El espíritu de Vanessa Lage sigue vivo
Rondaban las dos y media de la tarde del 28 de noviembre de 2014 cuando una empleada de una sucursal bancaria de la Rúa Doctor Carracido de Vigo notó algo sospechoso en el cliente que acababa de entrar. Su intuición estaba en lo cierto, porque Enrique Lago Fariñas, El Escayolista, había ido a robar. La trabajadora consiguió avisar a tiempo a la Policía Nacional y la patrulla más cercana acudió de inmediato a la llamada de auxilio.
Los agentes Vanessa Lage y Vicente José Alló se plantaron ante el atracador, que trataba de escapar utilizando a la subdirectora de la oficina como escudo humano. Pero, pese a sus precauciones, el asaltante abrió fuego con la Parabellum que portaba consigo. Alló recibió cinco disparos en el torso y una bala se le quedó alojada en el pulmón, destrozándoselo y dejándolo en estado crítico. Lage no sobrevivió a los disparos que la alcanzaron.
Vanessa María Lage Carreira murió en acto de servicio hace diez años, cuando ella apenas tenía 36, pero sigue viva en el recuerdo de los suyos. Natural de Pontevedra, donde residía en el barrio de Campolongo, recibió sin embargo su último adiós en un emotivo y multitudinario funeral en la tierra de sus raíces: la parroquia de Sambreixo de Parga, en Guitiriz, de donde eran sus padres y a la que seguía muy vinculada, con frecuentes visitas en fines de semana y vacaciones.
Este jueves, la comisaría de Vigo volvió a rendirle homenaje, esta vez en un acto íntimo.
Parte del Cuerpo Nacional de Policía desde 2005, sus compañeros la describían como una persona "alegre", de esas que fomentaban una "muy buena relación" con todos, y con un especial interés por asuntos sociales. Pero además era una agente de talento, que consiguió más de 20 felicitaciones públicas por su trabajo. Formaba parte de la Unidad de Prevención y Reacción (UPR), un grupo de voluntarios compuesto por una treintena de efectivos.
La sociedad viguesa también quiso reconocer esta voluntad de servicio público: el Ayuntamiento olívico les concedió a ella y Alló el premio Vigueses Distinguidos de 2015 y, en 2016, inauguró una calle con su nombre.
Cambios decisivos
La muerte de Vanessa Lage sirvió asimismo para salvaguardar la vida de muchos de sus compañeros.
El suceso abrió el debate sobre la escasa dotación de chalecos antibalas para los policías que patrullan las calles. Dos meses después, la Dirección General de la Policía remitió una circular subrayando la obligatoriedad de su uso, una disposición que ha ido chocando, no obstante, con la disponibilidad real de esta prenda de protección.
"En Seguridad Ciudadana casi el 100% de los compañeros tienen su chaleco, pero hay otros, de Científica, Información o Judicial, que aún no", avisa en declaraciones a la TVG Vanessa Oulego, portavoz Sindicato Unificado de Policía, que también pide dotar a los agentes con mayores medios, como pisolas táser, o que se les reconozca como profesión de riesgo.


