La fuga de talentos cuesta más de 210 millones al año a Galicia, que pierde 1.300 nacimientos
En una comunidad en la que la población activa ha ido a menos, de tal manera que hoy Galicia cuenta con 1,26 millones de mayores de 16 años que están trabajando o en disposición de hacerlo, 39.300 menos que en 2010, las estadísticas atestiguan el impacto del envejecimiento, la baja natalidad y los movimientos migratorios en busca de mejores condiciones laborales y vitales. Tanto es así que si en 2010 el 63% de los activos en Galicia tenían menos de 45 años, hoy su peso se ha reducido hasta representar menos del 46% en el primer trimestre.
El Observatorio Galego de Dinamización Demográfica, dependiente de la Consellería de Política Social, analiza en su último informe la movilidad y las migraciones en la comunidad y el profesor de la UVigo Alberto Vaquero dimensiona los costes que implica la fuga de capital humano, desarrollando recomendaciones para frenar un proceso que, advierte "non debería ser irreversible", aunque en una economía globalizada se da por "inevitable" la movilidad temporal, que incluso se defiende desde empresas y universidades.
Aunque advierte que se trata de "unha aproximación" a este fenómeno en base a las fuentes estadísticas disponibles, Vaquero señala que, como consecuencia de la migración de titulados universitarios, Galicia "incorre anualmente nun custo" derivado de la formación de estos profesionales que emigran por cuestiones laborales de, "como mínimo", 209 millones anuales, poniéndonos en el caso de que todos fuesen estudiantes que terminaron su formación en cuatro años, una horquilla que se extendería a 366 millones en el supuesto de invertir siete años.
Además, el profesor de Economía Aplicada apunta a otra derivada de este goteo: una pérdida anual de "como mínimo" 1.353 nacimientos. E incluso avisa de una tercera consecuencia: que se dejan de crear en Galicia "ao redor de 470 novas empresas" anualmente.
Tomando como base el censo de 2011, el experto estima en unos 5.954 los titulados universitarios situados en la franja de edad entre 25 y 34 años que la comunidad perdió ese año confrontando la captación de población con las salidas hacia otras autonomías y tras repetir la simulación para el censo de 2021, constata que el indicador se mantendría en la misma línea.
La factura de la partida de estos jóvenes deriva de su cruce con los datos del Ministerio de Educación en relación al gasto por alumno en la educación superior, que sitúa en 8.793 euros el promedio anual en España, lo que elevaría el gasto a 35.172 euros para un estudiante que rematase en cuatro años y a 61.551 en el caso de emplear siete años. Con todo, Vaquero advierte que este desembolso, del que se aprovecharían otros territorios, varía mucho en función de la titulación elegida.
Bebés que nacen en otros territorios en una Galicia cada vez más envejecida
En lo que concierne a los nacimientos, con el foco en esos 5.954 titulados que dejaron atrás en un año la comunidad, de los cuales "un 30%" serían mujeres, tomando como base un estudio previo del catedrático y expresidente de la Xunta Fernando González Laxe, Vaquero indica que habrían dejado de nacer "preto de 1.804 nenos e nenas teniendo en cuenta la tasa de fecundidad, que el Ige cifró en 1,01 hijos por mujer en 2023. En un cálculo conservador, el docente los reduce a 1.353 asumiendo que solo un 75% de las féminas que migraron fuesen madres.
En cuanto a las 470 empresas que se dejarían de crear anualmente al no contar con este capital humano, es el resultado de cruzar los 5.954 titulados 'fugados' con la tasa de actividad emprendedora, que el informe GEM Galicia cifró en 2022 en el 7,9% para la población entre 25 y 34 años.
El 'salario emocional' de las empresas, un gancho
Son varias las recetas que el profesor Alberto Vaquero despliega para "converter Galicia nun polo de atracción de capital humano de fóra", recuperar a quien se vio "obrigado" a emigrar y para "reter o talento" de los nuevos titulados. Entre ellas figura "garantir a calidade de vida". Además de señalar la necesidad de ofrecer plazas en colegios y universidades para los hijos, "coidados" para los ascendientes y "unha sanidade de calidade", el autor llama a "ir máis aló da remuneración" y pensar "no salario emocional", esto es, en los "beneficios" que brinda una empresa para mejorar "o benestar e a satisfacción".
Ajustar la oferta a la demanda de trabajo; crear empresas innovadoras; desplegar políticas que permitan competir en igualdad de condiciones invirtiendo más en I+D+I tanto en la esfera pública como privada y reforzar la política industrial son otras claves, junto con el impulso a las actividades ligadas con la tecnología y a una mayor cooperación entre el sistema universitario y el empresariado.