar. Mi primera salida a la calle para presentarme en sociedad más allá de lo que se me pudiera conocer en el ámbito de la empresa, por decirlo así, fue cuando nacieron las instituciones de empresarios. Fue una ilusión desarrollar la gestión de la primera Confederación de Empresarios de Galicia. Después tuve el honor de presidir el Consello Social de la USC y, luego, como consecuencia de todas estas actividades, con el profesor Santiago Lago decidimos que había que montar un foro de opinión y constituimos el Foro Económico de Galicia. Desarrollé todas estas actividades con mucho gusto y complementaron mucho mi formación para ser un empresario más o menos activo en la comunidad.
Es usted un gran testigo de la evolución del empresariado gallego. Si tuviera que nombrar tres grandes retos pendientes, ¿cuáles serían?
Uno no se puede presentar grandes retos. Hay que constituir pequeños hitos que permitan alcanzar un gran reto a lo largo del tiempo. Tener un objetivo a largo plazo siempre permite subir las escaleras de una en una y descansar de vez en cuando para no atragantarse y que no le dé a uno un infarto. Yo creo que siguen siendo los mismos de siempre: generar una sociedad capaz de desarrollarse sí misma e ilusionada por un proyecto tan importante como es desarrollar Galicia.
Vemos que la economía española y también la gallega continúan en un ciclo expansivo. De hecho, la Comisión Europea espera que España siga siendo este año la locomotora europea. ¿Temen que el convulso panorama político que atravesamos en España y el complejo escenario geopolítico con los aranceles de Trump, con las guerras activas, nos puedan pasar factura?
Afortunadamente, creo que el empresariado español y gallego, y en especial las empresas familiares, son conscientes de que hay que capear las crisis. Las que ha mencionado son muy importantes y profundas. Obligan a cambios estratégicos dentro de las empresas. Sufriremos, pero las pasaremos.