Investigan si 'La mataviejas' ha vuelto a actuar en A Coruña al salir de permiso de Teixeiro
"Sería incapaz de hacer una cosa así", declaró Remedios Sánchez Sánchez, La Reme, en la Audiencia de Barcelona. Era junio de 2008. Un par de semanas después, el tribunal impuso 144 años y 7 meses de prisión a esta cocinera natural de Boimorto por una explosión criminal que, en menos de un mes, entre el 10 de junio y el 3 de julio del 2006, le llevó a asesinar a tres ancianas y a intentarlo con otras cinco para robarlas, presumiblemente por los problemas que tenía con el juego. Ahora, la Policía Nacional ha vuelto a poner sus ojos en ella.
Los agentes acudieron al módulo de mujeres del centro penitenciario de Teixeiro para informarle de su condición de investigada por su presunta relación con la muerte de otra anciana en A Coruña a principios de mes, coincidiendo con un permiso penitenciario suyo.
El secreto de sumario pesa sobre el caso a fin de preservar la información recabada sobre los hechos. Sánchez deberá comparecer en sede judicial cuando así se le requiera por su presunta relación con esta muerte que, de confirmarse, se sumaría al historial de una mujer se ganó el apodo de La mataviejas por una carrera delictiva tan corta como fulgurante.
"Especialmente violenta"
Las crónicas de la época relataban que, nacida en 1957 la aldea de Dormeá en una familia con otros once hermanos, había emigrado a Barcelona a los 15 años en busca de un porvenir. En el momento en el que cometió sus crímenes, llevaba tres años de cocinera en el bar Cebreiro, especializado en gastronomía gallega, y donde por lo visto tenían fama sus tortillas.
Madre de dos hijos, por entonces ya se había divorciado, provocándole una crisis personal que, según algunos, le empujó a la adicción al juego y, con ello, a la necesidad perentoria de dinero, que en algunas ocasiones anteriores había conseguido rogando y, otras, robando.
Pero la ludopatía no pesó a la hora de decidir su condena, porque la Audiencia descartó que sufriera alguna enfermedad de tipo mental ni trastorno de la personalidad y, en base a las declaraciones de los peritos, concluyeron que presenta un nivel de inteligencia dentro de la normalidad, sin ninguna alteración psíquica.
Su aspecto corriente, de hecho, sirvió también para facilitarle el acceso a sus víctimas, siempre mujeres mayores –las asesinadas tenían 76, 83 y 96 años– que vivían solas.
Así, hacía palanca en su "bondad e ingenuidad" para lograr que le abrieran la puerta de casa. En cambio, una vez dentro, el tribunal recalcó que su modus operandi era "especialmente violento", dado que, tras golpearlas, intentaba asfixiar o estrangular con diversas prendas –un tapete de ganchillo y sendas toallas, en los casos que resultaron fatales– a unas ancianas "que no podían defenderse" al ser personas "especialmente vulnerables, por las limitaciones físicas y psíquicas propias de su edad".
Detenida en un salón recreativo
En cierto modo, su acento gallego fue uno de los elementos que la delataron. Era parte de la descripción que proporcionaron varios testigos, así como su complexión, su edad aproximada y una cicatriz en la mano.
También le perdió la ludopatía: el móvil del robo hizo que los Mossos d’Esquadra, con Josep Lluís Trapero al frente de la investigación, rastrearan su perfil en los locales de juegos y bingos de la zona hasta que dieron con ella en un salón recreativo del Eixample barcelonés.
El registro de su domicilio terminó por dar carpetazo al asunto, puesto que allí encontraron más de dos centenares de joyas, dinero e incluso alguna de sus libretas bancarias.
Ella intentó dirigir las sospechas de la autoría de los crímenes hacia una supuesta inquilina suya llamada Mari. De nada le sirvió.

