La memoria de Diana Quer no se marchita en Rianxo

Algunos vecinos recuerdan a la joven fallecida depositando flores y cirios en el improvisado altar en la nave de Asados donde apareció su cadáver. otros, en cambio, se arman con sprays para dirigir su ira hacia El Chicle y su mujer, a los que ya dedicaron varias pintadas en la casa de Taragoña en la que residían hasta hace unos días

La casa de El Chice y Rosario Rodríguez en Taragoña llena de pintadas. PEPE FERRÍN
photo_camera La casa de El Chice y Rosario Rodríguez en Taragoña llena de pintadas. PEPE FERRÍN

Las flores que pueblan el improvisado altar en honor a Diana Quer en la antigua nave de Asados donde apareció su cadáver representan a la perfección el recuerdo de la joven. Fueron depositadas allí hace una semana, durante la que han soportado las inclemencias meteorológicas de este lluvioso enero y las manos de decenas de curiosos colocándolas de una u otra forma en busca de la mejor foto. Y, sin embargo, lucen igual de lozanas que el primer día.

Tampoco la memoria de Diana se ha marchitado en este tiempo. Que el autor confeso de su muerte esté al fin entre rejas tras casi 500 días de incertidumbre no significa el cierre del caso. Todo lo contrario, pues se encuentra en plena efervescencia tanto en los juzgados como para la opinión pública.


La fachada de la casa familiar de El Chicle se ha convertido en un collage de textos


El mejor botón de muestra lo ofrecen los propios vecinos de Rianxo —municipio donde se ubica el antiguo almacén y la casa de José Enrique Abuín Gey, El Chicle—, que dejan claro que no olvidan a la joven. Aunque no todos lo manifiestan de la misma forma. Mientras los hay que optan por colocar rosas y cirios en honor a la joven, otros, los menos, plasman sus iras hacia El Chicle y su esposa con pintadas en la fachada del domicilio en el que el matrimonio residía hasta finales del año.

La pasada madrugada, sin ir más lejos, alguien armado con un spray rojo añadió nuevos grafitis a la pared de la vivienda. Siguen la línea de los realizados hace una semana en color blanco y se refieren a Abuín como "violador" y a su mujer, Rosario, como "puta encubridora", a la vez que los envían textualmente "fora daki", es decir, "de Tarajoña" —imitando con gheada la fonética característica de la zona de O Barbanza—.
Flores ante la nave de Asados, donde apareció el cadáver de Diana Quer. PEPE FERRÍN
Las pintadas dejan claro que tanto Abuín como su pareja —a quien, a pesar de no estar ya imputada, los vecinos no parecen perdonar que dificultase la investigación dándole coartada— no serían bien recibidos de nuevo en Outeiro, un pequeño y apacible núcleo de la parroquia rianxeira de Taragoña turbado ahora por la presencia de la Guardia Civil y la prensa.

"NO VIVÍAN, SE REFUGIABAN". Lo cierto es que a El Chicle y Rosario tampoco les tenían un especial cariño en la zona, incluso antes de que conociesen los hechos. Porque más que vivir en su casa "se refugiaban" en ella, sin mantener "apenas relación con los demás". Lo cuenta una mujer que prefiere no dar su nombre y que los tenía como vecinos puerta con puerta. Asegura que "tenían casi siempre las persianas bajadas y no salían mucho. A ella la vi solo una vez en el supermercado", explica, para sintetizar que "son raritos".

Una prueba de los inexistentes vínculos de los Abuín con el resto de Outeiro es que, tras el traslado de El Chicle a prisión y la marcha de Rosario del domicilio, no encargaron a ningún vecino dar de comer al perro, el único morador en estos momentos de la casa. En su lugar, es Rosario la que se traslada hasta allí a alimentar al animal, labor que solo llevó a cabo una vez en la última semana. Quizás por eso el can, un palleiro marrón, no para de aullar, en lo que más que ladridos parecen lamentos.


Las flores de particulares y las que forman las dos coronas enviadas desde Madrid por la familia de Diana Quer muestran el mismo aspecto que hace una semana


La vivienda familiar de El Chicle lleva una semana deshabitada pero su apariencia externa hace pensar en un tiempo más prolongado. Los cierres oxidados, elementos sin rematar y un muro en ladrillo visto le otorgan un aspecto de abandono que completan restos de chatarra esparcidos en el jardín. Es en este espacio, en la trasera de la casa, donde está aparcado el Fiat Bravo negro y tuneado que aparece en fotografías de El Chicle en Facebook. Al lado de este turismo se estacionaba el Alfa Romeo 166 gris del que Abuín se valió para recuestrar a Diana e intentar lo propio con otra joven en Boiro. hasta que la Guardia Civil se lo llevó para volver a inspeccionar.

EL CHICLE NO IBA POR EL BAR. A escasos diez metros de la casa se sitúa el bar Pacheco, frecuentado por vecinos de la zona. Son las doce del mediodía y se cuentan veinte clientes, todos hombres. Ninguno quiere hablar. Desde la barra inquieren con la mirada a los visitantes foráneos, que identifican enseguida —y acertadamente— con periodistas. Están "hartos", dicen, de que Outeiro salga en los telediarios de toda España por las andanzas de un individuo aislado. Y, aunque quisieran, poco podrían decir de El Chicle, pues "nunca iba por el bar".

Una lúgubre nave que se suma a la lista de inmuebles malditos en venta
Las vidrieras rotas, las puertas destartaladas o la pintura de la pared carcomida por la humedad confieren a la nave de Asados un aspecto lúgubre, en un entorno donde reina un silencio sepulcral solo roto por el graznido de los pájaros. Lo tétrico de la escena lo añade el saber que allí se ocultó el cuerpo de Diana, como recuerdan las flores y el cordón policial. Con estos ingredientes, parece difícil que alguien telefonee al número del cartel de se vende que cuelga de una de las ventanas. La nave forma parte ya de una particular lista de propiedades malditas, como el chalé de Charo Porto en Teo, que en otros países sí tienen salida en manos de excéntricos compradores.